✓ Capítulo 4.

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Un nuevo amigo.
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Un día nuevo, me había levantado con el peor humor de la historia, tenía unas enormes bolsas oscuras bajo los ojos y mis pupilas estaban en extremo dilatadas, mi rostro sonrojado era también otro problema. Parecía una drogadicta. Estaba hastiada de todo y de todos.

Por ello decidí que era mejor tomar una larga ducha de al menos media hora para quitarme, con algo de suerte, todo ese peso que sentía sobre mi. El tiempo me sobraba gracias a mi mente y sus ganas de hacerme despertar antes de escuchar la alarma, la misma pesadilla me atacaba una y otra vez y ya no encontraba qué demonios hacer para detenerla. No quería dormir más para evitarla, pero el cansancio de no hacer nada más en todo el día era otro problema para mí cuerpo.

Salir de la rutina me iba a pasar factura.

Tanta incertidumbre por lo que significaba era agotadora, después de todo si no recordaba nada de mi pasado, era más que claro tener secuelas. Pero incluso así, era realmente ridículo que ese personaje fuese tan real como en mis tantos sueños.

Imploraba recordar cualquier momento feliz de mi niñez, algún instante trivial de mi vida antes de perder la memoria, lo que fuera. Cómo aquel pequeño recuerdo que surgió el día anterior en aquella sala. Mis padres normalmente se guardaban el hablar de ese tema, aunque lo habían mencionado, yo quería recordar por mi sola y se los hice saber. Los álbumes de fotos familiares, los libros de historia donde mi abuelo es un hombre importante y las largas conversaciones sobre los Braxton, sólo eran un agobiante punto suspensivo en mi cerebro. No me servían de nada, mi pasado había sido borrado permanentemente de mi cabeza, o eso creía.

Saliendo de darme mi extensa ducha, busqué lo menos llamativo de mi armario y me vestí. Cómo no tenía suficiente cabello para recogerme una coleta, lo dejé fluir cómo deseara. También pretendía salir de la habitación en silencio para comer algo e ir al invernadero. Si podía safar de ir a ese infierno que se aproximaba, sería un alivio.

Ja, luego no vas a salvarte de la reprimenda que te dará mamá

Cómo si me importara.

Alina llevaba dos días enteros haciendo ruidos fuertes por la casa, ya fuera con su música, su chillona y desafinada voz cantando alguna canción moderna o tan sólo gritando de emoción por sus películas favoritas. Y sinceramente lo último que quería era encontrarla en mi camino. Podía pisarla con mis botas para disfrutar de algo finalmente.

Pero las cosas no serían como yo quisiera, claramente. Pronto, la ruidosa alarma sobre mi mesita de noche, sonó incluso antes de recordar su existencia y corrí a apagarla. Pero claro, ya era demasiado tarde.

-¡¡¡BUENOS DÍAS!!!- canturreó una insoportablemente alegre y danzarina, Alina, entrando a la habitación vestida con colores chillones buscándome con su mirada sobre la cama. Al no encontrarme su frente de contrajo en confusión.

-Malgasté un suspiro de alivio en tí- solté con demasiado veneno, incluso para mí.

-¡Oye! No seas grosera con tu persona favorita.

-Tu no eres mi persona favorita, Tim Burton lo es.

La alegría de aquella intrusa se apagó en segundos, volteando los ojos con aparente cansancio por mi actitud despectiva, no iba a disculparme. Volvió en sí, mirándome de pies a cabeza.

-¿Qué es eso?- inquirió con una mirada llena de terror y angustia, refiriéndose a mi vestimenta.

-Ropa.

CONTROL MENTAL (en proceso)Where stories live. Discover now