2. Una limonada sin azúcar

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*Momentos antes del choque entre Sarah Lewis y el chico de cabello rizado*

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*Momentos antes del choque entre Sarah Lewis y el chico de cabello rizado*

💜MATÍAS RIBBA💜

Si hace unas semanas me hubieran preguntado si tenía una razón para seguir soportando a la vida y sus golpes constantes, mi respuesta hubiera sido que no. Hace tanto tiempo que deje de sentir felicidad que ahora me encontraba vuelto loco. Y como no estarlo, si apenas ayer la vida me dejó a notar que quizás mi mundo infeliz aún podía transformarse en uno de colores.

¿Y por qué pienso eso?

Porque ayer la vida se encargó de hacerme conocer a la chica de calcetas fluorescentes.

De hecho, solo es por ella que soporto todo el ambiente navideño masivo que hoy se vive en el centro comercial. Y es que, odio la navidad. Por eso mismo, intentando lidiar con la música de fondo y las luces, me refugié en una cafetería, y aquí mismo, me senté hasta la última mesa. Pero aun así, esa "disque magia navideña" seguía dándome dolores de cabeza.

—Pareces uno de esos asesinos que se alejan de las personas para planear su próximo asesinato —escuché una voz muy cerca de mí, por lo que levanté la mirada.

El flacucho de César se encontraba sentando en la misma mesa que yo. El chico de cabello negro relucía su simpática sonrisa que acorde a su uniforme de trabajo —que la cafetería les obligaba a usar— lo hacía verse más tonto de lo que ya era.

—Amigo, estamos en la mejor fecha del año. Tan solo déjate llevar por tu espíritu navideño y disfruta del ambiente.

¿Espíritu navideño?

Soy muy consciente de que en mis diecinueve años de vida jamás he tenido espíritu navideño.

¿Disfrutar del ambiente?

Como se dignaba en decirme eso, cuando a él, por su trabajo, le tocaba usar un atuendo de duendecillo para atender a los clientes. Y no, por supuesto que no le quedaba el outfit navideño.

—¿Puedes no intentar inyectarme tu ridícula motivación? Suficiente migraña tengo con la música navideña que no deja de sonar por cada rincón del centro comercial.

—Comprendo que tu amargura y la navidad no se llevaban para nada bien. Por lo mismo, me parece muy mala idea que hoy estes aquí, solo para buscar a una chica de la cual no tienes idea de quien sea.

Odio cuando César tiene razón, porque normalmente eso me llevaba a estar equivocado. Y es que, intentando evadir mi pésima idea, de uno de los bolsillos de mi sudadera negra, saqué un cigarrillo. Pero cuando estaba a punto de encenderlo, César me lo arrebató y lo hizo añicos.

—Te lo he repetido mil veces: ¡está prohibido fumar aquí! —me dijo.

La manera tan correcta en la que sigue las reglas me parece aburrido y algo ñoño. Pero que va, así me caía bien, aunque su ñoñería fuera a los extremos como para saberse todos los diálogos de todas las películas de Star wars.

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⏰ Last updated: May 25 ⏰

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La chica de calcetas fluorescentes ©Where stories live. Discover now