Capítulo 2

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—¿Todavía sigues pensando en eso? —me soltó Melsa—, llevas toda la mañana dando vueltas por el apartamento.

Me mordí el labio inferior mientras caminaba en círculos y le daba vuelta por sexta vez a la pequeña cocina de nuestra apartamento, era un habito que tenía cada vez que analizaba las cosas. Cerré los ojos con pesar cuando recordé de nuevo mi terrible caída de anoche.

—Es que fue demasiado vergonzoso, Melsa. Te dije que debíamos terminar lo de los retos —le espeté y ella puso los ojos en blanco—, hablo en serio, teníamos que haber terminado con los retos en el momento en que llegamos a California. 

—Oh, vamos —repuso—, todavía nos quedan algunos de la lista, no podemos dejarlo todo después de tanto. ¡Que no se te olvide lo bueno que la pasábamos en Eastbourne!

—Sí, la pasábamos muy bien en el instituto, pero ahora ya no somos unas niñas, ahora estamos en la universidad. Además, ¡los que quedan de la lista son los más arriesgados! —solté recordando el reto de violar las restricciones de propiedad y por no hablar de los últimos de la lista.

—Tenemos que divertirnos un poco, Jamie —dijo con una sonrisa ladina y se relamió los labios—, no vamos a pasar nuestra experiencia de la universidad apegadas al estudio día y noche. Nos podemos permitir vivir un poco.

—Eso es un golpe bajo, yo no me quedo todo el día estudiando —repuse, sabiendo que hablaba precisamente de mí. La apunté con un dedo—. Estás actuando como una mala influencia.

—Si no fuera por mí, estarías muy aburrida, cariño.

—Si no fuera por ti, jamás habría pasado vergüenza.

Se encogió de hombros y luego sacó su móvil para dejar de prestarme atención. Sonrió mientras caminaba fuera de la cocina. La seguí, la conversación todavía no había terminado.

—Melsa —la llamé. Ella continuaba tecleando en su móvil y eso era algo que me parecía muy curioso. Hace unos días compramos una línea telefónica del país, es decir, el número era prácticamente nuevo. No conocíamos a nadie de aquí, al menos que...

—¿Con quién estás hablando?

Ella me miró por encima del hombro y parpadeó.

—Con nadie.

«Sí, claro»

Intenté arrebatarle el móvil de la mano, pero ella fue más rápida y lo alejó de mi vista.

—Vale —se resignó y se dispuso a contarme—, con Julian.

—¿Quién es Julian?

Se sentó en el sofá y yo también la acompañé.

—Julian, el chico de anoche. El que acordé en hacer el reto.

Me sorprendí ante sus palabras. Entonces estuvo conversando con él, ¡sabía hasta su nombre! Yo ni siquiera había tenido la oportunidad de saber quién era el chico rubio ya que me había quedado literalmente paralizada.

—¿Y lo hiciste? —le pregunté refiriéndome al reto.

Ella tensó los labios y conocía ese pequeño gesto, lo hacía cuando se sentía culpable.

—Es que... simplemente no pude —excusó. Abrí los ojos al escucharla. Ahora si que me sentía fatal. ¡Se suponía que ambas cumpliríamos con el reto! Para colmo, Melsa agregó—,   Estuvimos charlando y me sentía tan a gusto, ¿qué crees que pensaría él al encontrar mis bragas en sus pantalones?

—¡Yo pensé exactamente lo mismo y aún así, cumplí el reto!

—Planeaba hacerlo, pero cuando Julián me habló... —se llevó una mano al pecho en modo dramatismo y suspiró—. Su voz es tan... . profunda que se te pone la piel de gallina —soltó y luego me miró—. No te enojes conmigo, Jamie.

El secreto de Booneحيث تعيش القصص. اكتشف الآن