✓ Capítulo 6.

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Sufrimiento
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Clases extracurriculares.

Es lo que leo en la parte superior de la puerta que conduce a un corredor lleno de otros salones donde se dictan clases de recreación y otras actividades que ayudan a sumar puntos en tu currículo para ser aceptado en la universidad, me explicaba el chico junto a mí, diciendo también que sin saber hacer algo más que tener buenas notas no iba a ser aceptada, antes eran exigentes con las notas y ahora que hay estudiantes con maravillosos promedios lo que piden son buenos talentos y mucha diversión.

Yo por otro lado sólo pensaba en que no pretendía asistir a este tipo de cosas sólo para ganar un lugar en una universidad, estaba asegurada desde hacía años gracias a mi padre, de todos modos no me importaba ni un poco cuando me mantuve bajo reclusión, ahora quizá si me interesaba un poco. Sin embargo, cuando veía más allá de mis problemas, no lograba verme en ningún otro lado más que en un féretro, pálida y sin nada de vida.

Que a ver, no era que no quisiera ganarme las cosas por mérito propio, pero la sola idea de esforzarme demás para no llegar a ver resultados, era algo que me desilusionaba un poco, y podía simplemente hacerlo sólo por recibir el crédito de algo que si hubiera hecho por mi misma sin la influencia de mis padres o la excusa de que soy una lisiada mental. Porque si, había descubierto que por ser alguien sin toda su cordura puesta, podía safar de muchas situaciones que me perjudiquen.

Había pasado ya una semana desde que entré a ese lugar, desde entonces había pasado la mayoría del tiempo con Elián, además de entre clase y clase sin descanso. Nunca creí que fuera tan agotador, en los libros las protagonistas hacían de todo menos estudiar. Obvio esto no es un libro, cariño.

Ahora me tocaba participar en éstas clases, porque no era permitido vagar por los pasillos en horas sin clases y ya me habían hablado sobre eso. Si un profesor no podía permitirse asistir a dar su clase, los estudiantes de esta debían estar enterrados de cabeza en algunos de esos incómodos salones llenos de manualidades por hacer.

-¿Qué tal, arte?- Elián intentó de nuevo, señalando con su mano la puerta que conducía a la clase de arte y descarte esa idea, ya sabía mucho de arte y no era lo mío. Lo miré fijamente y detallé su vestimenta, distraída. Pantalones caqui con dos cadenas de un lado, camisa roja con las mangas hasta los codos y dos de sus botones sueltos dejando ver su pecho pálido, un arnés negro con incrustaciones plateadas de fantasia. Y sin obviar unos mocasines negros matizados.

Interesante elección, su cabello ceniza y sus ojos púrpuras falsos, le daban en toque. Volví mi mirada a las listas. No, definitivamente el arte aunque es maravilloso, no es lo mío.

¿Por qué era tan difícil algo tan simple cómo elegir una actividad de entretenimiento?, No es cómo que elegir que hacer para entretenerse y aprender de algo más que lo básico en este lugar sea cómo elegir un vestido de novia, o un esposo ¿No? Analicé mejor la lista de actividades, pensando. De la nada una en particular que no noté en la hoja hacía un segundo, me llamó mi atención por completo y sentí mis ojos brillar de emoción.

Boxeo.

Al fin sabría que hacer y eso me sería muy útil para la vida, aprender a boxear y golpear a alguien sin romper mi mano sería increíble. ¿Recuerdas ese día?

Un déjà vu entró en mi mente.

"Tenía quince y entraba en mi etapa de amargura diaria. Las grandes nubes que adornaban el cielo creaban un ambiente tétrico en la sala de la casa gracias a la leve oscuridad que entraba por las ventanas, no todas las luces de la casa estaban encendidas entonces había más penumbra en la sala. Yo estaba saliendo a hurtadillas de la oficina de papá que se encuentra al fondo junto a las escaleras, me dedicaba casi todo el tiempo a revisar sus cosas simulando una realidad imaginaria.

CONTROL MENTAL (en proceso)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt