Negociaciones

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Dream y George discuten el significado de sus previas confesiones, y lo que el futuro guarda para ellos.

***

—Esto no es un «no», Dream —dice George—, es un «aún no».

Su corazón manda ráfagas de vida como un cañón por su pecho, su nervioso estómago, sus dedos agarrotados y sus rodillas débiles. Sentado en la alfombra de su habitación silenciosa, puede ver el polvo reflejando la luz de la ventana: se arremolina por su escritorio y se posa bajo su cama.

Aún no. Dream nunca había oído dos palabras que le hubieran llenado de una esperanza más agridulce que aún no.

—¿Y con eso qué quieres decir? —le pregunta a George— No quiero entender lo que no es.

—Sinceramente —dice George—, no lo tengo claro.

Agri... piensa Dream.

—Solo sé que no quiero que esto se termine —añade en voz baja.

...dulce. Pues claro que se había dejado a sí mismo obsesionarse con ese enigma.

—¿Y estás seguro de que no quieres... intentarlo? —le pregunta con cautela en un último intento de cumplir sus más profundos deseos.

—No puedo —dice George—. Ahora no.

Dream no puede ni imaginarse lo que supondría intentarlo, teniendo en cuenta su relación tan caprichosa y su preocupante codependencia. Casi duele más saber que tiene la posibilidad de tener a George, pero aun así no poder. Duele más que la confusión y la pérdida de las últimas semanas.

La tensión que pesaría sobre su amistad si la infestaran de amor a distancia e interminable anhelo le mandaría directo al noveno círculo del infierno.

Fragmentos olvidados de sus notas emergen de la tierra de su mente y se ponen en pie como débiles remembranzas de aquellos momentos. Había estado horas y horas sentado en el suelo de la cocina dando cabezadas inquietas. Sus pulgares habían bailado sobre las teclas para hablarle a George. Había dejado descolgado el teléfono fijo, rezando por sumir su casa en silencio.

Sapnap no para de intentar ayudarme, había escrito con el corazón en un puño, pero tú me conoces, tú me conoces, por favor, déjame conocerme yo también.

Sus palabras se difuminaron con las frías baldosas bajo su espalda, y con sus movimientos borrachos, y con la botella de leche. Quiero conocerme. Creo que no me conozco.

Se le cayó el móvil de la mano, y sus últimas palabras se dieron contra el suelo emitiendo un sonido sordo, sumiéndose en la negrura y la playa.

¿Cómo puedes conocerme?

Ahora que le vuelve todo a la mente, días después, se recoloca los cascos con suavidad, resguardando sus orejas, mientras su silenciosa llamada le lleva a terrenos inexplorados.

—Me voy a pasar la vida pensando en lo que estoy a punto de decir —pronuncia Dream lentamente, mientras contempla los patrones de su pared—. Pero... creo que yo tampoco podría intentarlo ahora mismo.

Solo estoy empezando, piensa, a conocerme de verdad.

—Eso —dice George estupefacto— no es lo que esperaba oír, para nada.

—Ya, es que... Claramente tengo mucho en lo que trabajar —continúa Dream.

Piensa en cómo construyó pirámides blancas en la arena con su padre, de niño.

Heat Waves || DreamnotfoundWhere stories live. Discover now