Capítulo 31.

982 142 2
                                    

Del sufrimiento han surgido las almas más fuertes; los caracteres más masivos están marcados con cicatrices.
Khalil Gibran

JULIANA

Miro fijamente estupefacta la propiedad que tenemos ante nosotras.

―¿Esto es tuyo?

Asiente con la cabeza.

―Hogar, dulce hogar.

El lugar es precioso: ladrillos de época con grandes ventanas y una puerta de entrada arqueada. Los arbustos bordean el camino hasta la puerta. El cristal parece una vidriera, pero no puedo estar segura con esta luz.

―Es precioso.

―Lo es ―Asiente. Se queda junto a la camioneta, con los ojos tan oscuros como siempre y la mandíbula tensa.

Emana tensión. Hace que mis nervios se disparen.

―Deberíamos irnos ―le ofrezco, pero ella da un paso adelante.

―Quiero enseñarte algo. ―Me toma la mano. Me agarra con fuerza.

La sigo en silencio, aterrada de romper el momento que estamos teniendo. Las revelaciones están rodando y no quiero que se detengan. Quiero conocer a la mujer detrás del monstruo, mirar las sombras detrás de sus ojos y descubrir los secretos allí.

Me guía por el costado de la casa, abre una puerta y entra. Estoy emocionada. Nerviosa. Mi corazón palpita con cada paso. Pulsa un interruptor en la pared y todo el lugar cobra vida frente a mí.

No puedo ni respirar.

Estamos en el borde de un balcón mirando por encima de las barandillas de hierro forjado. La vista es impresionante, igual que en las colinas. Solo que esta vez hay un nivel más abajo, y ese nivel tiene una piscina. Está salpicada de luces de ambiente doradas. El agua brilla como si respirara.

―Guau ―digo―. Simplemente... wow...

No dice nada.

―¿Todo esto es tuyo?

―Lo hice instalar hace unos años.

―Es increíble. ―No puedo contener una sonrisa, no puedo evitar querer un baño en la oscuridad.

Ella lo sabe.

―Adelante ―dice y me hace un gesto para que baje los escalones.

Me agarro con fuerza a la barandilla mientras bajo.

―¿Bañarme desnuda? ¿Quieres que me bañe desnuda?

Sé que está sonriendo detrás de mí.

―A menos que quieras nadar con mi chaqueta.

―Quizás deberías dejar de arrancarme la ropa. ―Me río.

―Eso no va a pasar.

Oh, cómo sonrío.

Miro a mi alrededor antes de lanzarme. Hay una luz encendida en una casa vecina muy por encima, pero ninguna otra señal de vida.

―¿Te unes a mí? ―pregunto mientras desliza su chaqueta de mis hombros. Sonríe mientras la cuelga de una barandilla.

―Esta noche no.

Mi corazón se desploma.

Tiene que hacerlo.

La piscina no tiene ninguna barrera en el otro lado, solo una suave cornisa que da a la nada. Me imagino nadando hasta la caída, contemplando el mundo iluminado por la luna.

𝐂𝐚𝐫𝐧𝐚𝐝𝐚 ; 𝐉𝐲𝐕Where stories live. Discover now