Capítulo 24

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Hange odiando la herida en su ojo, recordándole el día en que perdió a Moblit y Erwin.

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Duele. Duele, no solo físicamente, Hange sabe como lidiar con ese tipo de dolor, pero esto, duele también mentalmente.

Cada vez que se mira en un espejo, cada mañana, cuando lava su rostro y arregla su cabello, porque ya no puede parecer más aquella descuidada e imprudente científica, lo ve- el lugar donde debería estar su ojo.

Los recuerdos de lo último que ese ojo vio la persiguen a día de hoy, y no pude hacer que paren.

Ella no es la misma sin ellos. Se siente cada vez más cansada sin el constante cuidado de Moblit, se siente inútil y débil sin la guía de Erwin.

Los extraña más de lo que cualquiera podría pensar. Perder a alguien no es extraño para ella, la han perseguido toda su vida, pero estas pérdidas la lastiman más que cualquier otra.

Siguió a Erwin por cinco años, creyó y confió en él. Lo admiraba. Era su comandante, pero también su amigo, le hacía creer que su lucha tenía sentido.

Y Moblit, dulce, gentil Moblit. Desde que se conocieron, él no se apartó de ella. No importaba cuán loca y rebelde se comportara, no importaba ninguno de sus planes o que tan peligrosos fueran, él siempre estaba justo a su lado, ofreciéndole todo su apoyo y devoción. Estuvo con ella hasta el final, entregó su vida por la de ella, Hange nunca le podrá agradecer lo suficiente por ello. Nuca le agradeció lo suficiente, y ahora Hange se arrepiente de no hacerlo más que cualquier otra cosa.

La imagen de su rostro lleno de terror y un grito de completa desesperación son protagonistas en sus pesadillas cada noche. La persigue durante el día también – cada vez que ve su reflejo en el espejo, cada vez que tiene problemas para centrarse en un documento, cada que choca contra una pared o se tropieza con el marco de la puerta porque su coordinación está cada vez más jodida.

No puede mostrarle su sufrimiento a los demás. Con una expresión estoica y cubriendo su ojo con un parche, remueve todo rastro de ello, pero no puede quitarlo de su cabeza. Ahora es la comandante, la legión de exploración -por escasos que sean sus números- la miran a ella. No tiene tiempo para lamentos, perdió ese privilegio hace mucho.

La mayoría del tiempo pasa desapercibido. Nadie parece notar sus sonrisas forzadas o sus risas falsas. Excepto por Levi. Él sospecha algo, Hange esta segura de eso. Él no dice nada, no aún, pero la observa. Hange siente su pesada mirada sobre ella cada vez que están en el mismo cuarto.

Hange quiere romperse, lo necesita, quiere gritarle que la deje sola y que se vaya. Quiere que se vaya. Pero al mismo tiempo tiene miedo de que en verdad la deje. Que él al fin se dé cuenta de algo que Hange ya sabe. Que ella es inútil, que no puede hacerlo, liderar a todos, que Erwin cometió un error en elegirla a ella como su sucesora.

Al final, Levi se mueve primero. Entra a la oficina de Hange – no, de Erwin-  cerrando la puerta detrás de él, impidiéndole salir. Se acerca al escritorio en el que está sentada y la encara.

"Para con esto." Le dice, su voz grave y baja.

"¿Parar qué?" Hange pregunta. No despega la vista del manifesto en sus manos. Evita su mirada. Ella sabe qué si ve a Levi a los ojos, no será capaz de mantener la compostura.

"Esto." Levi toma el documento fuera de sus manos. "Para de ignorarme. Deja de evitar hablar conmigo. Deja de- "titubea, inseguro.

"Adelante." Hange le alienta en tono indiferente. "Dime, Levi, ¿qué debo dejar de hacer?"

Levi toma un tembloroso respiro.

"Deja de pretender que todo está bien."

"¿Y qué quieres que haga?" Hange se pone de pie y camina hacia la ventana, recargándose en el marco. "¿Quieres que vaya por ahí, lamentándome? ¿Llorar por todo lo que he perdido? Tú sabes que no puedo hacerlo. Ya no."

Levi levanta su brazo, tocando su hombro. "Cuatro ojos..."

Hange retrocede, apartándose de él.

"Ese apodo ya no me queda." Fuerza a decir a través de sus dientes. "Soy más una tres ojos ahora."

Siente las lágrimas formarse en su ojo, baja la cabeza y pasa a Levi, yendo hacia la puerta. No puede hacer esto, no puede mostrar sus lágrimas a nadie. Incluso a él.

Da dos zancadas y luego es detenida, Levi toma su muñeca, rodeándola con su propia mano.

"Perdiste tu cita con el médico." Levi le dice, el cambio en la conversación es tan rápido que Hange se toma un momento para entender de lo que está hablando. "Déjame ver tu ojo."

"No." Hange responde, su voz firme. "Puedo cuidarlo por mi cuenta, gracias."

"Hange- "

"No creo que puedas tolerarlo, loco de la limpieza." Ríe, pero el sonido que hace no es de alegría o regocijo. Es vacío y forzado. "La herida no es linda."

"¿De eso se trata todo esto?" Levi pregunta. "¿Te preocupa el como luces? ¿Desde cuándo?"

Hange no responde, solo evita verlo. Levi suspira.

"Tu ojo no te hace ver fea, idiota. No te cambia en absoluto. Para mí, sigues siendo la misma molesta cuatro ojos que conocí hace todos esos años. Siempre lo serás."

Algo se rompe dentro de Hange después de escuchar sus palabras. Sus hombros comienzan a temblar cuando trata de detener sus lágrimas.

"¿Hange? Hange, ¿qué pasa?" Levi va hacia ella, sonando casi desesperado, casi como si estuviera rogando, y eso es suficiente para que Hange se dé la vuelta. Levi ve sus lágrimas, jadea. "Hange- "

"Estoy bien." Dice antes de que Levi pueda decir algo más o peor, trate de disculparse. "Estoy bien, Levi."

Levi la mira, su rostro expresando una clara tristeza. Rompiendo el corazón de Hange.

"Por favor, déjame ayudarte." Levi susurra y Hange comienza a llorar. Cae al suelo, el dolor y la pena haciendo sus rodillas débiles. Levi está ahí para atraparla, siempre ha estado. La rodea con sus brazos, escondiéndola en su pecho.

"Sé que es duro, pero no tienes que hacer esto tú sola." Susurra contra su cabello. "Me tienes a mí y a los chicos. Déjanos ayudar, Hange. Háblame."

"Duele, Levi." Solloza, humedeciendo su uniforme con lágrimas. El obsesivo de la limpieza dentro de Levi no protesta, solo la cerca más a él. "Duele mucho."

"Lo sé." Dice suavemente. "Y lo siento mucho."

"¿Por qué?" Hange apenas pregunta.

"Por no notarlo antes. Por dejarte sufrir esto sola."

"Levi- "

"Pero ahora estoy aquí, Hange. Estoy aquí. Siempre me tendrás, cuatro ojos."

Hange asiente y una sonrisa curva sus labios. Es la primera que es genuina en mucho tiempo. Su corazón aún duele, su alma aún llora por los que no están con ella. Pero Levi está a su lado, quizás, pueda seguir adelante con su ayuda.

Quizás, pueda ser ella misma otra vez.

Staring in the same direction. (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora