64| Sus ojos

1.4K 210 564
                                    

Damián.

Sábado 6 de noviembre, 7:00pm

Se veía tan hermosa mientras dormía.

Sin duda estas últimas tres semanas habían sido una tortura para mí pero fue necesario, al menos para aclarar lo que dulce sentía por mí. Todo parecía mejorar y era algo de temer.

—Amor...—murmuré besando su espalda desnuda.

Aquel tatuaje en su espalda que bajaba de manera vertical era simplemente asombroso, ella lo era ¿Cómo demonios había aguantado el dolor al tatuarse las fases lunares? No era miedoso, había pasado por tantas cosas y tanto dolor, incluso físico.

Pero cuando vi aquella aguja para tatuarme esa palabra en mi dedo, por casi me desmayo.

—No tendremos un Damiancito, Damián...—murmuró aun dormida.

No pude evitar sonreír.

Claro que no tendríamos un Damiancito ahora, no estaba entre nuestros planes y para que un niño nazca en una familia feliz, debía ser planeado, no quería que ocurra lo mismo que me pasó a mí aunque tampoco podía comparar.

Yo no sería igual a él. Yo no sería igual a mi padre.

—Cariño —besé su hombro.

Ella no respondió, supuse que estaba cansada así que aproveché el tiempo.

Salí de la cama camine tranquilo hacia el baño para tomar una ducha caliente. Al salir ya más fresco, con un pantalón de dormir negro a cuadros y con un polo del mismo color, noté que dulce seguía durmiendo.

Entonces, caí en cuenta en algo pero no quería molestarla, ni incomodarla. Me metí nuevamente al baño para preparar la bañera con agua caliente para cuando dulce se levantara. Tenía que ser rápido con lo que iba a hacer.

Cuando todo estuvo listo, terminé dejando unas toallas, un pantalón como el mío suelto al igual que un polo gris. Deje todo listo y salí del baño.

Me acerqué a la cama, dejándome caer sobre las sabanas para abrazar a dulce y comenzar a dejar besitos en su cuerpo hasta llegar a su rostro para levantarla.

—Me quieres comer a besos —susurró despertando —Eso no se hace.

—Muchas cosas no deben hacerse pero se hacen...—volví a besar su cachete.

—Ya —abrió los ojos — ¿Qué planes tienes para hoy?

—Te lo diré cuando traigan el desayuno y cuando tú estés fresca como una lechuga —traté de bromear.

Dulce se levantó de golpe, comprendiendo a lo que me refería.

—Mierda, lo había olvidado.

— ¿Debería ofenderme? —Sonreí de lado — ¿Acaso Dulce Spencer ha olvidado lo que hicimos anoche?

—Cállate —se tapó la cara con las sabanas.

—Por favor, no pares —traté de imitar su voz.

— ¡Ay! —Gritó levantándose de la cama —Eres un tonto.

—Un poco —sonreí al verla.

Ella era simplemente perfecta.

—Carajo...—gritó cuando se dio cuenta que salido de la cama completamente desnuda —Cierra los ojos.

La miré con una ceja alzada.

— ¿Por qué? Si ya te he visto desnuda.

—Buen punto, aun así, cierra los ojos...—no le encontré sentido a lo que decía aun así le hice caso.

Prohibido Amar a Dulce ©Where stories live. Discover now