ACTO SEGUNDO - IX, X, XI

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Escena IX

POLONIO y dichos.

POLONIO.- Dios os guarde, señores.

HAMLET.- Oye aquí, Guillermo, y tú también... Un oyente a cada lado. ¿Veis aquel vejestorio que acaba de entrar? Pues aun no ha salido de mantillas.

RICARDO.- O acaso habrá vuelto a ellas, porque, según se dice, la vejez es segunda infancia.

HAMLET.- Apostaré que me viene a hablar de los Cómicos, tened cuidado...Pues, señor, tú tienes razón, eso fue el lunes por la mañana, no hay duda.

POLONIO.- Señor, tengo que daros una noticia.

HAMLET.- Señor, tengo que daros una noticia. Cuando Roscio era actor en Roma...

POLONIO.- Señor, los Cómicos han venido. HAMLET.- ¡Tuh!, ¡tuh!, ¡tuh!

POLONIO.- Como soy hombre de bien que sí.

HAMLET.- Cada actor viene caballero en burro.

POLONIO.- Estos son los más excelentes actores del mundo, así en la Tragedia como en la Comedia. Historia o Pastoral: en lo Cómico- Pastoral, Histórico-Pastoral, Trágico-Histórico, Tragi-Cómico Histórico-Pastoral, Escena indivisible Poema ilimitado... ¡Qué! Para ellos ni Séneca es demasiado grave, ni Plauto demasiado ligero, y en cuanto a las reglas de composición y a la franqueza cómica, éstos son los únicos.

HAMLET.- ¡Oh! ¡Jephte, Juez de Israel!... ¡Qué tesoro poseíste! POLONIO.- ¿Y qué tesoro era el suyo, señor?

HAMLET.- ¿Qué tesoro? No más que una hermosa hija a quien amaba en extremo.

POLONIO.- Siempre pensando en mi hija. HAMLET.- ¿No tengo razón, anciano Jephte?

POLONIO.- Señor, si me llamáis Jephte, cierto es que tengo una hijaa quien amo en extremo.

HAMLET.- ¡Oh! no es eso lo que se sigue. POLONIO.- ¿Pues que sigue señor?

HAMLET.- Esto.

No hay más suerte que Dios ni más

destino;

y luego, ya sabes:

que cuanto nos sucede Él lo previno.

Lee la primera línea de aquella devota canción, y ella sola te manifestará lo demás. Pero, ¿veis? ahí vienen otros a hablar por mí.


Escena X

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO, POLONIO Y CUATRO CÓMICOS

HAMLET.- Bienvenidos, señores; me alegro de veros a todos tan buenos. Bienvenidos... ¡Oh! ¡Oh camarada antiguo! Mucho se te ha arrugado la cara desde la última vez que te vi. ¿Vienes a Dinamarca a hacerme parecer viejo a mí también? Y tú, mi niña, ¡oiga!, ya eres una señorita; por la Virgen, que ya está vuesarced una cuarta más cerca del cielo, desde que no la he visto. Dios quiera que tu voz, semejante a una pieza de oro falso, no se descubra al echarla en el crisol. Señores, muy bienvenidos todos. Pero, amigos, yo voy en derechura al caso, y corro detrás del primer objeto que se me presenta, como halconero francés. Yo quiero al instante una relación. Sí, veamos alguna prueba de vuestra habilidad. Vaya un pasaje afectuoso.

CÓMICO l.º.- ¿Y cuál queréis, señor?

HAMLET.- Me acuerdo de haberte oído en otro tiempo una relación que nunca se ha representado al público, o una sola vez cuando más... Sí, y me acuerdo también que no agradaba a la multitud; no era ciertamente manjar para el vulgo. Pero a mí me pareció entonces, y aun a otros, cuyo dictamen vale más que el mío, una excelente pieza, bien dispuesta la fábula y escrita con elegancia y decoro. No faltó, sin embargo, quien dijo que no había en los versos toda la sal necesaria para sazonar el asunto, y que lo insignificante del estilo anunciaba poca sensibilidad en el autor; bien que no dejaban de tenerla por obra escrita con método, instructiva y elegante, y más brillante que delicada. Particularmente me gustó mucho en ella una relación que Eneas

Hamlet - William ShakespeareWhere stories live. Discover now