I V

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—esto arderá un poco.

avisó la chica mientras sacaba del botiquín de primeros auxilios lo que utilizaría para curar las heridas del peliblanco; algodón y desinfectante.
por segunda vez lo tomó del mentón y obligó a que colocara el rostro en un determinado ángulo, de esa forma la luz de la sala le iluminaba perfectamente, pudiendo así observar muchísimo mejor los rasguños.
la calle a esa hora claramente estaba oscura, las farolas no iluminaban muy bien que se diga, por eso es que verificó una segunda vez, por las dudas de que hubiera algo que no haya visto.

no se veía nada grave hasta el punto de que ella no pudiera hacer algo al respecto, y agradecía eso. dudaba que el otro se dejara llevar a un hospital, es decir, lo vio al borde de rechazar su ayuda, ¿qué le hacía creer que sí se dejaría atender por un médico?

humedeció el algodón con el desinfectante para después acercarlo a la zona herida, comenzando a dar pequeños y suaves golpecitos. el impropio no se inmutó ante ello, ¿quizás estaba acostumbrado a ser golpeado y por ende, sentir el ardor del líquido al ser curado o curarse él mismo?

manjiro podía ser de los típicos que peleaban todo el tiempo, fuese porque quería como porque tenía un motivo. sin embargo a ella se le dificultaba imaginarlo como tal, ya que su cuerpo delgado no le daba la imágen de ese estilo de persona.

—¿tienes familia?

se atrevió a preguntar el peliblanco. no ver ningún marco con fotos familiares se le hacía extraño, era lo usual en todas las familias, al menos él cuando vivía con su abuelo y sus dos hermanos, podías ver múltiples fotos, ya sea en la sala o en los pasillos.

a (n) le tomó por sorpresa esa pregunta, ¿a qué iba?, quizás quería conocerla de a poco, eso tenía sentido, pero, ¿justo con eso?, hablar de su supuesta familia no era para nada agradable.

—no.

contestó, no quiso sonar cortante pero al mismo tiempo quería dejar en claro que no era un buen tema de conversación.

—yo tampoco. solía tenerla, pero los perdí.

notó que los ojos del chico se oscurecían y tomaba una mirada triste, nostálgica. supuso que tras decir eso se puso a recordar alguna cosa relacionada a sus familiares y su ánimo decayó.

—a mí nunca me quisieron, por empezar. el primer recuerdo de mi infancia es mi madre gritándome que no servía para nada, que era una molestia y que mejor hubiera sido no tenerme.

también recordaba los golpes, pero prefirió no dar tanto detalle.
¿por qué contó lo que odiaba recordar?, porque manjiro se había abierto con ella. o sea, bien, no explicó a qué familiares (tío, primos, hermanos, padres, etcétera) perdió ni cómo, más se animó a contar que ya no estaban. era un avance.

el contrario todo ese tiempo mantuvo la vista fija en el techo, y al oír lo que la otra dijo, volvió sus ojos hacia aquella, la cual estaba concentrada en sanar sus heridas y retirar la sangre seca de su labio. tenía un rostro neutro, pero sabía que debía estar afectada en el fondo.

¿qué clase de persona podría vivir bien después de que tu progenitora te dijera cosas tan hirientes?

—lo siento.

—¿por qué?, no fuiste tú el que lo dijo.

—porque te hice hablar sobre algo que no debe ser de tu agrado.

(n) apartó su mano, ya que después de unos minutos había acabado de curarlo. decidió no contestar ese comentario, ella misma eligió mencionar sobre el tema, el otro no tenía la culpa de nada.

guardó el frasco de desinfectante y después agarró una crema, servía para que los hematomas se fueran. colocó un poco sobre su dedo y empezó a esparcir el mismo en la parte golpeada.

—¿vas a la universidad?

—sí, ¿qué hay sobre ti?

—no.

—ah, ¿entonces te dedicas a trabajar?

silencio. ella dejó de observar lo que hacía sobre la mejilla impropia para mirarlo a los ojos.

hicieron contacto visual, pero manjiro no respondió su pregunta.

la curiosidad le picó, preguntándose si tal vez era desempleado y le daba vergüenza admitirlo. ella no era nadie para criticar, actualmente también se encontraba desempleada por el momento, vivía a base de unos ahorros que venía juntando desde que se independizó y de todas maneras seguía presentando currículum a cada lugar que que necesitara un empleado.

no indagó en el tema. acabó con lo de la crema para después dejar esta misma dentro del botiquín, lo cerró y se alejó un poco del contrario, dando a entender de una forma silenciosa que ya había terminado con curarlo.

—¿por qué ayer estabas a esa hora en el cementerio?

no buscaba verse como una entrometida, pero ya que se estaban haciendo preguntas un tanto privadas, debía aprovechar.

—fui a visitar a mis hermanos y mi amigo.

—estaba cerrado...

—lo sé. no tengo la suficiente valentía como para ir en el horario donde se permite entrar. tengo bien entendido que ya no están en este mundo, pero las veces que fui a visitarlos pude sentir que me observaban.

quedó un poco confundida ante la respuesta que el otro dio. ¿estaría alucinando o diría la verdad?, ella no quería a sus progenitores, ni a nadie que fuese de su árbol genealógico, actualmente desconocía si alguno estaba enterrado en un cementerio, así que nunca visitó el interior de uno. tampoco tenía un amigo en ese lugar.

aunque había escuchado varias historias de personas al azar que comentaban haber visto a sus seres fallecidos. y ellos en lugar de tener miedo se sentían acompañados de alguna forma. podía ser el caso del impropio.

—¿y tú?, ¿qué hacías a esa hora en el cementerio?

le devolvió la pregunta, porque él también sentía curiosidad sobre su(s) motivo(s).

—sufro de insomnio desde hace años. dar paseos nocturnos es una forma de pasar el rato y olvidarme que no puedo dormir.

—¿no tienes miedo de algún día encontrarte con alguien que quiera hacerte daño?

—cuando salgo lo que menos pienso es en eso. eso sí, al ayer verte me dio un poco de pánico, no por el hecho de que pudieras hacerme algo, sino porque creí que eras un fantasma.

—¿me estás diciendo que le temes más a un muerto que a un vivo?

manjiro soltó una pequeña risa, y ella se le quedó viendo, impresionada. era la primera vez que lo veía y oía reírse, sinceramente creía que era alguien que de ninguna manera se reiría.

(n) sonrió por la vista del chico, su risa no era fea en lo absoluto.

—puede ser. digo, una persona tiene un límite en cuanto a correr, un fantasma no. puedo meterme entre calles y casas para no ser asesinada, sin embargo un espíritu siempre tendrá la forma de encontrarme.

el chico mantuvo la sonrisa en su rostro, le causaba mucha gracia que aquella pensara primero en que un muerto podía hacerle daño antes que una persona.

la fémina miró la hora del reloj que adornaba su casa, notando que estaban cerca de las cinco y cuarto de la madrugada. creyó que era más tarde pero no.

no estuvieron intercambiando muchas palabras, pero ambos se sentían cómodos con la compañía del otro.
mikey volvió a reír y pese a que no se haya notado, se sorprendió de sí mismo al escucharse reír después de muchos años, y fue con sinceridad pura. (n) de verdad que causaba en él muchos sentimientos, sin importar que era la segunda madrugada que compartían juntos, sin importar que no la conocía bien, sin importar muchos factores.

—manjiro.

—¿mmh?

—¿quieres pasar lo que resta de la madrugada, aquí?

empty. ┊ w/ manjiro sano.Where stories live. Discover now