One shots | Draco Malfoy

Esto no ha pasado.

*contenido +18*

Moon

Mi espalda estaba presionada contra la dura pared de la Torre de Astronomía, mientras que el alto hombre de pelo platinado y olor a perfume caro, salpicaba besos por mi cuello.

—Draco —jadeé, entrelazando mis dedos en su pelo.

Llevábamos más de 20 minutos besándonos y acariciándonos. Respirando el mismo aire sin despegarnos ni un centímetro.

—Moon, tengo que volver —susurró contra mis labios, separándose un poco y haciéndome gemir por la falta de contacto.

Nos miramos aturdidos, intentando recuperar el aire que nos había empezado a faltar.

—Esto... —comencé, pero él negó con la cabeza, en señal de silencio.

—Ahora me tengo que ir, pero si hoy después del toque de queda, apareces en la puerta de mi habitación, lo tomaré como que no te has arrepentido —susurró—. Y si yo también estoy ahí para abrirte la puerta, significará que tampoco lo he hecho —dijo robándome un último beso y saliendo de la Torre.

Me quedé paralizada alrededor de 20 minutos. Estaba parada allí, con la mirada puesta en el espacio vacío que, hacía unos segundos, lo ocupaba él.

Mi cabeza daba vueltas y se repetía una y mil veces que eso no podía suceder.

Conocí a Draco ese mismo año. Repetí séptimo año debido a mis bajas calificaciones, por lo que, cuando llegó el nuevo maestro de pociones, yo estaba ahí.

Recuerdo el primer día que lo vi. Tan joven, tan alto y tan guapo. Calculé que apenas tenía los 25, y no me equivocaba; tiempo después corroboré que tenía 24. Empezó como maestro de prácticas, pero se acabó haciendo un lugar en el elenco de profesores.

Me encantaba. Tenía una gran fascinación por él. Un amor platónico que nunca pensé que sería correspondido. Pero las normas de Hogwarts estaban muy claras: estaba totalmente prohibido tener una relación con un profesor. Además, él sería el que peores consecuencias tendría: lo echarían.

🌙

Caminaba de un lado al otro con nerviosismo, mientras que mi amiga me miraba extrañada desde su cama.

—¿Estás segura de que te encuentras bien? —preguntó.

Desde que llegué no había podido disimular mis nervios. Caminaba de un lado al otro como una loca, mientras mordía la piel de mis dedos.

—Perfectamente —contesté. —Me voy a dar una ducha —anuncié, caminando hacia el baño.

—Pero faltan 20 minutos para la cena —dijo. —Llevas así desde que llegaste.

—No tengo hambre, ve tú —contesté, cerrando la puerta antes de que pudiese decir nada más.

Quité mi ropa, junto a la interior. Dejé las prendas en el suelo, para luego abrir el agua.