Capítulo I: Princesa Fantasma (EDITADO)

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   Sonó el despertador

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   Sonó el despertador. Las siete de la mañana. Cada día me pesaba más madrugar, era como si mi cuerpo no llegase a recuperarse de todas las tareas que había realizado a lo largo del día. No pude evitar suspirar, no tenía ni la más mínima gana de levantarme. Para colmo, a duras penas había sido capaz de conciliar el sueño. Sin embargo, no tenía excusa pues, si quería llegar a tiempo a Criminalística, no me quedaba otra que ponerme en marcha hacia la facultad y, para bien o para mal, lo primero era salir de la cama.

   A fuerza de repetirme varias veces que tenía que hacerlo sin excusas, me despegué de las sábanas tan suaves y de bello color rosado. Me dirigí al baño, arrastrando los pies, con la intención de asearme y tratar de despertar del estado de vigilia en el que me encontraba. Lavé la cara tres veces, como siempre lo hacía. Era una manía que aplicaba a todo, después de todo, lo paranormal era muy relevante en mi vida y el número tres, no es número cualquiera.

   Me miré al espejo, examinando mis facciones, y no pude evitar fijarme en las marcadas ojeras que acompañaban mis ojos. Sabía que la única culpable de ellas era yo misma pues la doble vida que llevaba estaba pasándome factura. Sin embargo, por el momento no podía cambiar aquella situación por lo que decidí centrarme en el momento presente. Me desvestí mi pijama de fantasmitas, adorable y sin duda mi favorito, lo doblé y me metí en la ducha. Me permití relajarme un par de minutos hasta terminar de secarme con la toalla. Seleccioné rápidamente, y sin pensarlo mucho, un jersey negro oversize, mis vaqueros negros rasgados y mis amadas botas de plataforma.

   Eché un rápido vistazo al reloj de mi estudio y, al descubrir que ya eran más de las ocho y media, pinté mis labios y maquillé mis ojos a toda velocidad. Me subí la mochila al hombro (no sin agradecer a la Perona del pasado que la hubiese dejado preparada) y salí corriendo en dirección a la parada del bus. Por fortuna, el conductor llegaba tarde y todavía no había pasado por allí así que llegué a tiempo.


   Para cuando llegué, los pasillos estaban prácticamente vacíos, sólo quedaba algún rezagado

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   Para cuando llegué, los pasillos estaban prácticamente vacíos, sólo quedaba algún rezagado. Me acerqué a la puerta del aula en la que se impartía Criminalística y la abrí con cuidado. No sabía si la clase ya había comenzado o no y no quería llamar la atención más de lo necesario. Busqué con mi mirada a Moria y Absalom, me acerqué a ellos y me senté al lado del primero.  Este llevaba, como siempre, su pelo púrpura totalmente despeinado. Vestía de negro.

   Absalom había soltado su melena rubia y se dedicaba a cabecear sobre la mesa. Me estaba sacando de quicio, aunque, siempre me sacaba de quicio ya sólo con su presencia. Por otro lado, incluso Moria parecía desganado, algo totalmente impropio de él. Era raro en mi mejor amigo, pues adoraba todas y cada una de las asignaturas del grado. Incluso iba a charlas y convenciones de profesionales en su tiempo libre. De hecho, así fue como lo conocí. Hacía ya un año de eso y la verdad es que su compañía me llenaba de alegría. Fue el primer amigo que tuve.

   —¿No descansaste bien ayer, Moria? —Lo miré con preocupación, obviando completamente a su compañero.

   —Fue imposible. Lola vino ayer. —Mi cara seguramente era un poema. Al momento observé al rubio con indignación.

   —¡Siempre estás igual, Absalom! Tu estúpida novia y tú solo molestáis. —Estaba enfadada con él. Ya no es que fuese precisamente santo de mi devoción. Era un cerdo pervertido y sólo toleraba su compañía por simpatía al de pelo púrpura. Pero si aún encima le complicaba la vida...

   —¡Es ella! ¡Está loca! Viene a timbrar al piso de madrugada. No sé qué hacer. Hasta le parece mal que me lleve contigo y eso que me caes fatal... —Lo miré con rabia y creo que lo notó, pues se puso pálido.

   Jamás sería capaz de comprender como Moria podía entenderse con semejante estúpido. De hecho, estaba a punto de soltarle un improperio, cuando mi amigo comenzó a reírse. Siempre que Absalom y yo discutíamos parecía divertirse. Creo que jamás entenderé el motivo. Era cuanto menos, extraño. 

   —¡No te rías! Que te estaba defendiendo de las malas artes que se trae este. —Señalé al rubio que encogió sus hombros ofendido.

   —No es culpa mía ser tan popular. —Presumió.

   —Si eso fuese cierto, el motivo por el que todas (menos Lola) te persiguen no sería que las espías en los vestuarios... —Acusé.

   —Lo importante es que me persiguen. —Sonrió con orgullo. Este tío me exaspera profundamente, en serio.

   —Absalom, Perona tiene razón. Y lo sabes. —Le reprendió Moria—. Además estoy harto de lo de Lola y tus niñerías. Sabes que los estudios son importantes para mí y no es la primera vez que me desvelo. Si se repite, me buscaré otro sitio para quedarme.

   —Lo sé, tío. Disculpa. Hablaré con ella. —Parecía arrepentido y todo.

   Criminalística se pasó bastante rápido. Probablemente porque con la tontería echamos media clase de cháchara. Pero no importaba, pues había tomado apuntes a pesar de todo. Al llegar a casa, les echaría un ojo y no habría problema.

   Me despedí de mis amigos, si es que se puede decir que Absalom cuenta como uno, y me dirigí a Criminalidad Femenina. Era una optativa que me encantaba, a pesar de no coincidir con ellos.

   Estaba concentradísima en lo que la profesora Cindry contaba, pero unos gritos en mi oído no dejaban de importunarme. Miré de reojo al fantasma que no dejaba de incordiarme y no pude evitar bufar. Sí, fantasma. Has leído bien. Desde pequeña he tenido este "don", si es que se le puede llamar así, porque sobre todo lo que es, es una putada. Pero me permitía ganar un dinero, así que tampoco puedo quejarme.

   —¿Puedes escucharme, verdad?  —No se callaba. Era desesperante—. Soy Hogback, dile a Cindry que la quiero.

   El tal Hogback no dejaba de chillar. Me limité a ignorarlo, no era plan de ponerme a hablar sola delante de todo el mundo.

   Por suerte o por desgracia, en ese momento recibí un mensaje de Kuma. Mi mentor.


—Pásate por Thriller Bark, Princesa Fantasma.

—Voy para allá.


   Ya que no podía disfrutar de la clase, al menos me enteraría de mi próximo trabajo...



Embrujada: Ghost Princess (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora