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Ese momento para ambos fue totalmente diferente, habían experimentado nuevas sensaciones; eran sensaciones tan extrañas y reconfortantes que no podían parar, la manera en que sus labios y sus lenguas se recorrían provocaban un cosquilleo en toda su piel, se sentían tan cómodos uno con el otro que no podían dejar de besarse, la forma en la que Ferrer sostenía a la mujer dejaba que su cuerpo se arrimara contra ella arrinconándola en una esquina, sus respiraciones exaltadas se escuchaban junto al crujido de sus labios saboreándose sin parar; la mujer bajo sus manos de esa posición tan Incomoda para ella y aferró sus manos al torso del hombre, mientras que él posaba una mano en su cintura y la otra en su espalda personándola contra él, quería sentirla, inconscientemente la tomaba con tanta necesidad porque no quería que se desvaneciera el río de sentimientos que cruzaban por su cabeza y por su cuerpo desbordándose hasta la punta de sus pies.

Ferrer no podía aguantar más el bulto que se había formado entre sus piernas, todo ese acto lo había excitado y ahora sólo quería deshacerse de ese pesar, interrumpió el beso a falta de aire, ambos se miraron como si estuvieran embriagados por las caricias de sus labios, Refugio había caído rendida nuevamente en las garras del hombre, aunque esta vez era diferente. Ella también sentía cómo el calor entre sus piernas aumentaba, el cosquilleo también se hizo presente, pero más aun cuando el hombre con brusquedad la tomó de los brazos llevándoselos hacia atrás, caminando para la mesa, donde la inclinó. Ella sabía lo que él haría, no se resistía porque también se moría de ganas, pero esta vez no estaba dispuesta a permitir que él simplemente la tomara como un juguete.

Ferrer alzó la bata que tenía la mujer encontrándose con sus simples bragas, pero eso no le importaba, si no lo que había abajo entonces de un jalón las llevó abajo y solas recorrieron las piernas de la mujer hasta caer por sus tobillos, el hombre con la fuerza de una mano recorrió la espalda se Chavero haciendo que recueste su torso con la mesa entonces su mano la retuvo, él se inclinó respirando cerca del oído de la mujer, entonces con los dedos de la otra mano acarició los pliegues de aquella zona sintiéndola húmeda, no dudó en clavar los dedos, provocando en Refugio un pequeño jadeo. Sacó los dedos y se bajó los pans dejando libre su miembro hincado y palpitante. Nuevamente metió los dedos en la mujer mojándolos con la humedad de su vagina, llevó los dedos hasta atrás lubricando el área, Chavero al sentir como tocaba la otra zona abrió los ojos antes de soltar un gemido cuando Dionisio penetró por atrás a la mujer, era la segunda vez que lo hacía y el lugar aún estaba estrecho, por lo que Refugio entre chillaba y respiraba con dificultad; le dolía un poco pero era más el placer que sentía, permaneció embistiendo unos minutos más hasta que se hizo un lugar más cálido y menos estrecho y la mujer ya no sentía más dolor, sus cuerpos se habían adaptado. En lo que Ferrer disfrutaba también tenía tomado de la cabeza a Chavero, respiraba agitado en su oído y a ella le encantaba eso, esa respiración ronca era única. Refugio sólo jadeaba pues aún no se atrevía a gemir como quisiera, aún le daba vergüenza que él la escuchara. Pasó un tiempo hasta que el hombre se vino y respiró hondo. Con sus dos grandes manos Ferrer volteó a la mujer atrapando su rostro con las manos y posando nuevamente sus labios con los de ella, la mujer ya no respondió, entonces el hombre dejó se hacerlo mirándola con incertidumbre.

—No vas a hacer lo que quieras en mi casa—soltó la mujer cuyos labios estaban rosados e hinchados.

—Haremos lo que los dos queramos.

—No quiero esto. —se miraban fijamente a los ojos con los rostros muy cerca.

—Sé lo que quieres, te complaceré — Dijo pasando sus dedos sobre la mejilla de la mujer.

Chavero miró los labios del hombre acercándose de golpe al mismo atrapando sus labios, había tomado la iniciativa y Ferrer se había sorprendido. Le gustaba la sensación de sus labios, era un deleite tenerlos cerca y poder acariciarlos con los suyos, la tomó de la cintura acercándola a él para sentir el roce de su cuerpo. Le devoraba los labios como si fueran a acabarse el momento, pero eran sólo ellos quién podían detenerlo y no tenían planeado hacerlo, lo disfrutaban tanto, el contacto, el calor que sentían sus cuerpos y las cosquillas en sus interiores; entre pasos torpes entraron a la habitación de Chavero, sus labios seguían saboreando su exquisito tacto, se habían dejado llevar todo este tiempo; la mujer abrió los ojos mirando a su alrededor, se había asustado al pensar que en su hogar pasara algo con Dionisio, dejó de besarlo y se alejó un poco, para este punto el sus cabellos estaban despeinados, sus labios habían tomado un color rosa y respiraba con dificultad, observó todo su alrededor y luego miró a Dionisio quién la miraba confundido. Se había encontrado con un vacío interior de no saber qué hacer, como reaccionar y si volver a caer después de todas esas palabras que había intercambiado con el hombre. Se sentó en la orilla de la cama y bajó la mirada apenada.

FUEGO ARDIENTE  [Completa]Where stories live. Discover now