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Jungkook se acercó temeroso a Jimin, quien seguía esperando. Estaba aturdido y se sentía de cierta manera extraño, bastante. No sabía a qué se debía la actitud que había tomado el director en su contra, admitía que se había portado grosero, pero llegar a ese punto era... algo extremista ante los ojos del pelinegro. Estaba perturbado y, aunque le doliera y enojara admitirlo, estaba asustado e intimidado. No quería ceder fácilmente a las órdenes que le daban y que, para empeorar las cosas, darían. Y recordar con lujo de
detalle lo que le había hecho el mayor sólo segundos atrás, sirvió únicamente para que se sintiera patético y aun más enojado.

Ni siquiera su propio padre le había puesto una mano encima, mucho menos de esa forma tan rara.

— ¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma. — Comentó Jimin burlón al ver a Jungkook tan pálido como un papel y temblando disimuladamente.

— Jimin... quisiera hablar de algo contigo, pero en mi habitación.

— ¿Ya sabes cuál es? — Jungkook asintió.

— La 201. ¿Estás cerca?

— La mía es la 199, queda en otro pasillo pero no está tan lejos del tuyo. — Jungkook suspiró, un poco más aliviado. Por alguna razón, quería sentir a alguien conocido cerca. Jimin sólo frunció el ceño, confundido al ver el repentino cambio de actitud en el menor.

— ¿Pasó algo malo allá adentro...?

— Sólo vamos.

Y dicho eso, ambos chicos empezaron un largo recorrido hacia la habitación del azabache.

— ¿Qué es lo que menos te gusta de este lugar? — Cuestionó Jungkook luego de un rato.

— Hay varias cosas... — Murmuró el pelinaranja. — La comida, por ejemplo. Es asquerosa. También están esas malditas actividades de convivencia, pueden incluso obligarte a llevarte bien con alguien que no quieres cerca. — Bufó, rodando los ojos. —Hay demasiadas cosas, en realidad. Este lugar es como el infierno y créeme que te costará que te acoples. No pareces ser el típico chico que... — Recorrió con la mirada rápidamente al menor. — Tú me entiendes...

— Tienes razón. — Suspiró Kook, encogiéndose de hombros. — Me será difícil y le será difícil a ellos porque no pienso obedecer.

"Harás todo lo que te pidan, porque si no lo haces, Kookie, seré yo quien se encargue de darte tus merecidos castigos", como si su subconsciente lo odiara, Jungkook oyó esa voz en su cabeza clara y nítida. Sacudió su cabeza rápidamente y Jimin rió.

— ¿Qué te pasa?

— Lo que te d...

— Oh, mira, justo llegamos. — Interrumpió el mayor, tomando el pomo de la puerta y entrando sin mayores complicaciones. El menor entró detrás de él. — ¡Qué buena habitación!

— ¿Es sarcasmo?

A Jungkook no le gustó para nada su nueva habitación. No era tan grande como estaba acostumbrado en su casa, sólo tenía dos puertas y había una diminuta ventana en una de las esquinas. Casi ni se notaba. La decoración era como en el resto del lugar, aburrida y terrorífica si se veía desde otra perspectiva. No había televisión... De hecho, no había ningún aparato eléctrico o inteligente. Habían sólo dos lámparas y considerando que no había ventanas, la luz era bastante reducida.

— Pero tienes eso. — Jimin señaló la pequeña ventana y Jungkook bufó, molesto. —Tienes suerte. Aquí no hay ventanas.

— ¿Por qué no? — El pelinaranja se tiró a la cama, mientras que el pelinegro revisaba las otras dos puertas. Una pertenecía al baño y la otra al armario.

— Temen que nos escapemos. Esto es como una cárcel y... ¿Ves el granate de casi todo el lugar. — El menor asintió. — Es como si estuvieras en el infierno. — Ambos rieron,completamente de acuerdo.

Jungkook se dirigió a la cama y se acostó al lado de Jimin, guardando una distancia prudente. Se preguntaba si debía contarle al mayor lo que sucedió con el director y si podía confiar en él, después de todo, él no quería que el pelinaranja saliera corriendo a contarle a todos esos chicos que el director le había pegado en el trasero.

Pero eso dañaría la imagen del director y Jimin se vería afectado.

— Jimin... ¿Puedo confiar en ti? — El aludido volteó su cabeza para mirar a Jungkook,pero este último se hallaba observando fijamente el techo.

— Sé que no tuvimos el mejor encuentro y aún no sé si me caes bien, pero sé guardar un secreto. — Rió. — Básicamente, porque no me importa. Así que cuéntame antes de que sí me importe y tenga incluso sueños con lo que quieres decir.

Jungkook sonrió sincero. Ese chico era directo, le agradaba.

— ¿Alguna vez... el director te pegó? — Preguntó de golpe.

— ¿Bromeas?

— No, es decir... — Lamió rápidamente sus labios, tratando de encontrar las palabras correctas. — ¿Jamás te ha hecho algo?

— No. Sólo sé por boca de los demás que es demasiado serio e intimidante. — Kook no dudó en que aquello era cierto. — Sólo he hablado una vez con él y no pasó nada extraño. ¿Por qué preguntas?

Jungkook suspiró, recordando esa incómoda situación. Volteó su cuerpo hacia la dirección de Jimin y este le miró expectante.

— Es que... me pegó dos palmadas en el trasero. — Confesó avergonzado y el pelinaranja alzó sus cejas, sorprendido. — No, en realidad fueron tres.

— ¿Cómo pasó eso?

— De repente me empujó al escritorio y me golpeó mientras me decía lo que yo quería
saber.

— Eso es raro... — Murmuró Jimin, frunciendo el ceño. Jungkook también lo creía raro.

— ¿Te portaste muy grosero con él?

"Si supieras", pensó el azabache.

— ¿No está acostumbrado a ser tratado así?

— Debería... — El mayor se quedó pensativo. — Quizá sólo quería darte una lección.

No creo que tengas que preocuparte por eso.

— Ni mi padre me ha golpeado así...

— No estás acostumbrado, debe ser eso. Ya no pienses en eso y no hables de esto con nadie, puede que te vaya mal. — Jungkook asintió inmediatamente. — ¿Por eso estabas tan asustado?

— Sí, pero como tú dijiste, tal vez no estoy acostumbrado a esta clase de trato. — El menor se sentó en la cama y Jimin lo imitó.

"Todos los internos, hora del almuerzo, por favor estar en menos de cinco minutos en el comedor", Jimin iba a hablar, pero el anuncio lo dejó con las palabras en la boca.

— ¿Vamos? — Cuestionó el menor y el mayor asintió, los dos se pararon de la cama y segundos más tarde salieron de la habitación.

No llevaba ni dos horas en ese lugar de miseria y Jungkook ya sentía que lo odiaba como a nada en el mundo. Incluso estar en su antigua escuela todo el día era mejor que estar ahí.

Ya habría tiempo para demostrarle a los demás que él no era como el resto, que él era diferente y que ni el trato más cruel lo haría cambiar. Él sería la oveja negra y descarriada en todos lados y la única forma de que se pudiese quedar quieto era matándolo.

Porque él amaba ser único y diferente. Porque repudiaba la desdicha de la que todos los seres humanos eran parte.

Nacen, crecen, trabajan, malgastan su vida y mueren.

Él no era así.

Él nació, crecerá y sólo se dedicará a disfrutar su vida tanto como pueda.

Por encima de quien sea.

Porque ni siquiera una correccional para menores podría con él.

Jamás.

RAMÉ°Vkook°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora