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10 años más tarde

Habían pasado diez años de esa fatídica noche, y todo había cambiado para mal.

Cuando Nori despertó, se encontró con que su padre había limpiado sus huellas del arma homicida y con la historia de que un ladrón entró a robar y que en el proceso mató a su madre. Ella quiso declarar que fue su padre el que la mató y no un ladrón, pero este al instante la amenazó con lastimar a su hermana pequeña si lo delataba. No tuvo más remedio que callar y soportar los maltratos de aquel hombre.

Pero al poco tiempo de cumplir Nori los doce y Nozomi los ocho, su padre murió en un atraco a un banco que salió mal, y tuvieron que irse a vivir a casa de su abuela materna que vivía en Shinjuku. Pero esta también falleció a los dos años, dejando a las dos niñas sin ningún familiar que pudiera cuidarlas.

Afortunadamente, sus padres y su abuela le dejaron una gran suma de dinero que les permitiría vivir durante un año. Nori empezó a trabajar en dos trabajos mientras que a la vez estudiaba y cuidaba a su hermana. Realmente estaba agotada.

[..]

Una alarma sonó ruidosamente en medio del silencio de la pequeña habitación, despertando a una chica de ya quince años y haciendo que esta la apagara de un golpe.

- Ya empezamos.- habló para sí misma con cansancio.- Tengo que llevar a Nozomi a su nueva escuela.

Se habían mudado a un pequeño piso, bastante barato, en el barrio de Shibuya para tener un cambio de aires y alejarse de los malos recuerdos.

- ¡Onee-san, el desayuno!- oyó una voz desde la cocina.

- ¡Si, ya voy!

Se levantó perezosamente de la cama y se puso su nuevo uniforme de la escuela, odiaba la falda, pero no tenía otra opción y se puso un pantalón corto debajo por si acaso. Arregló un poco su uniforme poniéndose una corbata mal hecha y unas botas negras.

Ya preparada fue a la cocina, encontrándose con una pequeña de doce años de cabellos marrones y ojos verdes sirviendo el desayuno.

- Buenos días, Onee-san.- saludó Nozomi dándole un pequeño beso en la mejilla a su hermana mayor. Y si, la menor empezó a llamarla Onee-san en vez de Onee-chan por razones que ni Nori sabía.

- Buenos días, Mi-chan.- le saludó de regreso con ese apodo cariñoso que a Nozomi tanto le gustaba.

- Llegaremos tarde  y aún no sé cómo llegar ni en qué clase estoy.- explicó la menor un tanto angustiada, era demasiado responsable.

- Si si, tranquila. Te llevaré.- dijo mientras le despeinaba un poco el cabello.

Nozomi se calmó un poco y terminaron de comer. Cogieron sus almuerzos y salieron para después montarse en la preciada moto de la mayor, no sin antes ponerse el casco. Nori condujo por donde tenía que ir Nozomi para llegar a la escuela cuando ella no pudiera llevarla.

Al llegar, muchos se quedaron viendo con curiosidad como las chicas aparcaban en la puerta de la escuela.

- Te recogería para ir a casa pero tengo que ir al trabajo en cuanto salga.- habló la mayor con serenidad, pero por dentro se moría de preocupación.

- No te preocupes, sé llegar a casa sola.- respondió la menor sonriéndole.

- Te vas directamente a casa y me llamas en cuanto llegues o si te pasa algo.- ordenó suavemente la peli negra.

- De acuerdo.- la abrazó.- Suerte.

- Tu también.- contestó observando cómo entraba a la escuela.

𝐈𝐊𝐈𝐆𝐀𝐈 •| 𝐃𝐑𝐀𝐊𝐄𝐍 ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora