Capítulo 10

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"¿Otra cita?"

Algo que nunca supiste fue que llegué una hora antes al sitio. Sí, una hora. Mientras miraba el reloj, contando los segundos, mi cabeza repetía una y otra vez que no ibas a venir.

Yo, solo era un chico que te había invitado al cine. Estaba seguro que tendrías otros planes, con otros chicos. Con cualquiera mejor que yo. Y entonces, pensé que esto era absurdo. Tú eres guapísima, lista y graciosa. Yo soy tímido, feo y aburrido. Nadie en su sano juicio saldría conmigo. Nadie pasaría tiempo conmigo, y lo entendía.

Estuve con esos pensamientos en mi mente todo el tiempo. Una y otra vez, una y otra vez. Intentaba pensar en otra cosa, pero me era imposible. Y de repente, desde no se sabe dónde, apareciste. Ibas con un vestido negro y una chaqueta blanca. Guapísima, como siempre. Sonreías, como si estuvieras feliz de venir al cine, pero sonreíste más cuando me viste, como si de verdad te alegraras de verme. Y en ese momento, solo podía pensar en lo increíblemente guapa que eras.

—Hola. —exclamé.

—Hola. —respondiste. —Siento llegar tarde, estuve un poco liada con cosas de clase.

—No pasa nada. La película aún no ha empezado.

— ¿Qué vamos a ver?

Sonreí, fue inevitable. Estábamos en uno de los mejores cines de toda la ciudad, supuse que no lo sabrías porque eras nueva, pero el Numax es de los mejores sitios para tener una cita. De vez en cuando, proyectan películas que ya han sido estrenadas. Íbamos a ver una película increíble, en versión original y juntos.

—Diarios de la calle. Es una obra maestra, te va a encantar.

— ¿Ya la has visto?

—No. —mentí.

Quería que vieras mi película favorita, sin que supieras que lo era. Así que cuando me hiciste esa pregunta y respondí, me sentí mal, porque te había mentido.

—Vamos a comprar las entradas.

—Ya las tengo —dije.

—Vaya...Bueno, ¿qué puedo comprar yo? ¿Palomitas?

—No hace falta, invito yo. ¿Te gustan con mantequilla?

—Si.

Una vez en la sala, nos sentamos en mi sitio. Décima fila, asiento número siete. Siempre que venía aquí, me sentaba en el mismo sitio. Era como mi ritual, solo mío. Y ahora lo estaba compartiendo contigo, y realmente se sentía bien. Me sentía bien. Quería compartirlo todo contigo Sophie, llevarte a mis sitios favoritos y hablarte de lo que me gustaba. Quería hacer muchas cosas, tenía grandes planes para nosotros, pero tú no sentías lo mismo. Y aunque me duela admitirlo, tengo que aceptarlo de una vez por todas.

Comenzó la película y yo solo pude pensar que ojalá te gustara tanto como a mí. Ya habías comido gran parte de las palomitas y supuse que las acabarías antes de llegar al final, pero eso te daba igual. Pude ver como ponías toda tu atención a aquella pantalla, como sonreías en las mejores escenas y como te mordías las uñas en cada escena dramática.

Entonces, llegó mi escena favorita, esa en la que la profe hace una dinámica y pregunta algo absurdo. Esperé tu reacción, quería saber que ibas a hacer, y de pronto, te reíste. En ese momento me sentí la persona más feliz del mundo, te habías reído. Como si en todo este tiempo estuviese reteniendo el aire en mis pulmones, suspiré. Una parte de mí se sintió aliviado al saber que la película no te aburría. Y todo el miedo que llegué a tener, desapareció.

No sé qué hubiera pasado si no te gustaba. Tal vez, me hubiera disculpado unas veinte veces y al llegar a mi casa me repetiría una y otra vez que había sido la peor cita del mundo. La mejor para mí, pero la peor para ti.

Cuando la película finalizó, las luces del cine se encendieron e inmediatamente te pusiste de pie. No quería decirte que me gusta ser el último en salir y ver los créditos. No quería que pensaras que era una persona extraña, así que tuve que salir de allí. Mentalmente dije que no pasaba nada, ya había visto esta película unas veinte veces, pero en el fondo, me hubiera gustado que te quedaras hasta el final. Una vez fuera, quise saber tu opinión.

— ¿Qué tal? —pregunté.

—No ha estado mal.

— ¿No te ha gustado?

—He visto mejores películas, pero no ha estado mal.

Y entonces, me sentí mal.

Quería que recordaras esta noche, como la cita perfecta. Que aunque no te gustara la compañía, llegaras a casa y no olvidaras este momento. "He ido al cine con un chico feo, pero la película me gustó." Quería que por lo menos pensaras eso. Por lo visto, no fue así y me empecé a sentir mal.

Después de unos segundos, que parecieron una eternidad, dijiste:

—La próxima vez, yo elijo la peli.

¿La próxima vez?

— ¿Cómo?

—Que la próxima vez, te invito yo al cine y elijo la película. ¿No te fías de mi gusto cinematográfico?

Sonreí.

La sorpresa no fue porque no me fiara de tus gustos. La sorpresa fue porque quisieras volver a salir conmigo.

Todo lo que no te llevasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora