Prólogo

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La vida de Draco Malfoy como omega y esposo de Harry Potter no es tan fácil e increíble como parece. Es decir, tiene una preciosa mansión en la que vive, es feliz con su alfa, las cosas entre él y Harry van bien, nadie de su familia o amigos está pasando por una mala racha y Draco es muy feliz.

Aunque hay veces que simplemente desearía que su alfa no fuera tan... dejado.

Draco baja las escaleras vestido con una bata de seda cremosa y unas bragas de encaje color burdeos. Frunce el ceño al oler café, suponiendo que Harry ya debe estar leyendo el periódico en la cocina. Le ha extrañado no encontrarse con su alfa al despertar, normalmente Harry se queda calentando la cama hasta que Draco despierta.

Camina hacia la cocina, con sus zapatillas grises de andar por casa. Curioso, se asoma a la moderna cocina que tan acostumbrado está a ver. Efectivamente es Harry quien está preparando café.

Y definitivamente no está leyendo el periódico, está haciendo el desayuno.

"¿Qué es todo esto?" Inquiere Draco, verdaderamente confundido. Harry mira a su pequeño compañero omega, aun con la sartén y la espátula. "Ay Dios, espera, ¿Blaise y Theo se han divorciado?"

Harry arruga el ceño. "¿Qué—? ¿Por qué crees que Blaise y Theo lo han dejado?"

"No lo sé, es mejor estar preparado." Draco busca con su mirada. "¿Qué hora es?"

"Las ocho."

Draco asiente. "De acuerdo. ¿Y por qué estás tú aquí?"

El moreno mira al omega durante unos segundos, con ojos levemente entrecerrados. "¿Qué quieres decir? Es mi casa también."

"Sí, pero nunca entras a la cocina." Murmura Draco, analizándolo. "Siempre hago el desayuno yo, aunque te lo agradezco. Hoy estoy realmente cansado."

Su alfa tararea, volviendo a sus actividades culinarias. "Tu celo es pronto, lo noto. ¿Tengo que ir a por tampones?"

Draco gime aliviado. "Dios sí, eso sería fantástico. Te adoro."

Harry se ríe. "Yo aún más."

Pero de repente el omega lo mira con desconfianza. Hay algo en todo esto que le huele mal, y no son precisamente las maravillosas tortitas de su alfa.

Harry nota la filosa mirada de su omega en su nuca, y se gira para mirarlo, con confusión. Hace un ademán con las manos, preguntándole en silencio si algo está mal.

Draco arquea una ceja. "Un momento, tú jamás me has hecho un desayuno en todos los años que llevamos casados."

"No seas exagerado, por supuesto que lo he hecho."

"No, ni siquiera cuando me partí el tobillo por tu culpa."

"No te lo partiste, solo te lo doblaste un poco demasiado."

"Harry, mi tobillo antes era un hueso y se transformó en tres."

El moreno respira hondo. "Vale, mira, necesito un favor. Pero no estoy seguro de si debo de pedirtelo..."

"Ay venga, Harry. Soy tu omega, sabes que haría lo que fuera por ti." Ríe Draco con alegría, sonriendo de manera tranquilizadora.

Harry le sonríe con cariño y amor en sus ojos, y eso hace que su omega se sienta tan feliz y afortunado que se siente revolotear. Puede que Harry sea una persona seria y de mal humor, que siempre está enterrado en negocios y dichosas firmas importantes. Pero con Draco la cosa cambia demasiado, toda esa tensión y furia que el alfa contiene durante su horario laboral desaparece cuando ve brillar y radiar la pura felicidad de su omega.

¡STELLA! [harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora