31: 𝖈𝖆𝖔𝖘

729 73 36
                                    

CASSANDRA

Todo alrededor era una catástrofe.

La monarquía de Bélgica había iniciado todo lanzando flechas desde su posición para atentar contra mi ejército, a traición. 

Con suerte pudimos evitarlo creando la formación de tortuga y protegiéndonos bajo los escudos.

Levanté mi mirada llena de ira y furia y la fijé en Bélgica. No había rencor ya, la frialdad daba paso a todo mi sistema inundándome en un trance en el que no era consciente de lo que hacía. 

Maldita traidora.

Pensé cuando vi quién había iniciado el ataque. Recordar cómo me había estado consolando mientras lloraba frente a ella por no querer ir a la guerra, mostrándole mi miedo sabiendo lo que estaba sufriendo, solo hizo que se me revolvieran las tripas y una desagradable sensación se extendió por mi pecho. Dolió ver cómo había sido precisamente ella, mi mejor amiga quien había comenzado el ataque frente a mí. Ni siquiera le importó mis miedos y esas estúpidas promesas de intentaré proteger a tus reinos.

La cólera era tal en mí que mis respiraciones se volvieron pesadas intentando controlar la ira que amenazaba con arrasar con todo de mí.

Es una guerra, si ella no ha tenido compasión de ti, ¿por qué ibas a tenerla tú de ella?

Decidida y viendo el caos que se había formado a mi alrededor con miles de personas luchando cuan cavernícolas y saciando su satisfacción al ver sangre correr, avancé hacia ellos.

Si se metían con Mónaco o Dinamarca, se metían conmigo.

Ya no existía miedo en mi interior, no había ninguna emoción cuando me metí en el pelotón de gente para llegar a Bélgica.

Como esperaba todos se dieron cuenta de la presencia de la reina de Mónaco, razón suficiente para abalanzarse sobre mí.

La hoja de la espada de uno de los de Luxemburgo me rozó el brazo, consiguiendo rasgar la ropa y que una mueca de dolor se formase en mi cara.

Levanté mi mirada hacia él y decidí descargar mi furia sobre él.

Usé las técnicas de defensa que Jaden me había enseñado y empuñando fuerte la espada la clavé en su estómago provocando que sus ojos perdieran brillo mientras caía arrodillado frente a mí. Posé mi pie en su hombro e hice fuerza para sacar la espada. El color vino de la sangre adornándola y una sensación extraña me recorrió el cuerpo, miedo porque había matado y alivio por defenderme.

Sin darme cuenta me había rodeado cinco personas, dos hombres y tres mujeres. Vaya al parecer soy la carnada aquí.

Tragué saliva y respiré hondo evitando que el miedo se apoderara de mí. Interpuse el escudo frente a mí y cogí fuerte la espada, lista para atacar.

La situación me envolvió y la adrenalina corrió por mis venas a la velocidad de la luz.

Esbocé una ligera sonrisa de lado fijando la mirada en todos, helándolos con el gris de mis orbes.

- ¿Quién va primero? - pregunté ladeando la cabeza.

Y como si todos hubieran decidido atacar a la vez se abalanzaron sobre mí.

Mi espada parecía hecha para mí, a mi medida porque la manejaba a la perfección consiguiendo movimientos de muñeca perfectos.

Le di con el escudo al chico de mi izquierda consiguiendo que se desestabilizara para ganar ventaja, la chica de mi derecha venía sin protección apenas y mi espada rasgó su cuello sin cuidado, eso la dejaría desangrándose lentamente.

LA MALDICIÓN DE LA CORONA [MALDITOS #1]Where stories live. Discover now