20 | Clases orales

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Pequeño regalo, pero deben leerlo sol@s

El frío de la ventanilla me mantiene en una especie de transe del que no quiero escapar, intentado no pensar en todo lo que acaba de ocurrir. La excelente suerte que me ha acompañado esta semana es ideal para cualquiera.

Tengo un sentimiento demasiado extraño instalado en mi pecho, no puedo pensar con claridad. Mientras miro la autopista brillar debido a las gotas de lluvia que han comenzado a caer, me atrevo a cuestionar la situación, si realmente fue algo bueno, que el que el Señor Kim haya llegado para ayudarme.

No sé si estoy más segura afuera, o con él. De todas manera ya tengo alguien que hace y deshace conmigo cuando se le da la gana. Y yo sólo tengo que permanecer inmóvil, tolerando cada una de sus acciones.

Ya no he vuelto a decir ni una sola palabra, simplemente prefiero permanecer en silencio, evitar contacto directo con él, y esperar que no me salga con cualquier otro pedido cuando lleguemos.

*****

Busco una a una la prenda indicada para esta noche tan fría. Cuando al fin la encuentro la dejo sobre la cama y me retiro las prendas que llevo puestas.

Antes de tener la oportunidad de vestirme, escucho la puerta de mi habitación ser abierta. Sí, era Taehyung. Intento buscar algo que me ayude a cubrir mis pechos que eran la única parte de mi cuerpo que queda descubierta en este momento, pero no tuve tiempo, así que sólo coloqué mis brazos sobre mi pecho, envolviéndome, para evitar quedar expuesta ante él.

—Anda Hannah sé buena niña, y deja que papi te ponga su camisa.

¿Una camisa? Muero de frío. ¿Esta loco? Bueno... de hecho si lo está.

Con mis brazos aún cubriendo mis pechos giré en su dirección encontrándome de cara con él. Mordía ligeramente su labio, levantando su ceja dándome la señal que tanto temo. Lo que menos quiero en estos momentos es mostrarme frente a él, pero no tengo opción, más que obedecer y volver a caer en los brazos del mismo demonio.

Dejo caer mis brazos lentamente cada uno al lado de mi cuerpo, y desvío la mirada para evitar verlo disfrutar de la vista que tiene ahora de mí. Una corriente eléctrica recorre mi piel, al sentir sus manos tocando mis pechos con mucha calma.

—Cómo me encantan tus senos Hannah, desde la primera vez que te vi, moria por tenerte así como te tengo ahora, disfrutando de la suavidad, del calor de tu piel. Si eres obediente y no vuelves a hacerme enojar, te enseñaré con paciencia muchas cosas, te haré disfrutar como nadie podrá hacerlo. Conseguiré tatuarme en tu piel, en tu alma.

Sus dedos serpentean por mi cuello, acercando sus labios a los míos, pasa su lengua por mi labio inferior consiguiendo que mis ojos se cerraran de forma inconsciente. Mis manos busca algo para sujetarse, tomo sus brazos arrugando más de la cuenta su saco.

Siento la tela de la camisa rosar mi espalda, se aparta unos centímetros de mí, para terminar de colocármela por completo. —Vamos Hannah hoy aprenderás algo nuevo —tomó mi mano y lo seguí sin ninguna objeción hacia donde sea que quería llevarme.

Cuando llegamos a su habitación, me quedé exactamente en medio, estática, esperando su siguiente movimiento. Lo observó retirarse el saco, dejándolo en una silla, desabrocha y dobla las mangas de su camisa, retirando parte de esta, que se encuentra guarda en su pantalón, y se acomoda en el borde de la cama.

—Acércate Hannah... —Hago lo que me pide, y siento que con el primer paso que doy mi cuerpo tiembla más y más. No me permite avanzar, hace que me detenga —pero... quiero que gatees hacia mí, quiero ver ese hermoso culito menearse.

SUBMISSION › Kth ❛+18❜Where stories live. Discover now