Sumario

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Juliana miraba con positividad su nueva vida. Le era imposible no hacerlo; al fin y al cabo, cualquier cosa sería mejor que su vida en su anterior ciudad.

Los ojos oscuros de la chica brillaban cuando levantó su barbilla para mirar el cielo encapotado en Huatulco. Estaba nerviosa a la par de excitada por comenzar de cero.

Huatulco tenía unas bahías preciosas. Era un lugar primordialmente deportivo, lo cual llamó mucho la atención de Juliana.

Miró a su alrededor, a los pequeños y grandes veleros y barcos, y le llamó la atención ver uno que se llamaba «Juliana».

Se sonrió a sí misma.

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- ¡Valentina Carvajal!

Un hombre de mediana edad se acercó a una chica alta, de piel pálida y ojos azules como en los mejores días de verano en Huatulco. Sonrió de oreja a oreja y dio media vuelta para enfrentarse a dicha persona, que resultó ser un viejo conocido.

- ¿Cómo está, señor Jacobo ? -sonrió cortésmente.

-Muy bien, ¡pero no tanto como tú! He oído que este año compites, ¿es cierto?

Las mejillas de Valentina se sonrosaron. Todo el mundo en Huatulco le conocía por ser una conocida regatista a pesar de su corta edad. No es que tuviera fama mundial, pero sí que era una persona que poco a poco estaba haciéndose un lugar en ese deporte tan duro.

-Así es -asintió con la cabeza-. Estoy muy emocionada por competir este año.

-Te toca ganar el oro esta vez, Carvajal. Estoy convencido de que lo conseguirás.

-No estoy segura -confesó Valentina-. He estado más preocupada estudiando que entrenando, me he centrado mucho en los estudios.

Aquel hombre sonrió.

-Carvajal, cuando alguien tiene talento...

No acabó la frase. Continuó con su enigmática sonrisa y enarcó las cejas. Justo después se marchó, despidiéndose de Valentina mediante una especie de saludo militar.

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- ¿Te gusta la casa, Juliana?

La chica morena se adentró en el lugar. Estaba en una casa cerca del puerto y se sentía bien. Le gustaba el ambiente sureño y le gustaba este sitio.

Asintió lentamente, sin decir ninguna palabra, y caminó por los pasillos hasta encontrar su habitación, cuya ventana daba al muelle deportivo.

-Hay muchos veleros -dijo silenciosamente, aunque su madre le escuchó-. ¿Hacen campeonatos?

-Eso he oído -contestó su madre, abrazando a su hija por detrás con ternura-. Ya sabes que no soy una experta en ese deporte.

-Me gusta -confesó la chica-. Me gusta mucho, mamá.

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Valentina llegó a casa un poco cansada. A pesar de estar de vacaciones de verano oficialmente, tenía muchas cosas que hacer.

La familia Carvajal era una familia de tradición marinera y pesquera, y cuando no competía, ni estudiaba, ayudaba a su padre con su barco. Tenía un nombre muy curioso y, de hecho, se lo puso Valentina cuando era pequeña y era «Juliana». El motivo aún era desconocido hasta para Valentina, pero así se quedó.

-Ya estoy en casa -dijo Valentina, caminando por el pasillo que daba al comedor. Observó a sus hermanos pequeños jugando en el salón y sonrió al verlos-. ¿Están solos?

-Mamá acaba de salir a comprar -dijo uno de ellos.

-Y Luis acaba de llamar -rio el otro de sus hermanos.

Los ojos de Valentina brillaron y corrió por el teléfono para marcharse a su habitación y tirarse en la cama.

Luis era su novio. Era de los chicos más populares de Huatulco, por supuesto. Con una cabellera castaña y unos ojos que parecían dos zafiros, se solía pasear por el puerto como uno más. Estaba enamorado del mar, sin embargo, no era regatista. Sencillamente amaba el océano desde la distancia.

El corazón de Valentina siempre latía con fuerza cuando pensaba en ese chico. En como el sol se reflejaba en su piel y sus pecas salían a la luz, en como sus labios dibujaban esa curva que formaba la sonrisa más bonita que había visto en su vida y como sus pestañas apuntaban hacia ella cuando Luis le miraba.

-Ya has vuelto -su voz era tan dulce y grave como la recordaba y no dejó de sonreír-. ¿Cómo te ha ido el día?

-Cansado -suspiró. Valentina rodó por la cama, colocándose boca arriba. El filo de la camiseta estaba algo subido y se le podía ver parte de la cintura.

- ¿Día duro en el puerto?

-Hmh -Valentina asintió lentamente y cerró los ojos-. Me gusta, no te lo niego, pero me cansa mucho. Hay que dedicarle mucho tiempo al mar.

-Te imagino tan guapa en el oceano, como si fueses una marinera italiana... -lo escuchó suspirar e, incluso, lo escuchó sonreír-. Me encanta escuchar la pasión que tienes por todo esto.

-Jamás será igual que la de mi padre.

-Son cosas incomparables, Vale.

Valentina se incorporó y caminó hasta la ventana, que daba a una casa que estaba a escasos metros. Si giraba su cabeza a la izquierda, podía ver el puerto y también podía oler esa esencia salada, propia del mar.

Se fijó en una cabellera larga que sobresalía de una de las ventanas de la casa que tenía en frente y que miraba justo en dirección al mar. Frunció el ceño para tratar de tener mayor nitidez de aquella imagen.

- ¿Valentina?

- ¡Perdona! -recordó que estaba al teléfono con su novio-. Me había distraído. Continúa, por favor.

Pero sus oídos se desconectaron.

Se dejó llevar por la brisa, por el olor, por todo el ambiente. Estaba enamorada de ese lugar tanto como lo estaba de Luis, pero aun así siempre sintió que faltaba algo.

¿Pero qué?
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Hola chicas, he vuelto con esta nueva historia :) Quería preguntarles si les gusta esta forma de ser contada, con un narrador. Es algo distinto a lo que he adaptado anteriormente y me gustaría saber su opinión.

Quería decirles que no sé que días vaya a actualizar, he notado que siempre subo historias cuando no doy más de estrés, porque realmente esto me sirve para distraerme, relajarme y quiero que continúe siendo así. Así que las actualizaciones, por el momento, serán sin días definidos.

Espero que disfruten mucho de esta nueva historia♥️

Hermosa ave de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora