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Le abren las puertas al chico de la ardilla y Perth entra todo sonriente hacia "la gerente". "Esta" se le queda viendo indiferente aunque algo nervioso. No quiere ser reconocido. Hay un silencio matador.

Un silencio incómodo que va achicando las cornisas de la sonrisa del bronceado. Tan grave es el silencio que los dos asistentes se preocupan por la actitud del jefe que tan solo está parado mirando al chico más bajo.

—¡Qué bueno que estás aquí para ayudarme!— Saint finge voz de chica dramáticamente ladeando su cabeza a un lado como una muñequita de anime. Junta sus manitas frente a su pecho y brinca una pierna que alcanza su propio culito como todo un porrista. La exagerada reacción exalta un poco a Perth, pero este vuelve a agrandar su sonrisa con risitas tímidas.

—Mook, puedo ayudarte, pero ¿me podrías hacer un café como siempre me gusta? Te lo agradecería mucho.

Perth se dobla a revisar el candelabro y Saint observa incómodo a sus asistentes. Sin tener idea de cómo este cliente aparentemente habitual le gustaba tener su café. No tenía ni mínima idea. ¿Era con leche o solo café negro? ¿Con azúcar o sin azúcar? ¿Decorado o no decorado? Dios, era increíble cómo el humano hizo tantos inventos con el café. Los asistentes no saben que decirle a su Jefe así que alzan sus cejitas sin saber qué decir.

Saint se muerde el labio inferior antes de mirar gruñoncito al de abajo. ¿Podrá ser más exagerado y falso? Sí, definitivamente sus reacciones se pasan de la raya. Lo siguiente lo confirma: hace una risa similar a la de una chica demonio protagonista en La Chica Nueva, atrayendo una mirada perturbada del bronceado.

—Pero, ya sabes, soy algo torpe. Así que podrías decirme cómo te gusta de nuevo.

—Qué raro. Casi nunca lo olvidas. Bueno..., me gusta con leche. Que quede súper claro. ¿También olvidaste cuántas cucharas de azúcar?

«Ja,... Si le he dicho que quiero saber cómo lo quiere es porque quiero saber. Y con lq información completa. Hijo de...»

—Sí, lo olvide,— Saint crea un puchero parpadeando demasiado. —¿podrías decírmelo? ¿Mm, mm, mm?— Él tiernamente hace una voz de bebe sin dejar su puchero atrás y menea de lado a lado los pechos falsos que se puso inclinándose bien de cerca al moreno. Este se pasma en su sitio y retrocede un paso con timidez.

Ante esa timidez, Saint deja de menear el pecho, pero sigue con el cuerpo inclinado y lo que hace es tiernamente mirar al chico bajo sus pestañitas.

—Son tres, Mook. Tres.— El bronceado alza tres de sus cinco dedos.

«Ya veo. Está muy nervioso. Le gusta la tonta de mi hermana. Si él supiera la razón por la que la descerebrada se puso en peligro, ¿la seguiría queriendo? Aish, el amor. Los convierte en tontos a todos.»

—¡Okay! Iré a hacerlo. Limpia eso bien.

Saint se retira a hacer lo que debe. Perth se le queda viendo extrañado por su misteriosa actitud. Decide no restarle importancia y doblarse hacia el candelabro.

—Oh. Te podemos ayudar con eso.— Los asistentes de Saint se acercan al muchacho para ayudarlo con sonrisas. Entre los tres (o cuatro por Squishy) se presentan.

Saint por otro lado esta frente a una máquina de café con cuatro palancas, cuatro botones y clasificaciones de café que no lograba entender. Al lado de la máquina estaban los vasos de pequeño a grande, y al lado de esos las tapas.

—Mm... No debe ser tan difícil para un detective como yo.

Saint arrogantemente toma un vaso, lo lleva hacia la palanca cuya estampa de clasificación es blanca. Lo pone ahí y tira de la palanca. De esa comienza a bajar a chorros leche. Lo llena hasta la mitad.

𝐄𝐋 𝐄𝐒 𝐂𝐀𝐅𝐄 & 𝐕𝐀𝐈𝐍𝐈𝐋𝐋𝐀| PerthSaint (Versátil)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant