Día 3: Possesion

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Cuando Ginny acabó de cursar su primer año en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, no era ella misma. Nadie es él mismo a los 11 años, o al menos, deja de ser aquello que era para convertirse en aquello que será; pero la experiencia de Ginny fue distinta a la vivencia común que comparten todas las preadolescentes. Junto con los cambios hormonales y físicos que el crecer conlleva, la mente de Ginny cambió para convertirse en la mente de alguien más, una cáscara vacía donde todo lo que escuchaba era una voz silbante que la acompañaba día a día, obligándola, convenciéndola, seduciéndola con promesas de amistad y entendimiento. La niña se sentía sola en un lugar desconocido, donde sus hermanos habían conseguido forjarse un nombre. La leyenda de los hermanos Weasley, cada uno tan distinto, pero todos memorables.

¿Y ella?

Una niña, la única niña. Gryffindor, bien. Pero después solo hubo vacío. No hizo amigos, ni vivió aventuras. Así que se encerraba en el dormitorio escribiendo en su diario, dejando que el corazón confundido de alguien que no encuentra su lugar fuera utilizado como arma. Dejó de lado su personalidad de niña; ya no se estaqueaba a las noches para jugar a Quidditch en las escobas de sus hermanos, ni buscaba caminos secretos por los pasillos del colegio, no reía cuando Fred y George le enseñaban alguna de sus bromas. Dejó de responder las cartas de su madre, no hablaba con sus compañeras de habitación.

Ginny Weasley, Gryffindor, 11 años. Arma e instrumento de Lord Voldemort.

Así que cuando acabó el primer año, Ginny ya no era Ginny. La etapa de crecimiento necesaria, el puente entre niñez y adolescencia, no existía. Había sido cercenado por las fuerzas de la magia oscura. Una vez casa, no sabía quién había sido, ni sabía quién se suponía que tenía que ser ahora. En quién se tenía que convertir.

El segundo curso fue difícil, pero poco a poco encontró su lugar, sus amigos. Era divertida, mucho más deslenguada cuando sus hermanos no la rodeaban constantemente. Los profesores pronto descubrieron que Ginny era inteligente sin ser estudiosa, con un talento innato mucho mayor que el de sus hermanos, pero ella era no se dejaba engañar. No era talento, no era capacidad, no era inteligencia. Era una voz que, en susurros, seguía hablando con ella, y nunca, jamás, iba a desaparecer.

La voz de Lord Voldemort.

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