XII

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Cuatro días habían pasado desde entonces, y aún los reporteros se mantenían atentos cada mañana en las puertas de mi casa, esperando una oportunidad para poder sacar algo de información.

Había duplicado la seguridad llamando a mi antigüo guardaespaldas, Joo-doh. Él es una persona muy estricta y auto-disciplinada. Tiene un fuerte carácter y no le gusta perder tiempo. Era un hombre de 34 años, soltero y experto en combate físico y armas. Lastimosamente, el segundo no pudo aceptar, puesto que ya formó una familia y trabajaba de entrenador. No pregunté de qué, pero suponía que el señor Geun-Tae enseñaba algo relacionado con artes marciales.

¿Cómo estará Hak? No había asistido al instituto en la semana, al principio tenía toda la intención de ir y hablar con él, pero los periodistas me seguían hasta para buscar el correo. Era arriesgado buscarlo en su casa, sería involucrado su hermano menor y su abuelo, estarían muy incómodos.

Aún así, permanecía ansiosa. Seguramente pensaba lo peor de mí, o podría estar sintiéndose culpable de alguna forma. Aún así, no había recibido ni una sola llamada.

Hak me gustaba, me gustaba y mucho. No quería que las cosas acabarán de esta manera, así que estaba decidida a ir al instituto mañana, así estuviera rodeada de personas intentando obtener algo de información. El tío Yuhon tampoco había aparecido desde ese día, mucho menos Soo Won, pero agradecía que este último no hiciera acto de presencia de no ser estrictamente necesario.

Me llenaba mí teléfono con mensajes informandome de la situación actual, además de preguntar por mi día, que si había desayunado, o si me sentía bien. Él estaba trabajando en la empresa mientras yo permanecía en la mansión resolviendo los problemas. Había leído los documentos y por los momentos solo me encargaba de firmar en nombre de mi padre lo más importante, toda conferencia o reunión fue cancelada hasta nuevo aviso. Por suerte, lo más preocupante era las cuentas congeladas de la empresa. Esa era la única razón por la cuál permitía que Soo Won se hiciera cargo.

Me di un baño relajante aplicando las cremas humectantes que me había regalado mi padre, para luego vestirme en mi baño con un simple pijama de tirantes y shorts cortos. Tenía la intención de descansar, no había podido dormir más de cinco horas desde que me hacía cargo de administrar todos los asuntos de la empresa, y tenía miedo de verme acabada mañana frente al instituto, o mejor dicho... De la única persona que me importaba en estos momentos.

Salí llenando mi cama de chocolates y palomitas, en mi mesa de noche mantenía una Coca Cola fría esperando por mí. Encendí la televisión pegada a la pared buscando en Netflix cualquier película interesante para pasar la noche.

Al final, me decidí dejando que la música llenará mi habitación. La cama se sentía fría, estaba acostumbrada pero de alguna forma la soledad me embriagó. Así pasaron varios minutos en los que intenté concentrarme en la película, la química entre los protagonistas era bastante notable, pero al final él quería algo muy diferente a una relación amorosa.

—¿Quieres qué sea tu sumisa?

La voz de la chica me dejó helada, la cosa se estaba poniendo interesante... Presté más atención llevando un puñado de palomitas a mi boca, normalmente no veía este tipo de películas muy a diario, pero necesitaba un momento.

Me quedé tan embelesada que llegué a pensar que los golpes contra mi ventana eran de la película, después de unos segundos me dí cuenta que de verdad estaban golpeando la ventana de mi balcón con piedras. Me levanté sin pausar la película, curiosa arrimé mi cortina abriendo la gran ventana, para que luego una roca volará a toda velocidad directo a mi rostro.

—¡Aaahhh!— grité, arrojándome a un lado.

La roca cayó al suelo por suerte sin lastimarme, ¿qué demonios? me asomé furiosa pensando en lo peor, pero toda furia paso a un lado por el temor y la emoción al ver a Hak dispuesto a tirar otra piedra.

Control perdido » Akatsuki No YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora