Capítulo ocho.

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capítulo ocho.
paso del tiempo.

Diez años después, Alto Egipto.

EN LA CASA DEL SUMO SACERDOTE DE AMÓN LA NIETA DEL FARAÓN SETI I, LEVABA A CABO SUS TAREAS. YA NO ERA la niña asustada que llego hace diez años, se había convertido en todo una dama de la corte egipcia. No había persona con más inteligencia y astucia claramente además del Dios de la sabiduría, el sumo Sacerdote Pa la había entrenado en el arte del saber y la religiosidad, en saber cuando estar callada y cuando exponer sus argumentos, en diferenciar a sus amigos de su enemigo, a alcanzar la madurez necesarias para saber tomar las decisiones correctas para un imperio.

No entendía su afán porque pensara como una monarca, pero con el paso del tiempo había aprendido a no cuestionar sus enseñanzas.

Siempre le llegaban cartas del bajo Egipto, en especial de su madre, ella la ponía al día como si ella estuviera presente junto a ella. Sabía de las campañas militares en las que su hermano estaba junto a Ramsés.

Ramsés, el inigualableRamsés, todavía recordaba como le latía el corazón cada vez que él estaba cerca o le dirigía una mirada o una sola palabra. No ese momento no sabía digerir sus sentimientos, pero ahora con casi dieciocho años sabía que estaba enamorada de Ramsés y que con el paso del tiempo solo había incrementado nunca menguado. No sabía si este guardaba sentimientos tan profundos como los de ella pero sí que le amaría hasta el final de su tiempo, sin importar lo que le deparará el futuro.

—Querida, es hora.—el sumo sacerdote la sacó de sus pensamientos, al igual que sus palabras la confundieron.

—¿Hora de qué, sumo sacerdote? No creo haber olvidado nada.—respondió la chica desorientada.

El sumo sacerdote la miró con una sonrisa paternal acercándose a ella, el explicó de que hablaba.

—En una semana es tu decimoctavo cumpleaños y para ese entonces debes estar arribando el palacio del Bajo Egipto, más específico de Pi Ramsés.—explicó con su voz calmada y rebosante de paciencia.

La chica no sabía que decir sentía emoción al poder volver a casa, no podía esperar, como también se sentía vulnerable volver a casa después de diez años sin verlos a todos, contando nada más con la visita de sus padres y sus abuelos. Sin ver a sus amigos y su gran amor, del que estaba pensando con anterioridad. Además el mismo día de su cumpleaños su abuelo, su hermano y Ramsés volvían de la campaña llevando una victoria al imperio egipcio.

—Si usted dice que estoy preparada para volver no soy nadie para cuestionar los designios del primer profeta de Amón.

El mismo complacido ordenó a los guardias que prepararán todo para partir. Le rogaba a los dioses por un bien viaje para su protegida, y un futuro libre del mal. Ella era luz en el medio de tanta obscuridad, de tantas mentiras, secretos y traiciones, que ella prevaleciera a pesar del daño que le quisieran ocasionar.

El hermoso navío que la trasladaría, estaba cargando todo lo necesario para ella y los guardias del faraón, nada podía faltar estando la presencia de la amada por el soberano Seti I.

[...]

A pensar de las inclemencias del tiempo, de llegó a Pi Ramsés el día acordado. Se podían oír desde el puerto los festejos de los ciudadanos egipcios y hebreos obligados, sabía que una parte de los hebreos ahora adoraban a los dioses egipcios rechazando al suyo que aunque no tenía rostro había oído las historias referentes a él. Pero cada cuál creía en lo que le convenía.

Al pie de las escaleras por las que descendía estaba el camastro que la llevaría a palacio, no tomarían la ruta por la que pasaría el soberano y el ejército sino que tomarían una ruta alterna a esta. Pudo observa en su camino a su abuelo, a su hermano y a Ramsés, habían cambiado tanto, su abuelo se mantenía con su siempre fiel rostro regio, Moisés iba abrazado del hombre al que ella amaba, se le veía feliz y guapo, ya nada quedaba del chico que había crecido con ella, del que la cuido y protegió desde pequeña, ahora era un guapo arquitecto que llevaba a cabo las mejores obras por todo Egipto. Por otro lado, Ramsés cambia cambiado totalmente ya no era el chico regordete que recordaba ahora poseía un cuerpo escultural y bronceado, de rasgos duro y afilados, de gran belleza; solo sirvió para que se enamoraba más de su físico solo le rogaba a los dioses porque se mantuviera siendo el mismo chico dulce del que una vez se enamoró. También observo a su padre, los años no le pasaban la cuenta seguía conservando la misma belleza y gracia que recordaba, ese carisma que poseía.

Vio como la caravana entraba a palacio, y ella mandó a reiterar la marcha. Fueron la entrada lateral del palacio, ahí los aguardaba Paser. Había extrañado ese sacerdote, que siempre la consentía y le dejaba hacer sus travesuras sin decírselo a nadie.

—Joven Princesa, es un placer y un honor volver a estar en su presencia.—festejó el sacerdote y mano derecha de su abuela.

—Lo mismo digo, Paser.

—Feliz decimoctavo aniversario, la madurez a arraigado en sus facciones lástima que no en las del futuro heredero.—la felicitó su antiguo maestro.

Isis soltó una melodiosa carcajada, recordó a Ramsés. Siguió a Paser por el camino que el le marcaba, la guió a sus aposentos, estos habían sido cambiados por unos más espaciosos, y decorados con lo que le podía gustar dicho en las cartas a su madre.

—Paser, ¿Alguien sabe que estoy de regreso?—cuestionó Nefertiti después de observar a su alrededor.

—Nadie, Alteza. Esto fue manejado con sumo secreto entre el Primer Profeta de Amón-Ra y yo, ni la Gran Esposa Real tiene conocimiento.—confesó el susodicho.

—Entonces es una sorpresa, y bueno me encantan las sorpresas. Deduzco entonces que leerán la carta que había enviado.

—Así será princesa.

Paser le confesó que él la buscaría en el momento justo, que se quedara ahí a buen resguardo.

Yunet estaba ansiosa por saber que era lo que tenía de tan buen humor a su estúpido marido, paso por los aposentos que serían de la despreciable de la princesa Nefertiti Isis, su curiosidad aumentó al ver guardias custodiando la puerta. Por más que trato de persuadirlo ninguno reveló dicha información, sin darle mayor importancia siguió su camino hasta la sala del trono para aguardar al soberano y a Disebek. Solo que en eso le tocaría aguantar a la insulsa de la hija del faraón, la princesa Henutmire.

Las puertas se abrieron revelando al faraón y a la caravana que iba con él, el lugar estaba llegó de risas y festejos pero aún así en el corazón de seis personas ahí hacia falta una presencia, cada uno anhelaba su llegado que tocaba no tenía una fecha exacta por el Primer Profeta de Amón-Ra. Paser que los observaba a los seis sonrió cómplice, el momento se acercaba.

Hubo shows de magia, los regalos dados al faraón por su victoria, las danza por parte de las mujeres del harem, y más bebidas.

Paser salió de la sala con rumbo a unos aposentos que aguardaban a la "Bondad de Atón, la bella ha llegado" "Reina de los dioses". La felicidad volvería a brillar en los corazones de los soberanos y de la familia real.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2022 ⏰

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𝑬𝒈𝒊𝒑𝒕𝒐| 𝑹𝒂𝒎𝒔𝒆́𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora