╰El One—shot no está ambientado en el Naruto Universeesun AU que está ambientado en el mundo real, está historia estáinspirada en la canción Girassóis de Van Gogh interpretada por Mariana Froes.
╰Sin más que agregar, disfrútalo.
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A todos se nos van cayendo pedazos. Trozos de ilusiones. Deseos no cumplidos.
—Lorena Pronsky.
Las siluetas dibujadas por el humo del cigarrillo le recordaban a Sakura una de sus pinturas favoritas. El translúcido humo hacía trazos desiguales, pero que eran reconocibles como girasoles. Algunos grandes, otros pequeños, duraban apenas unos segundos, para luego deshacerse en el viento helado que entraba de manera implacable por el ventanal enfrente de ella.
Van Gogh siempre había sido el artista favorito de Sakura, su vida personal había estado llena de polémicas y su arte; era simplemente impresionante.
Dio otra calada al cigarrillo, inhaló profundo y el humo quedó detenido por unos instantes en sus pulmones.
Ida, en la vorágine de sentimientos que le arremolinaban el alma. La primera lágrima no tardó en llegar, y luego vino la segunda, y luego la tercera, y luego... Los chubascos se convirtieron en tormenta, y la tempestad del mar arreció con mesura.
Sakura siempre fue la adolescente que todas deseaban ser, con su listón rojo y sus ojos esmeralda ávidos de conocimiento, fue la típica niña de notas perfectas y belleza interminable. No sabía en qué momento paso de ser la correcta Sakura a ese vestigio de persona que no reconocía en el espejo. O quizás si lo conocía, quizás si reconocía esos ojos fastidiados por la muchedumbre, los reconocía, pero no en ella...
Hija de humildes granjeros en Normandía, Sakura no había conocido nada que no fuera la brisa marina en su rostro y el carmesí de sus mejillas debido al sol. Amaba el puerto, amaba a las personas que pululaban alrededor de los campos de fresas y por sobretodas las cosas, Sakura amaba la vista que le regalaba su habitación de las estrellas que no había tenido la dicha de volver a presenciar. No obstante, era curiosa, curiosa como ninguna otra muchachita que habitaba allí, su más grande deseo siempre había sido conocer la ciudad. Explorar más allá de lo que le permitía su pequeño hogar en Normandía.
Fue así como ella, terca como una buena mula, abandonó su habitación cubierta de lienzos y acuarelas para adentrarse en la jungla de concreto que representaba París, decidida a demostrar que era más que una simple adolescente con aspiraciones soñadoras que quedarían en la almohada. Ella convertiría sus sueños en realidad.
Así lo conoció a él. Sasuke Uchiha siempre sería la mancha gris en la impoluta vida de Sakura.
Con ojos negros cómo la brea y sonrisa de pendenciero, Sakura conoció al pelinegro justo detrás del museo del Louvre, en uno de esos callejones estrechos y vacíos que nunca te daban buena espina. Quizás debió hacer caso a esa pequeña advertencia que su cerebro le indicó.