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Ambos se miraron, sabían que se miraba mal lo que estaban haciendo y sobre todo sus miradas exaltadas los evidenciaban aún más. Se sentían como en un deja vú, algo así les había pasado anteriormente con Damián, era seguro que la residencia no era el mejor lugar para el tipo de relación que tenían ambos seres.

Dionisio no había conseguido el celular de Chavero, pero lo que sí se veía muy mal eran aquellos preservativos que se hallaban encima del sofá. La mujer que había entrado pasó la vista por todo el lugar y se percató del paquete, no dijo nada, pero frunció los labios y se adentró a la biblioteca cerrando la puerta tras ella.

—Deberían tener más cuidado. Imagínense que no hubiera entrado yo y fuera mi padre... o peor, mi madre.

—Señora Bárbara, no estábamos haciendo nada de lo que se imagina—Defendió Refugio apenada.

—Bárbara, sólo no te metas. No fueron ellos los que nos vieron, fuiste tu y no vas a decir nada ¿Verdad? Pero también La señora Chavero te dice la verdad.

—Claro que no diré nada, pero será mejor que no se acerquen cuando estén en casa de mis papás y sobre todo de nuestra mamá—Habló dirigiéndose a Dionisio.

—No pasará...—Hizo una pausa y miró a su hermana con cuestionamiento—¿Qué querías?

—Vamos a ir a desayunar y luego al aeropuerto a recoger a mamá ¿Vienes?

—Ahora bajo.

—Y más cuidado donde ponen sus cosas—miró los preservativos y se marchó.

A Chavero casi se le había ido el aire, otro momento incómodo pasaba por su vida y es que el centro de los momentos incómodos era nada más y nada menos que "La Residencia Ferrer"

Dionisio la miró con recelo, ya había pensado en hacer sus cosas fuera de ahí, pero si fue difícil hacer que la mujer se entregara seguramente también sería difícil que aceptara ir a un lugar diferente, sobre todo con lo difícil que había sido todo el proceso para que al menos no lo odiara. La mujer también lo miraba, más enojada que nunca pues su desplante no le había gustado nada, se le hizo sumamente raro, pero también entendía que era su amigo y podría agradarle, pero había pensado todo mal.

—Tenemos qué hablar.

—No tememos nada de que hablar, ya fue suficiente con toda esta vergüenza que estoy sintiendo con su familia.

—Sí, yo sé. Por eso quiero proponerle que hablemos, pero no aquí. Déjame llevarla a un sitio.

—No lo sé... ¿Dónde?

—Ya verá, cuando salga podemos irnos juntos.

—Tengo entendido que llega su mamá hoy y seguramente Bárbara se quedará hasta tarde... será raro que nos vea irnos juntos.

—Ya lo sabe, no es raro.

—y porque ya lo sabe es que prefiero que no nos vean juntos.

—Entonces paso por usted a su casa. A las 8:00.

—No lo sé, yo estoy muy cansada ¿tardaremos?

—Lo que quiera.

—Está bien—dijo sin ánimo—pensé que estaba enojado.

—Primero habrá de hablar.

—No es lo que cree. No tengo nada que ver con su amigo y que halago saber que cree que aún puedo tener bebés—ironizó en la última frase.

—Deme su número.

—¿Para qué?

—Para a visarle cuando vaya a recogela

FUEGO ARDIENTE  [Completa]Where stories live. Discover now