CAPITULO 5

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Katia

Eres una profesional Katia.


Eres una profesional Katia.


Eres una profesional Katia.


Me repito esas palabras una y otra vez mientras observo como el obispo Santori está obligando a un niño a hacerle un oral. ¡Soy madre por Dios santo!. La cara del niño desconocido se cambia por la de mi Adriel y me es imposible retener las lágrimas de impotencia para no echar a perder el operativo.


Eres una profesional Katia, que no suceda lo de hace 5 años atrás. Ya no eres una ingenua eres una comandante y una madre excelente.


—Madre, ¿Lista para nuestra cita?. — volteo la mirada y me encuentro con Winfrey. Debo decir que no está de mal ver. Es joven; unos 28 o 30 años quizás, de cuerpo musculoso con un poco de sobrepeso pero sin perder atractivo, cabello castaño casi rubio que me recuerda a Oscar y unos ojos café que volverían loca a cualquier mujer, lástima que no funcione conmigo.


—Aún no, si me permite debo ir a asearme, Dios no quiera que hablen mal de sus hijos por supuesto.


—Vaya tranquila, la estaré esperando en la puerta de la parroquia de enfrente.

Paso de él quitando la sonrisa o mejor dicho la mueca que mi rostro tenía por expresión facial dando a entender el desagrado que me dan todos los que dicen ser “religiosos” y bajo la sotana no son los pastores amorosos que dicen las Escrituras, sino lobos vestidos de oveja manchando el buen nombre de Dios. Millones son ateos, agnósticos o no creen en la religión y con toda la razón del mundo.
Apresuradamente entro en mi supuesta habitación y desbordo entre llantos y maldiciones silenciosas.


—Comandante, ¿Se encuentra bien?. — Oigo al teniente por el audífono. Casi no puedo hablar pero tomo fuerzas de no sé dónde y me aclaro la garganta para contestar.


—Perfectamente teniente, solo dejes del oficio no se preocupe, soy una profesional.


Tocan la puerta y voy a ver quién es poniéndome presentable. Si es el obispo enamoradizo, sacaré mi navaja suiza y le sacaré los ojos, ya me tienen hasta los cojones con tanta melosidad, pero al abrir la puerta.

—Kati. — el abrazo de mi amiga me hace poner los pies en la Tierra dejándome ver porque me hice policía y porque soy quien soy. — no te preocupes ya pasó, piensa que Adriel está feliz, con Cristina en la casa haciendo su tarea o que juega con su camión de juguete en el colegio en los recreos ¿Si?. — asiento aún entre lágrimas los recuerdos y pensamientos de lo que pasó. Los gritos, los disparos… Él.

—Tienes razón Gaby.


—¿Estas más tranquila? ¿Te traigo agua?.


—Estoy bien, gracias.


—¿Segura?.


—Si, sabes cómo me pongo con este tipo de operativo.


— Si claro que sí — envuelve sus brazos a mi alrededor y no sabía que lo necesitara tanto. — todo va a estar bien ya tenemos suficientes pruebas para encerrarlos.


— Gracias Gaby.


— Para eso estamos las amigas.

Luego de tan emotivo momento la coronel se va y me deja preparándome . Ya me tardé demasiado pero no me importa por mi que esperen un siglo o un milenio total que la que está riquísima soy yo.  Estos malnacidos ni deberían estar respirando.


Bajo vestida y fingiendo la actitud de mí personaje justo como ella dicta.


Me dejan salir de la institución y justo como dijo ahí está él vestido de civil. Yo en cambio llevo una blusa color crema combinados con un pantalón jean.

— ¿Nos vamos?. — arquea el brazo en señal de invitación por lo cual acepto.

Andamos por algunas calles hasta llegar a una cafetería que mientras nos sentamos en los taburetes escucho sus elogios a mi persona.

— Estás hermosa Rose.

— Gracias. — su rostro se acerca peligrosamente al mío ¿Me va a besar?. Mi mano lo detiene del acto y es como un balde de agua fría para el, que lo hace pisar tierra firme y espabilarse.

— Lo siento. — afirma avergonzado.

— No importa es que no quiero darte ilusiones ¿Qué te parece si esperamos otro poco más?.

Su media sonrisa me hace ver que hice un buen trabajo. — si así lo prefieres te respeto, yo estaré esperando por ti Rose.

Un zalamero de primera este.

Luego de tan agradable velada y de despedir a Richard me comunico con todos; ya es tiempo de terminar con este operativo, me pican las manos de atrapar a estos malnacidos y verlos pudrirse en prisión o mejor, con una bala en el cráneo.

Agente Vásquez Where stories live. Discover now