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Su mente era una nebulosa sin principio ni fin. Su forma inexistente merodeaba a través de su cerebro y oscurecía toda memoria y sentimiento a su paso. De alguna forma, se sentía vacía, justo allí donde antes lo tenía todo. Era un terrible sentimiento, pero no tenía forma de detenerlo mientras crecía en su interior sin control alguno. Pero, aunque se sentía debilitada e incapaz de luchar contra ello, respiró hondo en la búsqueda de activar al menos una pequeña fracción de lo que creía perdido en sí misma.
Su cuerpo parecía completamente inmóvil, pero el silencio en el que se encontraba le permitía sentir el constante golpeteo de su corazón, fuerte y en sintonía. No estaba muerta y aquello era una buena señal, pero cuando intentaba entender qué había ocurrido con ella para estar allí, no podía conseguir nada más que el silencio de su propia mente. Pero algo que le preocupaba aún más era el hecho de que no podía recordar su propio nombre. Tenía una pequeña melodía rondando entre sus neuronas, pero no tenía forma de aferrarse a ella para entenderla.
Volvió a inhalar en profundidad, sintiendo su cuerpo activándose lentamente. Era una clase de trance del que parecía que su mente misma no quería salir, pero no podía soportar aquello mucho más: necesitaba volver a la realidad, y enfrentarse finalmente a lo que ocurría a su alrededor, porque una pequeña voz dentro de su mente le decía que estaba en peligro.
Con mucho esfuerzo, comenzó a levantar los párpados. Frente a sus ojos, amplias manchas blancas se presentaban mientras intentaba vislumbrar lo que deparaba para ella fuera de su ensoñación. Debió parpadear un par de veces antes de poder notar las formas a su alrededor, y descubrir que no reconocía en absoluto aquel lugar. Estaba segura de que incluso, con sus memorias intactas, tampoco podría saber donde se encontraba.
-¿Hola? -soltó con voz temblorosa y apagada. Su rostro miraba directamente al techo, pero cuando intentaba girar para ver a sus costados, un fuerte dolor recorría su cráneo de tal forma que la obligaba a mantenerse en posición. Con cuidado, aferró las manos a las mantas que cubrían su cuerpo.
-Señorita Crowell -una voz femenina llegó hacia sus oídos, aparentemente emocionada por verla despierta-. Es bueno ver que ya está despertando. Tiene una fuerza increíble, ¿lo sabe?
