El Diario de un perrito

Mes 2: Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta. Con sus ojos me dijo adiós, esperando que mi nueva familia humana me tratará tan bien como ella lo habría hecho.

Mes 6: Hoy me regañaron porque me hice "pipi" dentro de la casa. Ya no me aguantaba!

Mes 8: Soy un perro feliz, tengo calor de hogar. Nunca me educan, ha de estar bien lo que hago.

Mes 13: Mis dueños dicen que crecí más de lo que creían, hoy me sentí muy mal. Cuando juagaba con mi hermanito le rasguñé la mano sin querer, parece que mis mandíbulas se están volviendo más fuertes. Me han encadenado, no entiendo lo que pasa.

Mes 15: Ya nada es igual . . . Vivo en la azotea. Me siento muy solo, mi familia ya no me quiere. Se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.

Mes 16: Hoy me bajaron de la azotea. Seguro que ya me perdonaron. Me puse tan contento que daba saltos de alegría. Mi cola parecía una hélice. Además, me llevan con ellos de paseo. Subimos al auto y enfilamos a la carretera. Se detuvieron, abrieron la puerta. Yo bajé feliz. No comprendo porque cerraron la puerta y se fueron.

Corrí y ladré pero no pararon. Se habían olvidado de mi.

Mes 17: Trato de regresar a casa. Me he perdido. Algunas personas me ven con pena y me dan de comer. Yo les agradezco de lo más hondo de mi alma. Si me adoptaran, sería leal como ninguno.

Mes 18: El otro día vi unos niños, acerqué a buscar  a mi hermanito, pero me tiraron piedras; una me cayó en el ojo, desde entonces ya no veo con el.

Mes 19: cuando estaba bonito se compadecían de mi. Ahora que estoy flaco y perdí mi ojo, la gente me bota a escobazos, cuando busco un poco de sombra.

Mes 20: Casi no puedo moverme, no pude esquivar el auto que me arroyó cuando yo estaba a un lado de la calle. No olvidaré la mirada de satisfacción del conductor, Ojala me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor es terrible. Mis patas traseras no responden. Tengo 10 días bajo el sol, la lluvia, el frío, y sin comer.

Ya no me muevo, la gente me mira y se aleja de mi. 

La voz dulce de una señora me despierta, me trata con cariño. El hombre de bata que está con ella dice que no puede hacer nada por mi. 

La gentil dama entristeció, yo moví mi rabo como pude, agradeciendo que me ayudara a descansar. Solo sentí una aguja de la inyección y me dormí para siempre . . . . Pensando en "porque tuve que nacer si nadie me quería"

El perrito 


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