Dioses de Egipto: Anubis

18. Encadenar un alma

Pero la voz tampoco llegó, entonces se preguntó si el realmente había hecho bien su trabajo, por primera vez dudaba de si mismo, lo había perdido todo, había deseado poder entregar su corazón, de esa forma al menos no le dolería tanto perderla. El casco pesaba sobre sus hombros y decidió descansar de el aunque quería descansar de todo. Todo el lugar estaba en oscuridad después del ritual cuando las velas se apagaron lo único que quedaba para iluminar eran  las puertas y ventanas abiertas que recibían el atardecer del Duat.

— han pasado años desde la última vez que te Vi sin casco

— Lárgate si no quieres volver a tener tus partes regadas por el nilo

— Horus despertó

— felicitarlo de mi parte, mi mujer sigue sin vida

— lo lamento— Osiris trato de sonar lo más real posible realmente sentía lo que le había ocurrido, le había costado tanto recuperarse de lo de Hathor y ahora Menet parecía nunca ser feliz. Además aquella humana también era su hija, lo sabia la había seguido tantos siglos en esa niñez eterna en la que la sumió su madre para protegerla de Isis y luego la dejo ir tanto protegerla para que apareciera justo en el lugar donde iba a morir.
La mano de Anubis se cerró al rededor del cuello del dios resucitado.

— Sabes como mate a tu mujer?— miro profundo a los ojos del dios y este pudo sentir la fría oscuridad— Deje salir lo más oscuro de mi para devorarla y escuchar sus gritos de dolor mientras me alimentaba con su sangre— dijo mientras la mano ejercía presión sobre la tráquea del contrario y Osiris de repente se sintió más pequeño.

— disfrute de sus gritos y aún en este momento oírla gritar me tranquiliza yo la asesine a mi madre a mi compañera a la que creí me había salvado alguna vez y crees en serio que podría perdonarte a tí

Osiris no dijo ni una palabra de cualquier forma no podía hacerlo, Anubis lo soltó y el se aclaró la garganta

— No le temo a la muerte— dijo con seguridad

— pues deberías tengo amigos que te atormentarian por siglos justo cómo haré con Isis hasta que decida yo o me obligue Ra a qué su alma vuelva. Podría hacerte sufrir por la eternidad hacerte pagar por lo que hiciste

— Me amenazas?

— Te advierto que te alejes de mi, sabia  que Horus iba a despertar en cualquier momento ahora lárgate.

— sin importar cuando me odies a mí o a Isis ella es mi hija, yo la cuide en su niñez en Egipto cuando tú ni siquiera sabías de su existencia me debes a mi su vida.

— Y también puedo cobrarte a ti su muerte, lárgate!

Y así lo hizo, escucho los pasos del dios alejarse hasta que ya no hubo ningún ruido en aquel lugar y volvió a la ventana, la ventana que Menet siempre miraba porque había descubierto que los atardeceres en el Duat eran hermosos y ahora el también lo sabía y la esperaba, una palabra era todo lo que necesitaba un susurro para saber si estaba muerta y la había encadenado a él cualquier cosa para sentir que no la había perdido para siempre, apretó con sus manos pálidas el marco de la ventana hasta que creyó que lo romperia

El olor de la hierba fresca y del viento de Egipto llegó hasta el, olía como una mañana fresca de primavera cuando las flores del jardín comenzaban a abrir sus capullos, quizás era Hathor pero no se volvió para mirar no quería ella venía a decirle que Horus había despertado o a disculparse por la muerte de Menet y eso solo hacia más grande su pena.

Unas manos acariciaron sus hombros y el susurro hizo que su corazón volviera a latir

— gracias por volver por mi

Asombrado la miro su cabello oscuro y largo como si hubiesen pasado años desde la última vez que la miro, su piel estaba más pálida y las sedas en su cuerpo parecían resaltar esa palidez ella acaricio su rostro y el disfruto ese contacto incapaz de decir una palabra. Se parecía a el ahora de cierta forma también parecía un fantasma

— Amo verte así, como realmente eres — dijo mientras acariciaba sus mejillas y sonreia y el se preguntó si era su alma quien lo visitaba — Estoy viva mi amor tú me trajiste de regreso la oscuridad fue mi camino porque la luz me cegaba e impedía mis pasos, cuando todo se oscureció pude ver el camino para volver a ti.

Anubis lo entendió durante el ritual y después de el la luz siempre estuvo presente, la luz de la vida pero ella era como el su consorte y como bastet miraba atraves de la oscuridad el verdadero camino . Ella estaba viva la divinidad pesaba en su espalda y le otorgaba más luz, incluso había crecido y la piel en su pecho parecía soldada como la de otros dioses. Era como el ahora.

— Creí morir cuando no regresaste, cuando tú corazón no palpito— puso la mano en su pecho y la vida retumbó contra su palma — cuando tu piel parecía perder el color quería arrancarme la vida y ponerla en tu cuerpo quería verte vivir. Ancle tu alma a la mía para que me siguieras por la eternidad lo siento.  — dijo mientras acariciaba su cabello

— no lo sientas, estabas desesperado yo hubiese hecho lo mismo de haberte perdido. — pegó su frente a la del dios agradecida con el, con su devoción lo amaba más que nunca— Te seguiré por toda la eternidad, en esta vida y en todas las que tengamos que vivir porque tú eres mi fuerza y te amo

— Navegare cualquier tiempo, esperaré cada vida encontrarte otra vez, viviré para ti y moriré por ti porque eres mi igual y mi refugio eres mi vida entera

Anubis beso los labios de Menet y ella correspondió el beso, el busco en su bolsillo la daga y corto ambas palmas para unirlas este era el momento ella lo había creado había hecho su voto casi sin darse cuenta

— esta unión trascendera vidas porque yo soy tuyo y tú eres mía — giro su palma hacia arriba esperando que Menet aceptará el trato y la tomara  y luego de unir las palmas el entrego a Menet el anillo que la coronaba como su consorte.

— Nos hemos casado?— pregunto sorprendida

Anubis sonrió — así es ¿estás arrepentida?

— Pasaré el resto de mi vida contigo, jamás me arrepentiría de eso— volvieron a besarse y Anubis se tumbo con ella en sus brazos, los dorseles de la cama se veían más brillantes, la noche caía lentamente y con su mujer en sus brazos todo parecía estar bien.

—no sabía que así eran las bodas es que las bodas humanas son diferentes

—podemos tener una boda humana— dijo besándola nuevamente era feliz ahora, sus corazones palpitaban en la misma sintonía, estaban juntos para siempre.

— más tarde enviaré a los embalsamadores a qué inviten a los dioses a la boda y que decoren la pirámide para nuestra unión, y tú te pondrás un tocado hermoso con las joyas más bonitas porque eres la esposa de un dios y eres una diosa.

— una diosa?— nunca había creído que podía ser una.

—la reencarnación de Bastet hasta cierto punto, su hija podrás escucharla cuando lo necesites está contigo ahora.

— Murió por mi? — pregunto entristecida y el dios la miro directo a los ojos.

— Si hubiese podido hacerlo yo lo hubiese hecho, pero solo yo sé hacer el ritual para devolver la vida — beso los labios de su esposa — ella te amaba muchísimo

Menet se abrazo a su esposo y escucho sus corazones palpitar, eran iguales morir había sido lo más difícil que le había ocurrido, era como estar terriblemente enferma y al mismo tiempo confundida y lo que más odio fue que creyó iba a perder al único hombre que realmente amaba.

Ahora estaban  juntos para siempre