cap 27

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Capítulo 27
(Últimos capítulos o:)

*Narra lau*

Era inaceptable; no, era mucho más que eso. Tenía una rabia acumulada en mí y tenía que sacarla antes de que cometiera una locura. No puede ni siquiera decirle algo a ross. No podía, no quería, no debía. Necesitaba un desahogo y me dirigí a casa de Carla. No pensé, solo actué.

Al llegar toqué la puerta, parecía un zombie con el maquillaje corrido y casi sin la capacidad de mantenerme de pie por más de 5 segundos. Abrió la puerta y su sonrisa que hacía unos momentos traía desapareció instintivamente al ver mi rostro.

—¡lau! ¿Qué te paso? —dijo mientras me ayudaba a caminar, parecía que hubiera tenido un accidente a pesar de que no era así.

—Carla, me quiero morir —sollocé.

—Mujer, dime de una vez. Me tienes preocupada —me sentó en el sofá.

—Carla... —de nuevo un nudo se formó en mi garganta— Mátame, ¿Quieres?

—¡laura marano! No seas inmadura —me reprendió—. Habla para que pueda ayudarte.

—ross...

—¿Qué?

—Fui a caminar a un parque, lo vi...no iba solo...estaba con A...Alice —confesé con dificultad mientras sentía como mi corazón se hacía pequeñito. Escuché que exclamó un: “Dios”. Suspiré—. Y eso no es lo peor... —dije casi inaudible—.ross... —volteé un poco mi cara donde aún conservaba un ligero color morado, había resanado lo suficiente pero no del todo. Ella tapó con ambas manos su boca.

—¿¡ross TE GOLPEÓ!? —soltó a los cuatro vientos.

—¡¿Que ross qué?! —escuché a lo lejos a Chris quien bajaba por las escaleras.

—Nada —susurré ocultando mi rostro. Él llegó a donde estábamos y con su mano tomó mi mentón y volteó bruscamente mi cara, la miró detalladamente.

—¡Maldito infeliz! —gritó con histeria— ¡Me las pagará!

—¡Chris! —reprendió Carla.

—Nada, amor. Ese desgraciado hijo de put* golpeó a mi hermanita —empuñó sus manos—. Ojalá tenga a la mano el número de un buen hospital —me levanté.

—No le vayas a hacer daño, Chris. Sabes que no puedes. ¡Yo lo amo!

—¡Claro que puedo! Sabía que no debías casarte con él —sacó sus llaves y se dirigió a la puerta.

—¿A dónde vas? —pregunté.

—Pecado por pecado, lau.

—¿De qué hablas?

—Le puedo soportar todo, menos que te haga daño. Si él te golpeó, quiero dejarle en claro que tienes quién te defienda —salió de inmediato previendo que lo detendría, corrí detrás de él pero el carro ya se había ido.

—¡Carla! ¡Vamos, lo matará!

—No tengo auto, lau. Está en mantenimiento.

—Mierd*, no. La casa de Charlie queda de aquí a una calle. Se lo pediré prestado —salí de la casa, corriendo velozmente, me pude ganar un trofeo de esa forma, olvidé por completo a Alice. Mi prioridad era ross. Llegué y abrí. Busqué con la mirada y llamé un par de veces.

—¡Charlie! —bajó lentamente las escaleras.

—¿Qué pasa? —dijo bostezando, al parecer acababa de levantarse.

—Tu auto, préstamelo.

—¿Por qué?

—Christian irá a matar a ross —dije preocupada.

—¿Y ahora qué hizo? —su tono de voz aún se conservaba pacífico.

—No quiero ni recordar, solo dame tu auto —sacó las llaves de su bolso del pantalón y literalmente se las arranqué de la mano.

*Narra ross*

Tocaron el timbre de la entrada, espero que no sea Alice porque no quiero acabar en la cárcel ahora. Abrí la puerta pero ya no pude ver a quién recibía porque sentí un fuerte golpe en la cara. Caí inestable al suelo y con dificultad miré quién era el remitente del ataque, Christian Beadles.

¿Pero qué hacia él aquí? Y una mejor pregunta sería, ¿Por qué me golpeó?

—¡Eres un desgraciado! —me golpeó de nuevo y me levanté.

—¿¡Qué diablos dices?! —pregunté exaltado.

—Golpeaste a mi hermanita; a lau —ella tal vez fue con el chisme. ¿Pero un mes después? Tal vez el verme con Alice fue la gota que derramó el vaso. Pero nunca fue mi intención, ahora este loco ha venido a matarme.

—Yo no quise...fue...NO PENSÉ —me golpeó de nuevo.

—¡A ver, rossy! ¡Golpéame! —y así lo hice, fue tan fuerte que de su nariz comenzó a derramar sangre pero él comenzó a carcajearse lo que me puso más furioso—. ¡Hijo de pu*ta! —me golpeó más fuerte y se encimó en mí para golpearme una y otra vez.

Cada golpe me debilitaba. Tal vez sí moriría hoy.

Me daba puñetazos y patadas donde sacaba todo lo que en años se guardó. Me tenía bien merecidos esos golpes y lo sabía. Golpeé a mi princesa y ella tal vez piense que la engaño.

“Dios, mándame a un ángel y evita que muera” —pedí al cielo. Escuché un auto aparcar en la acera acto seguido por unos apresurados pasos.

—¡Christian Beadles! —gritó esa inconfundible voz—. Déjalo.

—¿Enserio, lau? ¿Aún lo defiendes? —me golpeó nuevamente en el abdomen donde saqué las sobras del aire que contenían.

—¡DÉJALO! ¡LO MATARÁS! —gritó más desesperada intentándolo apartar de mí.

—Él te golpeó.lau, te defiendo porque te quiero.

—Y lo valoro; pero déjalo —comenzó a llorar. Amaría poder estar en condiciones estables para alejar cualquier cosa que la atormentase.

—¿Por qué, lau? ¿Por qué quieres que este miserable siga con vida? —preguntó dejando de golpearme para verla, yo también débilmente la vi.

—Solo...detente —susurró casi inaudible.

—Odio que hagas esto. Te lastimas... —se levantó y me pateó—. Y lo que más odio es que a pesar de todo aún lo ames... —escuché cómo se retiro, cerró bruscamente la puerta de su auto y se marchó...

Pero a pesar del dolor pude recordar: “Y lo que más odio es que a pesar de todo aún lo ames...”

Ella me ama.

Por un momento creí estar solo cuando escuché una dificultosa respiración seguida de gemidos y sollozos. Ella estaba sufriendo por mí.

Tomé la poca fuerza que aún me quedaba y me arrastré hasta ella, quien estaba sentada a una muy corta distancia. Me levanté mientras jadeaba de dolor, y coloqué mi cabeza en su hombro...

EL NIÑERO 2DA TEMPORADA RAURAWhere stories live. Discover now