Seok Jin se consideraba una persona de gustos sencillos, lo extravagante no iba con él y por eso se había dedicado a tener lo necesario para darse sus gustos sin exagerar, su vida era lo que siempre había soñado con la simple diferencia que no tenía...
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Decir que quería apartarme y abofetearlo era una gran mentira que ni yo mismo me creería, no entendía que demonios estábamos haciendo pero sea lo que sea estaba claro que lo estaba disfrutando, tal vez mi reacción se debía al tiempo que he estado solo o mejor explicado el tiempo que no he tenido sexo. Las manos de Namjoon se posaron en mis mejillas y su lengua se introdujo en mi boca saboreando cada rincón de esta, cada rose de nuestras lenguas hacia estremecer mi cuerpo como no tenía idea y de cierta manera se sentía condenadamente bien, el colchón se hundió dando a entender que se había sentado, sin poder resistirme coloque mis manos en su cuello mientras mis dedos jugaban con su cabello.
--Mierda –susurro apartándose brevemente de mis labios, sus ojos estaban más oscuros de lo usual y sus labios brillaban por la saliva compartida- estas cambiando todo, no sé qué hacer.
Dicho esto volvió a atacar mis labios sin darme oportunidad de decir algo al respecto, pero tampoco era como que quisiera decir algo. Su cuerpo se coloco más sobre el mío y sus manos bajaron hasta mi cintura donde sus dedos me apretaron con fuerza pero sin llegar a hacerme daño, sentía un leve dolor que en esos momentos no sabía de dónde provenía ni quería saberlo, era más importante seguir devorando los labios de ese rubio egocéntrico.
Los labios de Namjoon abandonaron los míos para luego dirigirse a mi cuello donde dejaba besos húmedos, mordidas suaves y succiones que me estaban haciendo perder el poquito juicio que me quedaba en esos momentos. Sus manos empezaron a subir por mi torso y la magia murió cuando me apretó sin cuidado lastimándome de nuevo.
--¡Ahhhhh! –me queje apartándome de él para colocar las manos en mi costado como si eso disminuyera el dolor, no lo hizo-
--Joder discúlpame Jin –dijo apartándose rápidamente para verme con el miedo inyectado en sus ojos- lo olvide perdón.
--Des...Descuida –dije mientras las punzadas de dolor empezaban a disminuir- yo igual.
--Dios mío ¿Qué hice? ¿Te duele mucho? –pregunto volviéndose a sentar- quita tus manos para ver si fue grave, si las vendas están manchadas tengo que revisarte.
--Relájate que me preocupas así –dije quitando mis manos para que pudiera revisarme-
--No están manchadas, al parecer fue un roce.
--Que alivio –dije recostándome en la almohada- pero te agradecería si me das un analgésico, duele como el demonio.
--Si, si, si –dijo colocándose de pie para luego salir rápidamente de la habitación, menos de treinta minutos después apareció con un vaso de zumo de naranja y una caja de analgésicos- ten, esto te ayudara.
--Gracias –una vez me tome el analgésico le devolví el vaso para luego cerrar mis ojos- ojala haga efecto rápido.
--Jin lo del beso.
--Descuida, lo olvidaremos –dije con vergüenza de hablar de ello-
--No, quiero que sepas que no me arrepiento de haberlo hecho y que también tengas en cuenta que lo volveré a hacer si tengo oportunidad –eso no me lo esperaba-
