XXI - Amanda 11

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Aquel día tenía una cita por la noche con Christian

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Aquel día tenía una cita por la noche con Christian. Susana había insistido tanto en que la aceptara que no pude seguirme negando. Quizás lo hacía porque conocía mis sentimientos, y sabía que en el fondo, sufría. Ella quería que olvidara a Jeffrey, pues insistía en que pensar en él y en lo que pudo ser y no fue me haría mucho daño. Insistía además, que pensar en quimeras era atentar contra el tiempo, y que yo ya era una terrorista en ese rubro, sobre todo por lo impuntual que había sido en mi vida.

—No llegues tarde —insistió —. El tiempo de los demás es valioso.

Y me perdí en mis pensamientos otro rato. Me preguntaba sobre el enigmático significado del tiempo. Cada quien cree que lo posee pero no tiene la certeza de cuánto tiene. Puede decir un día: "hoy tengo 4 horas para dedicar a tal cosa", pero, ¿quién le asegura la vida? Sé que estoy siendo extremista, pero es una verdad irrefutable. No buscaba más excusas para justificar mi impuntualidad. Estaba de acuerdo con Susana que era una terrorista, que había robado ya mucho tiempo de otras personas. Pero no es que fuera como en la película "El precio del mañana", donde literalmente me hubiese robado su tiempo. Al fin de cuentas, no me lo robaba. En la mayoría de las ocasiones yo era la que salía perdiendo. Es un tema del que ya he hablado en esta historia. Perdí dinero, amistades, oportunidades, pero también me permitió conocer la bondad y la comprensión de algunos.

— ¿No crees que he mejorado mucho en eso, Susana? —pregunté

—Sin duda que sí, cariño, pero debes aceptar que aún queda mucho camino por recorrer para recuperar la confianza de las personas.

Y sí, tenía razón. Se trataba de eso, de respetar a los que amas, de valorar su esfuerzo por ser puntuales, de entender que intentan usar su tiempo de la mejor manera. Era una cuestión de ganarse su confianza.

— ¿Me ayudas con mi vestido para esta noche? Eso me daría mucho tiempo hoy, y podré ser puntual.

—Claro que sí, Amanda. Como tu amiga, y como la culpable de que tengas esta cita, no puedo negarme. ¿De qué color lo quieres?

—Escógelo tú —pedí—. Tienes mejor sentido de la moda que yo y sabes bien qué me vendría mejor.

—Puede que tenga mejor sentido de la moda, pero eso no me ayudó a conseguir un ascenso —Se defendió.

—Al menos, tú conservas tu trabajo aún —dije. Ella notó la tristeza en mis ojos.

—No te preocupes Amanda, paso a paso. Después de que mejores la puntualidad de una vez, seguiremos con la constancia. Ya tendrás un nuevo empleo —Sus palabras eran consoladoras.

Me volví a perder en mis pensamientos. Esta vez analizaba mi experiencia en el trabajo. Fue un tiempo de mi vida dedicado a él. Entonces comprendí que hay otras formas en que se puede robar el tiempo. Puede que alguien piense que estar en un lugar donde no quiere estar, trabajar en algo que no le gusta o dedicar mucho a una relación que al final no funciona, es una forma de perder el tiempo, o de dejar que se lo roben. Sin embargo, yo lo veía desde otra perspectiva. A veces terminamos ahí sin poderlo evitar, en una relación que al final se termina, en un trabajo que no nos gusta o en un simple lugar donde no queremos estar, pero en todos esos casos es nuestra actitud la que hace la diferencia. Si aprendemos a encontrar lo mejor de cada cosa, el tiempo no es perdido, sino aprovechado, y se convierte en experiencia. Esa experiencia nos llevará a encontrar un mejor trabajo, o elegir un mejor lugar, o tener una nueva relación donde sea posible creer en un mejor futuro.

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