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Maggi es una bomba de tiempo,
un peligro para sí misma y muy posiblemente otros.




JungKook






—Paren— repito, más tranquilo, pero con resolución.   

—¿Qué diablos estás haciendo, Daimon?

Aya sisea detrás de mí.   

Haciendo caso omiso de ella, me dirijo hacia el escenario, y la multitud se separa  de mí. Aya intenta seguirme, pero la detengo con mi mano.   

Los ojos de Maggi me siguen, pero son todo lo que se atreve a mover. La miro  una vez, brevemente, el tiempo suficiente para hacerle saber que me niego a dejar que mueran.  

La cara sonriente de Fabricio me sigue hasta la mesa donde Iosif Veselov se pone de pie. Por un momento, miro directamente a Iosif; una mirada a sus ojos, y me dirá lo  que necesito saber. Él me ve, y ahí está – el ilegible tirano que vino aquí me conoce. Él  sabe exactamente quién soy yo. Pero sigue tranquilo, y espero que se quede así.   

Apartando la vista del hombre que creo que está aquí por mi, vuelvo mi atención a la segunda cuestión más importante ahora que he logrado la primera.   

—¿Hay algo que necesite, señor Augustin?—Me pregunta Fabricio.   

—Necesito que me dejes tenerlos a ambos— le digo, y Fabricio se ríe, y así hace la  multitud cuando los mira a todos con una expresión cómica de incredulidad.   

—¿Y por qué mierda haría eso por ti?—Dice Fabricio.   

—Porque creo que ambos valen más vivos que muertos.   

—Oh, eso es lo que crees, ¿verdad?—Sonríe torcidamente y presiona el arma  contra el costado de la cabeza de Maggi—. Bueno, estoy en desacuerdo. El policía vale tanto como tú—sonríe, satisfecho de poder vengarse públicamente por  haberlo engañado—, y la chica... bueno, ella no vale absolutamente nada, como la mayoría de las mujeres.   

Unas cuantas cabezas en la multitud, del tipo femenino, miran a Fabricio ofendidas, pero no es suficiente para afectarlo.   

—Déjame probar lo contrario—ofrezco—Entrégamelos por una semana...

—Vete a la mierda— responde Fabricio, cortándome—Le prometí a la multitud  retribución, no piedad. ¡¿No es así?!

Mira a la audiencia, y ellos aplauden y asienten e  instan a que haga lo que prometió.   

Me estoy desesperando; Siento que sé que no hay papel  que pueda representar, no hay excusa que pueda inventar para salvar sus vidas. 

—Yo  soy…— tomo una respiración profunda—.... Te estoy pidiendo que los  perdones.   

Algo hace clic en sus ojos; me mira directamente. Y entonces él se ríe.

—¿Esto es lo que quieres?—Toma a Maggi de su codo y la pone de pie al borde del escenario—Enviaste a esta puta pensando que no sabría quién era... ¡Qué broma! ¿Bien adivina qué? ¿Adivina quién pagará por tus cagadas?

Maggi se sacude del agarre de Fabricio, e intenta hablarme con la mirada, tan desesperadamente, para decirme algo, para advertirme, no lo sé, pero su boca se mantiene cerrada y no puedo distinguir nada.

Fabricio se mueve detrás de ella, aferro mis puños más duro, aprieto mis dientes más rudamente, queriendo alcanzarlo, retándolo a lastimarla.

¿Qué estoy haciendo? Esto no me llevará a ninguna parte.

J E Z A B E L    | JJK LIBRO #2 ✅Where stories live. Discover now