Tus Deseos Son Mis Ordenes; Wandanat

Despertar

Cuando Steve abrió sus ojos, lo primero que pudo divisar fue una mano sobre su rostro, podía sentir dos dedos fríos sobre su frente, pestañeó varias veces, moviéndose para quitar aquella mano de enfrente y cuando por fin lo hizo, divisó a la persona que menos deseaba ver en ese o cualquier momento. Natasha.

— ¡Alabada sea yo! —habló la mujer pelirroja con altanería, girándose para ver a alguien a su lado, a quién ella también desvió su mirada... conocía a aquella chica, sólo que no recordaba su nombre —Has hecho un excelente trabajo Carol—¿Carol? ¿Carol Danvers? Si no se equivocaba ese era su nombre —. Puedes marcharte, te retribuiré luego.

— Si hay algo mal con ella, que lo dudo, avísame.

— Por supuesto que lo haré —la joven rubia salió de la habitación sin dirigirle una palabra y Natasha miró su teléfono, ¿Tenía un teléfono? ¿Desde cuándo? Si Dios era justo, no le pediría su número —¡Steve, Stevi, Stevenson! —odiaba que lo llamara así, la odiaba ¿Por qué era ella lo primero en ver al despertarse en la mañana? ¡¿Por qué?! —¿Te ha gustado tu larga siesta de un mes?

— ¿Qué? —por fin habló, mirando a Natasha con su ceño fruncido —¿De qué hablas?

— Wow, cariño, no te alteres —Natasha lo miró con ¿preocupación? No, debía tener diarrea de seguro, ella nunca la miraría con nada más que soberbia y altanería —Acabas de despertar y comprendo que estarás confundido... pero sí, estuviste en un coma por un mes.

— Deja de bromear, no hay manera de q —de repente calló, recordando lo último que había vivido, había dejado a Mary en su escuela y de repente un auto la chocó, justo en el semáforo, un estúpido sólo se saltó la luz roja y la chocó en frente de la escuela de su hija —¡Mary! ¡¿Dónde está Mary?!

— Calma... yo he cuidado de ella como si fuera mi prop-

— ¡¿Que tú qué?! —la máquina que mostraba el pulso de Steve comenzó a pitar de manera apresurada justo como su corazón —¡¿Dónde está mi hija, Natasha?!

— ¡Hey, cálmate! Está en camino, Wanda fue por ella, la traerá enseguida.

— ¿Wanda? ¿Dejaste a mi hija en manos de tu amante? —la máquina continuó pitando cada vez más rápido, si no se calmaba pronto vendrían los médicos —Creo que voy a morir... ¿Le confiaste mi hija a tu "dueña"?

— ¡No es mi dueña! ¿Acaso quieres morir? —Steve sólo soltó una risa —Cuando termines de reír ¿podemos hablar de Helmut Zemo? —al escuchar aquel nombre Steve se erizó por completo, sintiendo un escalofrío recorriendo su cuerpo a tal punto que se abrazó a sí misma. Ante aquella reacción Natasha la miró con su ceño fruncido —¿Por qué estás aquí, Steve?

— Ese hijo de perra-

— Cuida tu lenguaje.

Steve chasqueó su lengua, mirándola con una ceja alzada.

— No es el momento para darme una charla de mi vocabulario...

— ¿Qué sucedió con él?

— El hombre que iría a prisión por el homicidio del esposo de aquella mujer que estaba siendo acusada, con las pruebas que me diste la última vez que hablamos, cuando te di tu nueva... vida, o lo que sea —Natasha sólo asintió —, era un familiar suyo, así que vino a verme la tarde anterior al juicio ¡Amenazándome en mi propio despacho!, por supuesto que lo mandé bien al carajo —notó como la pelirroja estrechó sus ojos al oírlo hablar así, sin embargo, no prestó atención y debido a que ella no lo interrumpió, continuó hablando —Pero... días después del juicio, cuando declararon su sentencia, había estado sintiéndome observado, de hecho muchas veces sólo pensé que eras tú molestándome, así que decidí ignorarlo... hasta que ese día simplemente ocurrió el accidente... estoy seguro de que fue él.