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La enfermera que entró hace una hora para ver cómo estaba, esta vez vino con una bandeja y apuntó unas cosas en unos papeles.

― Ahora que estás despierta tienes que intentar comer algo, ¿vale? Volveré en un rato a por la bandeja. ― y después de decir eso se largó. Miré sin apetito la comida que tenía en frente y opté por intentar comerme el yogur de fresa. Sabía a mierda.

Mientras mantenía la misma cucharada de yogur en la boca miré a Chan, que seguía dormido en la misma posición de hace un par de horas. Se le veía tan tranquilo y acuchable que solo tenía ganas de abrazarlo y no soltarlo. Seguía sin entender por qué había insistido en quedarse en vez de irse a casa y descansar debidamente.

Terminé de comerme el yogur y dejé el envase vacío y la cuchara sobre la bandeja, que la puse sobre la mesilla que tenía al lado. Me tumbé de nuevo y me le quedé mirando como una tonta.

― Siento que me estás viendo hasta los poros. ― susurró y enseguida me alejé de él, avergonzada. Sonrió un poco y fue abriendo los ojos.

― ¿Has podido descansar? ― hizo un sonidito de afirmación y sentía su mirada clavada en mi mejilla derecha, como siguiera así me iba a ver algo más que los poros. Se sentó y le vi calzándonse. ― ¿Te vas? ― pregunté mientras le seguía con la mirada.

― Sí, al baño. ― contestó y salió de la habitación, dejándome sola. En lo que volvía, escudriñé el cuarto. Era blanco, pequeño y simple, a parte de la camilla había un par de mesillas a los lados de ésta y una pequeña televisión sobre el mueble que tenía a unos metros de mí.

Jugué un rato con la sábana mientras pensaba en que solo quería salir del hospital y volver a intentar lo de anoche hasta conseguirlo. No era justo que me mantuvieran con vida si no quería estarlo.

Me levanté de la camilla como una señora de noventa años por cómo me dolía todo el cuerpo y fui arrastrando los pies descalzos hasta la ventana cerrada. La abrí y me asomé, y para vuestra sorpresa y para la mía, no había nada interesante, un jardín. Me paseé por la habitación y busqué el mando de la televisión para encenderla y que hubiera algo de ruido, era agobiante que solo hubiera silencio.

La enfermera de antes entró mientras miraba los canales que había en la televisión.

― Veo que te puedes mantener en pie, le informaré al doctor Lee a ver si te puede dar el alta. ― salió cuando cogió la bandeja y Chan entró casi al instante de haberme quedado sola de nuevo. Me senté al borde de la camilla y empecé a mover los pies para adelante y para atrás mientras miraba al suelo.

― ¿En qué piensas? ― preguntó y se sentó a mi lado, empezando a mover los pies igual que yo.

― ¿Es normal que me sienta así? Como muerta en vida... ― contesté sin mirarle y sentí que me comenzaban a escocer de nuevo los ojos. ― No quiero estar aquí Chan... ― solté con sinceridad lo que llevaba pensando desde hacía demasiado tiempo como para ponerle una fecha concreta.

― Pues vámonos de aquí. ― negué, le vi mirándome con una mueca que no supe cómo interpretar y al final subí mis piernas a la camilla para abrazarlas.

― No me refiero a eso... ― dije contra mi piel y apoyé la barbilla sobre mis rodillas para tener una vista de su espalda, que subía y bajaba despacio, con tranquilidad. Pensé que literalmente quería decir que nos fuéramos del hospital para ir a otro lugar.

― Sé que no te referías a eso... ― se giró e imitó la postura en la que estaba sentada, quedándonos cara a cara, aunque había un espacio -que me parecía enorme- que nos separaba. ― Ojalá pudiéramos irnos lejos... Y empezar de nuevo... Juntos... ― jugué con mis dedos mientras le escuchaba y los ojos empezaron más que escocerme.

smile. [ Bang Chan y Kim Seungmin ]Where stories live. Discover now