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— ¡Jaeden! — grita Natalia desesperada.

Agarra el teléfono y empieza a marcar al 911, la enfermería del psiquiátrico no esta lista para un accidente así.

— ¡Merece morir, _____ merece a alguien mejor! — grita Athena.

Jaeden cae al piso desangrándose.

— Debí de hacer esto hace tiempo, así no hubiera dañado a ______ — menciona con rabia Athena.

— Jaeden y ella eran felices — responde Natalia.

— No, _____ no lo era.

— ¿Qué quieres decir? — pregunta Jaeden sin aliento.

— Dañaste a _____ desde el inicio. Ella merece a alguien que la ame y cuide, no necesita a un tóxico psicópata de Chernobyl — responde Athena firme.

— Pero yo soy feliz con ella — afirma Martell.

— No, sólo la usas.

Los paramédicos llegaron y se llevaron a Jaeden rápidamente en una camilla. En cambio, a Athena se la llevó la policía por intento de asesinato.

(...)

Jaeden Martell

Despierto abriendo mis ojos lentamente, parpadeo varias veces acostumbrándome a la luz del hospital.

— ¿Qué mierda pasó? — pregunto a Natalia que está sentada a un lado de mi cama en una silla café, está preocupada, puedo verlo en su rostro pálido.

— Estarás bien, Athena ya está en juicio — me responde con tono lloroso.

— ¿Por qué no puedo creerte?

Suelta una lagrima — Hay... hay pocas probabilidades de que sobrevivas, Jaeden.

Al oír esa declaración me congele al instante. Me siento como un muerto viviente, perdí mucha sangre, estoy débil y vulnerable, algo que odio. Pero si este es mi final debo de dejar las cosas bien.

— Necesito ver a ______ — le menciono a Natalia.

— Está en juicio — me responde.

— si este será mi final debo aclarar cosas ¿no crees? Tráemela.

Natalia asiente — Bien, pero no la lastimes más ¿si?

— La vida es dura, ¿cómo no dañarla?

— Solo no seas un cabron.

— Lo intentaré.

(...)

______ Wilson

— Usted será internada en el psiquiátrico de la cárcel por intento de asesinato. Debido a su salud mental que está por el subsuelo la internaremos permanentemente ahí — menciona el juez.

— Pero señoría, _____ no mató ni intentó matar a nadie, fue su trastorno el que lo hizo — aclara el abogado de Wilson.

— Para mi es lo mismo — responde sin importancia el juez — y así se quedará. ____ Wilson, estás condenada a estar de por vida en el psiquiátrico de la prisión.

El aire me hace falta. Oír esas palabras es como si me quemaran internamente. Me hace falta el aire y me debilito lentamente mientras me desmorono el el piso; estoy teniendo un ataque.

— ¡Mire lo que provocó! — grita mi abogado.

— ¡Salgan de la corte, ahora! — ordena el juez.

Mi mirada se dirige a la puerta principal y veo a Natalia con una pistola. Ay no, otra vez no. Natalia empieza un tiroteo y lo único que veo es como las balas plateadas y afiladas atraviesan los cuerpos de todos los presentes en la corte. La sangre volando de sus cuerpos y llenando por completo la habitación es algo satisfactorio para mi, siempre me ah gustado la sangre. En cambio, Natalia, a mi no me daño nada ya que estoy desmoronada en el piso, y estoy segura que nunca me haría daño ella.

Al finalizar el tiroteo se acerca a paso lento a mi y me ayuda a pararme.

— Deben arreglar las cosas tú y Jaeden — menciona ella.

— ¿Arreglar qué? — pregunto confundida.

— Sólo ven.

(...)

— Pequeña — sonríe Jaeden al verme.

Él está en la camilla acostado con la bata del hospital. Sólo tuve que recorrer la cortina azul cielo y ver cómo mi pobre asesino está sufriendo.

— Jaeden — corro a abrazarlo — juro que no quería hacerte esto, Natalia me lo contó todo.

— Tranquila, pequeña, se que no fuiste tú — me acaricia el cabello.

— Soy un peligro para ti.

— No, los dos somos culpables y peligroso uno del otro. Pero estamos hechos uno para otro, somos los mejores ¿o no?

— Sí.

— Entonces tranquila, Athena no me hará daño.

— Pero ya lo hizo.

La máquina a un lado de la cama empieza a soñar repetidamente indicando que el pulso de Jaeden está bajo. Jaeden empieza a buscar aire y deduje que no está para nada bien, le está pasando algo.

— ¡No, no, no! ¡JAEDEN QUÉDATE CONMIGO! — grito desesperada — ¡AYUDA!

— Te quiero, ____— se limitó a responder.

— No, Jaeden, por favor.

— Te esperare en el infierno, pequeña. Te amo, _____. Eres lo mejor que pudo haberme pasado. Aunque tuvimos altibajos te amo y nunca dejaré de hacerlo, la muerte no hará que pierda el amor que te tengo, pequeña.

— Tú no amas.

— Lo hago a mi manera.

Sonrío — Te amo, asesino — lo beso en sus suaves labios y las enfermeras llegan corriendo a hacer su trabajo. Simplemente yo me alejo y me voy a la sala de espera llorando a mares, sólo quiero lo mejor para Jaeden.

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OMG ¿QUÉ PASARÁ?

𝐏𝐬𝐢𝐪𝐮𝐢𝐚́𝐭𝐫𝐢𝐜𝐨| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora