Capítulo 37.

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De los deseos más profundos suele surgir el odio más mortífero.
Sócrates

JULIANA

No hay dónde correr en este lugar. Está completamente cerrado. La única forma de salir es volver por donde vine. Pasando por delante de Guillermo.

Él lo sabía.

Por supuesto que lo sabía.

Está jugando conmigo.

Caigo de rodillas y me rasgo las uñas aflojando la cuerda de mis tobillos.

No puedo sacarlo de mis muñecas, pero es mejor que nada.

Al menos significa que puedo moverme sin cojear.

Apenas hay luz para ver. Me pregunto si eso facilitará que me esconda en lugar de huir, pero sospecho que Guillermo conoce este lugar demasiado bien para eso.

Todavía puedo escucharlo ahí atrás, sacando recipientes desde su camioneta. El rechinar de las ruedas sobre el asfalto.

No quiero imaginar lo que está haciendo. El tipo está jodidamente loco.

Es muy fácil que mi mente me juegue una mala pasada aquí. No tengo nada más que el aire, saltando como si el fantasma de Mariana estuviera aquí afuera conmigo, como si me llamara a unirme a ella.

No quiero unirme a ella.

Es cuando los ruidos cesan que sé que estoy en problemas.

Mi respiración se acelera. El silencio es grande mientras me esfuerzo por oírlo.

Este juego debería ser familiar, pero no lo es.

Es cualquier cosa menos eso.

Retrocedo hasta la valla alta y miro fijamente el almacén. Es grande. Mucho más grande de lo que me imaginaba.

Solo puedo imaginar el fuego que hizo cuando estaba ardiendo.

Cuando llega la voz de Guillermo, me da escalofríos.

—Oh, Juliana... ¿dónde estás Juliana? Te encanta este juego, ¿verdad? Dame una pista para que esto se ponga emocionante.

Me encantaría prenderle fuego.

—Haré que se sienta bien si dejas que suceda...

Nunca dejaré que suceda. Primero tendría que matarme.

Lo más aterrador de la idea es que podría hacerlo.

Valentina, por favor. ¿Dónde estás?

Desecho esa idea tan pronto como surge, y supongo que deben ser esas lágrimas silenciosas las que se apoderan de mí.

No quiero que venga aquí.

No quiero que se cruce en el camino de este psicópata y de su camioneta lleno de material inflamable.

Lo que necesito es la policía.

Un equipo de esos francotiradores de élite que usan para los asesinatos en el extranjero.

Podrían eliminarlo desde la valla antes que supiera que estaban allí.

Sé que me estoy volviendo loca cuando me río para mis adentros.

Tomo aire y me obligo a seguir la trama. Miro fijamente el almacén y me imagino que mi mejor opción es la menos esperada.

Atravesar el edificio y salir por el otro lado.

Podría llegar a su camioneta antes que se dé cuenta. Tal vez me dirija a Valentina por la carretera principal y enviaría a la flota de coches de policía a buscar a Guillermo.

𝐂𝐚𝐫𝐧𝐚𝐝𝐚 ; 𝐉𝐲𝐕Where stories live. Discover now