¿Jack Frost? Mi rey

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Lily Anderson

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Lily Anderson.



Una vez que estuve en el departamento de Luke, lo primero que me recibió fue un cálido abrazo de Doug, su papá, a quien ya echaba de menos y parecía que él también a mí.

—Hacías falta por aquí —me dijo, separándose, pero aun sosteniéndome por los hombros con una sonrisa en el rostro.

—Y aquí estoy —le dije cuando me soltó.

Era un hombre que estaba entre sus cuarenta y tantos, castaño igual que su hijo, aunque ya algunas canas le teñían el cabello, y Luke era como su copia más joven. Ambos eran guapos.

—Papá, es mi amiga, no tuya —se quejó Luke.

—Lily también es mi amiga ¿a que sí? —me miró para que lo apoyara y yo asentí con la cabeza, riendo.

Luego de discutir otro poco sobre a quién quería más, fuimos al cuarto de Luke. Había tomado unos snacks de la cocina, así que todo estaba perfecto.

Nada más entrar a su cuarto, me lancé en su cama con toda la confianza del mundo, porque así éramos antes y quería que fuese igual. Él rió negando con la cabeza y yo me quité los zapatos para luego sentarme en la cama.

—Déjame escoger a mí —pedí.

—Tú nos harás ver El Origen De Los Guardianes por milésima vez —negó, sentándose en el borde de la cama y dejando sobre esta los snacks.

— ¡Es que es muy buena!

—Solo la ves por Jack Frost, admítelo —me acusó.

— ¡Es que es Jack Frost! —me defendí—. ¿Jack Frost? Mi rey. Es precioso.

—Lily, te gusta desde los diez.

—Siempre habrá un lugar en mi corazón para él —dije dramáticamente—. Y para ti también —le pinché el brazo con un dedo, tratando de hacer que las cosas fueran como antes. Pero él no dijo nada más y se puso de pie a buscar la peli—. ¿Qué veremos?

El Origen De Los Guardianes —murmuró, derrotado, y yo festejé con un chillido.

Ni siquiera tuve que insistir mucho, pero Luke siempre me cumplía cada capricho.

Tomé una barra de chocolate y le quité el envoltorio para empezar a mordisquearla, me recordó a la que Abby me dio aquel día. Me acomodé contra el cabecero de la cama y me arropé con su cobija de spider-man. No podía llamarlo inmaduro por eso, porque yo también tenía cobijas de spider-man.

Luego de poner la película, apagó la luz y vino a sentarse a mi lado. Le sonreí, y él me devolvió el gesto. Todo estaba marchando mejor de lo esperado, así que lo festejaba internamente, porque quería a Luke y no quería perderlo por algo así.

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