capítulo 1

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31 de julio de 1996

En el número 4 de Privet Drive era un día bastante ajetreado. La única pelirroja de la casa se encontraba haciendo las maletas en el último momento, como siempre. Resulta que Belle Lily Potter se iba de casa con tan solo 15 años. Al irse, se separaba de todo lo que conocía hasta ahora. Pero después de haber estado ahorrando año tras año, por fin consiguió el dinero suficiente para poder irse a vivir a Lima, Ohio. Ella ya sabía lo que haría a hacer nada más llegar, primero se instalaría en un pequeño piso, después iría a una cafetería donde le habían prometido un puesto de trabajo, y luego, pasearía por las calles en busca de aprender el camino desde su casa a su nuevo instituto.

Belle cerró la maleta, porque sí, sólo había llenado una, y con sumo cuidado, la llevó hasta la entrada de casa de sus tíos. Donde tía Petunia la abrazó fuertemente mientras sus ojos se aguaban. Belle era huérfana. Sus padres, James y Lily Potter, unos extraordinarios magos, murieron a manos de Lord Voldemort. Petunia Dursley, la hermana de su madre, se había convertido en su única figura materna. Y Vernon Dursley, en su figura paterna (aunque a él le quería un poco menos).

Tras la muerte de sus padres, a su hermano mellizo y a ella, los llevaron con sus tíos y su primo. Harry y Belle siempre iban pegados a todos sitios, hasta que un día llegó la carta que lo cambiaría todo.

Esa maldita carta.

Esa carta a la que Belle odiaría con toda su alma la vida entera.

Un día del verano de 1991, cuando los mellizos estaban a punto de cumplir los once años, Harry se encargó de recoger el correo. Entre la correspondencia se encontraba una carta dirigida a su hermano mellizo. Pero no había ninguna para ella. Belle no podría formar parte de las grandes aventuras de su hermano, y todo era culpa de la maldita carta.

En el momento en el que sus tíos leyeron la carta miraron a Harry con desprecio y repugnancia. Después de que volvieran a encerrar a Harry en la alacena que compartían tía Petunia se acercó a Belle y la estrechó entre sus brazos. Solamente Petunia Dursley sabía todo el dolor que sintió Belle Lily Potter. A pesar de que la pequeña no supiera muy bien lo que estaba sucediendo, supo que a partir de ese momento su vida sería distinta.

Y vaya si lo fue. La primera vez que Harry partió a Hogwarts prometió a su hermana que estarían en contacto, pero no lo cumplió. Belle no sabía cómo enviar una carta a Hogwarts y, solamente recibió tres cartas en todo el año escolar. La primera fue de Harry, que le contó que había sido seleccionado en Gryffindor (entonces Belle no sabia que era eso, pero Petunia se lo explicó) y que había congeniado con un chico pelirrojo llamado Ron Weasley. La segunda carta fue el 25 de diciembre, donde le deseó feliz navidad y también mencionó a una tal Hermione Granger . La tercera y última carta ni siquiera la escribió Harry, fue Dumbledore el que la envió diciéndole que su hermano había estado inconsciente tras enfrentarse a su profesor de defensa contra las artes oscuras. Cuando Harry regresó para las vacaciones de verano apenas habló con ella y si lo hacía era de una manera muy seca y siempre añadiendo la palabra squib. La cual no entendió hasta que, revisando entre los libros de su hermano, Belle leyó algo sobre los estatus de sangre y conoció su significado. 

Una noche a finales de verano Belle se despertó por culpa de un fuerte golpe en la habitación de al lado, la de Harry. Ella salió de la cama pensando que su hermano se podría haber caído o algo así. En la puerta de la habitación vio a su tío abriendo los cientos de cerrojos con una expresión de enfado rozando la locura. Cuando por fin vio el interior de la habitación puedo observar un ¿coche volador? donde había tres pelirrojos con el baúl y la lechuza de Harry. Su hermano hizo contacto visual con ella dos segundos en los que no vio un mínimo deje de arrepentimiento. Su tío corrió hacia Harry intentado retenerlo, pero lo único que consiguió fue caerse por la ventana y dejar que los chicos se fueran. Su tía y primo corrieron hacia la ventana, acción que imitó, y los tres vieron con preocupación al hombre que, colérico, gritaba maldiciones mientas se levantaba. 

No volvió a ver a Harry hasta el siguiente verano. Durante esos meses de vacaciones Belle intentó hablar con su hermano, pero él no estaba por la labor. Harry, las pocas veces que interactuaron, solo le repetía que sus padres estarían decepcionados de ella y que no quería tener que socializar con una squib que solo servía para estorbar. Tía Petunia fue un gran apoyo para la pequeña Potter durante los siguientes meses, principalmente porque ella había estado en la misma situación. Un día de julio, mientras Belle paseaba cerca de su casa, vio a un flacucho perro negro que la miraba fijamente, y, hasta podía jurar que le vio esbozar una casi imperceptible sonrisa. Volvió a ver a aquel perro varias veces a través de su ventana, a punto de adoptarlo estuvo después de verlo continuamente. Su tía Marge pasó una semana con ellos, y como no, Harry el último día la inflo. Pero tampoco pudo hablar con el sobre eso, porque esa misma noche se fue. Durante ese año Belle descubrió que si ahorraba en unos años se podría ir a Estados Unidos.  Y así, ahorrarse el sufrimiento de ver la habitación de su hermano todos los días y que, él, no estuviera ahí.

Volvió a pasar un año. Sus tíos le compraron un ukelele, de esa manera pudo evitar escuchar las peleas de su única familia (sus tíos, su primo y su hermano) durante todo el verano. Empezó a interesarse por la música, escribió sus propias canciones y aprendió a tocar sus favoritas. Su hermano se tuvo que ir a mediado de agosto para ver un partido de un juego al que jugaban los magos. Así fue como se sumó un año a la lista de los que Belle pasó distanciada de su hermano.

Durante ese año Belle consiguió ahorrar 855 libras, el equivalente a más o menos 1131 dólares estadounidenses. Es decir que con ese dinero podría alquilar un piso pequeño en Ohio, y aún así le sobraría un poco de dinero.

Volvió el verano y Belle, ya con 15 casi 16 años decidió que se iría a estado unidos ese mismo verano. Cuando se lo dijo a sus tíos ellos la apoyaron, incluso se ofrecieron a pagarle el viaje (a pesar de que ella tenía dinero suficiente para pagarlo). Su hermano en cambio, solamente se limitó a asentir y se encerró en su cuarto. Esas reacciones frías por su parte dolían horrores a su melliza. Pero eso era algo que Harry no sabía, o simplemente, ignoraba.

Belle llegó al final de las escaleras respirando pesadamente debido al arduo esfuerzo que estaba haciendo al bajar tanto peso con su escasa condición física. Su tía la ayudó a arrastrar la maleta hasta la puerta donde la miró con ojos llorosos. Antes de dejarla decir nada Petunia la envolvió con sus brazos dándole un cálido abrazo.

— Cielo — empezó a decir la más mayor separándose del abrazo — te voy a extrañar muchísimo.

— Yo más, te lo aseguro. — dijo Belle con lágrimas en los ojos.

Las dos esperaron pacientemente a que Vernon y Dudley volvieran del largo paseo que habían decidido dar unas horas atrás. Cuando llegaron ambos se despidieron afectuosamente de la pelirroja. La única persona que no le dijo nada antes de subir al taxi fue su mellizo. El había estado debatiéndose durante un largo periodo de tiempo, si bajar a despedir a su hermana o simplemente mirar como su taxi se alejaba a lo largo de Privet Drive. Ya os podeís impaginar que decidió hacer.

En el taxi una melancólica Belle miraba a través de la ventana sin fijar su vista en ningún sitio, imaginado como iba a ser su vida desde ese momento. Sin saberlo había tomado la mejor decisión de su vida, a pesar de que su hermano no estuviera incluido en ella.

𝐇𝐨𝐦𝐞,  𝘚𝘢𝘮 𝘌𝘷𝘢𝘯𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora