Cap. 3

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El día siguiente.

Cuando estaba de viaje, T/N hacía lo posible para mantener la rutina. Era una forma de mantener su vida bajo control, de organizarla con criterios habituales aunque se encontrará lejos de casa, de su cocina, de su oficina o incluso de su zona horaria.

En consecuencia, siempre despertaba a las 6 am, hacía unos cuantos largos en la piscina y usaba el gimnasio del hotel si el establecimiento donde se alojaba disponía de esos servicios. Si no era así, o la piscina resultaba ser tan pequeña como la de aquel hotel, salía a correr. Pero esa mañana era diferente a las demás; tras una noche de cócteles y conversaciones íntimas con un camarero que le había tratado como un amigo de toda la vida, T/N se asomó por la ventana y vio el paraíso frente a ella.

El brillante sol de California se reflejaba en las olas que rompían en la playa como en una rabieta, exigiendo atención, mientras los surfistas intentaban aprovechar toda su energía.

T/N pensó que pasear por la playa no era el método más eficaz en términos cardiovasculares cómo salir a correr, pero le apetecía mucho. Se recogió el cabello y se puso crema protectora en el rostro, puesto que a fin de cuentas había heredado una piel muy sensible gracias a sus antepasados. Después, se coloco unas gafas de sol y completo el atuendo con un sombrero de playa que había comprado en Sidney.

Bajo en el ascensor y en cuanto llegó a la arena, se detuvo un momento para contemplar el paisaje frente a ella y así poder disfrutar el aroma del mar. En Chicago no tenía esa posibilidad.

Empezó a caminar, tocando con la planta de los pies la orilla del mar, el agua estaba un poco fría pero realmente se sentía relajante. Aceleró el paso y empezó a plantearse problemas laborales. Era una mala maña que se le había pegado. Disfrutaba de resolver problemas en cualquier circunstancia, incluso mientras hacía ejercicio.

Poco después, escucho la voz de un hombre.

—¿Donde esta el fuego?

—¿Fuego? ¿Como?

T/N se detuvo y tardo un segundo en reconocerlo. Estaba haciendo lo mismo que la noche anterior: mirándola con ojos burlones.

—Hola, T/N .—Hizo un gesto con la mano saludándole.

—Hola, Armin.

En ese momento, pensó que Armin era un nombre que no le iba bien, no le pegaba, tal vez de joven si, ya que su apariencia sería más tierna.— Como la de un niño.— Pero el era alto, tenía músculos marcados, no demasiados, pero se hacían notar... Una espalda ancha y un rostro bastante masculino y atractivo. Tenía el aspecto de un típico surfista de California que se negaba a crecer y se apegaba a su tabla como si de un tesoro se tratase.

Llevaba una camiseta desgastada, un bañador negro y una tabla de surf que había visto tiempos mejores. T/N pensó que jamás había visto a un hombre tan atractivo. Por lo visto, sus hormonas estaban bastante fuera de control.

—Te levantas muy pronto. — Comento el.

—Asi es, me gusta empezar el día a primera hora.

—Y salir a correr por la playa.— Dijo en tono de suposición.

—Realmente no estaba corriendo. — Puntualizo— Pero ya que lo comentas, me extraña verte por aquí tan temprano. Supongo que te habrás ido más tarde que yo... ¿Acaso no has dormido nada?.

|| Enamoramiento azul - Armin Arlert. ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora