Capitulo 1°

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Dulce observó el malhumorado rostro de la joven que estaba sentada frente a ella y sacudió la cabeza con tristeza. ¿Qué se le podía decir a una chica que se sentía como un fenómeno extraño por el mero hecho de tener diecisiete años y ser todavía virgen?

—Debbie, cariño —le dijo con toda la paciencia que fue capaz de reunir a las cinco menos cinco de un viernes por la tarde —No es ningún crimen no ser sexualmente activa a tu edad. De hecho, teniendo en cuenta los riesgos que se corren en esta época, diría que es bastante sensato. ¿No puedes esperar por lo menos hasta que termines de estudiar? Te faltan menos de doce meses para graduarte.

Lo cual era parte del problema, sospechó Dulce. El curso siguiente sería uno de los más agitados de su vida; cuando terminaban los exámenes y llegaba el verano, muchos estudiantes se entregaban a todo tipo de diversiones y no era nada raro que en las fiestas de fin de curso entraran en escena el alcohol y las drogas. Muchas chicas perdían la virginidad entonces, pero normalmente no era algo premeditado. La decisión de Debbie de acostarse con su novio era algo más complicado.

—Mira, sé que probablemente creas que estás locamente enamorada de ese chico —continuó Angie —Pero a tu edad no es normal que el amor dure durante mucho tiempo. Al año que viene, o al siguiente quizá, es probable que estés saliendo con otro chico y después con otro. Si te acuestas con todos...

—Yo no estoy enamorada de Warren —negó Debbie con expresión desafiante —Sólo quiero saber lo que se siente, eso es todo. Le está dando demasiada importancia a algo que todo el mundo hace.

—¡No todo el mundo lo hace! —repuso Dulce sintiendo que el rubor le teñía las mejillas y esperando que Debbie lo interpretara como un síntoma de indignación.

—Para usted es muy fácil decirlo. Estoy segura de que ya sabe cómo es. Seguro que ha tenido millones de novios.

Dulce sentía su rostro arder por lo dicho

—Mira, jovencita, quiero que te des cuenta de una cosa: mis novios son asunto mío. De lo que estamos hablando aquí es de tu vida sexual, no de la mía. Además, sucede que yo tengo veinticuatro años, no diecisiete, y cuando tenía tu edad, también era virgen.

«Y continúas siéndolo», le señaló una indiscreta vocecilla interior.

—Como consejera escolar —la sermoneó —lo que te aconsejo es que por lo menos esperes a tener una relación más estable antes de dar ese paso. Hacer el amor no debería ser un experimento, sobre todo la primera vez. Debe de ser una experiencia muy especial entre dos personas que realmente se importan, algo que más adelante merezca la pena recordar y de lo que nadie deba arrepentirse —a medida que iba hablando, se iba dando cuenta de que no estaba consiguiendo que Debbie la comprendiera.

—Rebecca me dijo que me comprenderías -—se quejó la joven sin mirarla siquiera a los ojos —Me dijo que me ayudarías igual que la habías ayudado a ella.

—El caso de Rebecca era completamente diferente —musitó Dulce, sintiendo que aquella vez había fracasado. En privado podía permitirse el lujo de ser una romántica idealista, pero en su trabajo tenía la obligación de ser una persona con los pies en la tierra.

Como consejera de Debbie, tenía la responsabilidad de cuidar de su salud física y mental y ambas cosas iban íntimamente unidas. Con tristeza, abrió el último cajón de su escritorio y sacó un par de preservativos; siempre tenía alguno para poder ayudar de alguna manera a las jóvenes que llegaban con una actitud similar a la de Debbie.

—Te los doy sin ninguna gana, y sólo porque te veo completamente decidida a hacerlo. No puedo hacer nada para prohibírtelo o hacerte cambiar de idea, pero quiero que al menos utilices alguna forma de protección. Normalmente, los chicos no ponen excesivos cuidados cuando una chica se acuesta con ellos sin que medie el amor en esa relación —terminó disgustada.

Uɴ ʙᴇsᴏ ɪɴᴏʟᴠɪᴅᴀʙʟᴇWhere stories live. Discover now