Una simple mariposa y un extraño comportamiento

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Se despertó tranquila y serenamente, no había algún ruido proveniente de la calle, parecía como si la gente se hubiera esfumado. Pensó en como había llegado a tanta tranquilidad, no era de extrañarse que todos quisieran eso, ya que es muy importante llegar a una relajación mental, pero después de lo que vivió, le costó mucho trabajo salir adelante, sobretodo después de ese fatídico día.

Se levantó para seguir su rutina, habían pasado 4 días desde que llegaron y no había nada fuera de lo común. Todo estaba normal, eso la alegraba, en cierta forma era la vida que había deseado para su hija.

Se arregló un poco el cabello y caminó hacia la habitación de su pequeña, probablemente estaría dormida, aunque conociéndola, lo mas seguro es que estuviera despierta y viendo a la nada.

No se equivocaba, ahí estaba ella, acostada y tapada, pero con la mirada pérdida.

—Hola, buenos días— se sentó al borde de la cama y acarició suavemente su cabello.

—Buenos días— murmuro la pequeña

—¿Sucede algo?— cuestionó su madre con extrañeza.

La niña no respondió, y solo se levantó para abrazarla fuertemente, cerró los ojos para disfrutar del momento y hacerse a la idea de que esa era su realidad, que ella estaba ahí, a su lado, y abrazándola con amor.

Mientras que su madre, sorprendida por el acto, correspondió al abrazo, sin entender con exactitud el comportamiento de la infante, aunque su pequeña preocupación aumentó al oír a su hija sollozar levemente.

—Ey, ¿Qué tienes?— le preguntó intentando separarse del abrazo para verla 

—No!—se abrazó mas a su mamá —No rompas el abrazo, por favor— suplicó entre lágrimas

—Pequeña, ¿Qué sucede?— insistió nuevamente su madre 

—Una pesadilla— musitó la niña

Ella entendió y comprendió, en su momento le había sucedido, y eso hacía que al día siguiente se levantara con miedo y recordara el mal sueño, cosa que en cierta forma la asustaba aún más.

—Estoy aquí contigo, nada te sucederá, tranquila— le dijo con dulzura y sobó levemente su espalda para tranquilizarla

La pequeña comenzó a calmarse, hasta que solo soltaba pequeños gimoteos para por fin dejar de llorar.

—¿Estás mejor?— preguntó su mamá con cautela

La infante asintió levemente y se separó del abrazo para verla.

—¿Te gustaría contarme?— preguntó suavemente.

—No, recordar eso es....— suspiró

—Entiendo, no es necesario que lo hagas, mejor alístate, hoy saldremos a pasar el rato— trató de animarla su madre y a pesar de los esfuerzos, consiguió que su hija le diera una leve sonrisa.

Después de algunas horas en las que ellas caminaron sin un rumbo fijo, se sentaron en el pasto, abajo de un árbol.

El clima era perfecto, no había mucha luz, y así mismo la pequeña brisa fría le daba el toque al día. Un día cálido y relajado.

—¡Mamá, mira!— le habló la niña emocionada, enseñándole una linda mariposa.

El pequeño bicho se encontraba parado en su mano, no se movía, simplemente estaba ahí.

Al principio la pequeña se espantó, y nerviosa trató de quitarla, pero después, al ver que el animal era inofensivo, dejó que "descansara" por unos instantes.

¿Quién se la llevó?Where stories live. Discover now