Despierto por lo que por un segundo creo que es mi alarma, mientras se me termina de espantar el sueño. Estiro mi mano y desbloqueo mi celular, leyendo con un ojo abierto y el otro cerrado.
Faltan doce minutos para mi alarma. Lo que no deja de sonar son notificaciones de twitter.
Suelto un quejido ruidoso y extenso antes de ver que rayos pasa ahora.
En otro momento habría perdido la cabeza por encontrar fotos inéditas de la nariz de Zek expulsando agua como un grifo en el patio de Pope. Hoy solo puedo suspirar y seguir bajando en el feed.
La gente hace comentarios mixtos de la fiesta. A muchos no les gustó que el anfitrión fuera un chico tan joven, mencionando que sus invitados no deberían formar parte de su círculo social. Tampoco me encantó la idea, pero no era mi fiesta y hasta donde sé nada malo pasó. Nada además de lo que ya se sabe.
Mi parte favorita es leer la primera mención que hacen al dueño de la casa. Hace que me siente y preste más atención a lo que leo.
Parece ser que Pope no salió ileso esta vez.
¿Considerará la directora esto como un comportamiento inapropiado?
No quiero esperar para saberlo. Hoy pinta que no va a pasar nada de lo que tenía planeado.
Llamo a Zek mientras me visto con torpeza, ahorrando el mayor tiempo que pueda. Me contesta con su voz ronca y somnolienta, puedo imaginarlo con los ojos hinchados y una cara de culo que no se le quita hasta las diez de la mañana.
No contesta con alegría, lo cual me esperaba, pero me encargo de administrarle algo de emoción contándole lo que leí en las redes. Como yo, salió disparado de su colchón y nos dimos menos de media hora para encontrarnos en clases.
Mi mamá segue dormida cuando salgo de casa, sin siquiera prepararme el desayuno. Me llevo algo de dinero para comprar algo allá, aunque con todo esto lo que menos tengo es hambre.
En el portón del instituto Zek me espera con el dedo medio de las dos manos alzándose para mí.
Cuando llego con él, tiene intenciones de hacer el baile de celebración.
—Aún no, mi muchacho —Lo freno con una mano en el pecho—. No arruinemos esto, tendremos nuestra oportunidad para celebrar.
—Sí, sí, claro —afirma, ansioso, como un chichuahua—. Y luego podremos bailar muy sucio sobre la tumba de ese cretino —fantasea.
Nos miramos, rígidos. Zek vacila un momento antes de hablar.
—¿Fui... muy lejos?
—Eso creo... —susurro
—Lo de bailar sucio...
—La parte de... la tumba —indico con un asentimiento.
—Podemos bailar sobre... su carta de despido —aventuro, tentativo.
—Bailar bien sucio sobre su carta de despido —propone con sus ánimos de regreso.
—Bailar bien sucio sobre su carta de despido —reafirmo imitando sus movimientos hiperactivos.
Le rodeo los hombros con mi brazo entre risas y entramos.
Hoy las miradas no nos intimidan. Hoy saludamos a los desconocidos que ofrecen un choque de puños y lo hacemos con energía. Para no haber ni desayunado, estamos al cien por ciento de carga, dispuestos a recibir lo que nos tienen hoy.
Lo mejor que se nos ocurrió fue sentarnos en el borde del escritorio de Pope a esperarlo. Es una pena que no tuviéramos tiempo de buscar dos sillas giratorias para darle efecto dramático, pero así nos arreglamos.
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Impostores [𝓒𝓸𝓶𝓹𝓵𝓮𝓽𝓪𝓭𝓪]
Teen FictionZek y Rowan siempre han sido amigos. Hacen todo juntos; romper reglas, hacer el ridículo, guardar secretos y hasta fingir. Cuando el profesor de cálculo intenta avergonzar a Rowan delante de toda la clase, Zek sabe que no puede dejar que su amigo pa...