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Anime | Fate
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Narración Omnisciente
Un hermoso candelabro adornado de oro puro junto a sus mismos colores decoraba la habitación de estadía de quien gobernadas por el Rey de una ciudad-estado sumeria de Uruk. Recibiendo el nombre de Gilgamesh.
En una era antes de Cristo. Se trataba de un ser supremo y trascendente, tan divino como para ser dos tercios de dios y un tercio humano, y con nadie en el mundo que pudiera igualarlo.
Blanqueando un momento sus ojos los llevó a una mesa de oro donde habían algunos regalos de sus ciudadanos dejados como regalo a su rey. Sus objetos más preciados los guardaba en una bodega oculta. Rodeó los ojos hasta toparse con su criada favorita, que limpiaba en silencio la habitación pasando la escoba.
Si fuera por él la encerraría con el resto de los obsequios, pero al parecer eso no estaba permitido.
Admiraba su figura junto a las ropas sueltas junto a joyas alrededor del cuerpo que al moverse sonaban como una melodía. Sonreía satisfecho al ver cómo con algo de papeleo había logrado que una sirvienta se volviera su concubina algo que todo el reino se sorprendió al ver que esta era la primera vez que se oía de un interés del Rey Gilgamesh en alguien que resultaba ser una persona de rango bajo.
Para nobles o el resto de sirvientas que servían al palacio su ahora concubina (____) era más que una mascota para el rey, aunque la verdad estaba bien oculta.
Te trataba como si fuera un obsequio, algo de gran valor que solo le pertenecía a él. A pesar que insistías en seguir sirviendo con tus labores de sirvienta siendo ese tu trabajo antes de volverte su concubina el mencionaba que no era necesario, aún así al verte insistir lo permitía.
— Eh terminado con esta área mi señor
Detuviste la escoba que tenías en mano sosteniéndola entre tus manos con la yema de tus dedos en tanto veías como él aura del rey desprendía poder, una figura encima de todo ser que le hablara. Sin mencionar sus ropas sueltas que lograban verse un poco de su torno mostrando su figura sensual que dejaba pensar que era alguien que fácilmente podría tener un harem.
Gilgamesh era considerado tan poderoso que incluso los dioses no podían ignorar su existencia. Una diosa, Ishtar, la diosa de la fertilidad; incluso llegó a enamorarse de él, proponiéndole matrimonio al rey perfecto. No obstante, este la rechazó inmediatamente porque sabía que era una bruja infiel, cruel y corruptora de todos los hombres. Algo que dejo boquiabierto a todos sus súbditos.
Ahora mostrando únicamente interés en su única y primera concubina.
Hasta había surgido un rumor entre las paredes del palacio, que mencionaban que hubo un nombre que se negaba a la petición de su rey Gilgamesh en hacer una sirvienta su concubina que después desapareció. Ellos creían que al ser el rey alguien que no aceptaba un "no" como respuesta, además que proteger y pelear de cualquier manera lo que deseaba. Se creía que él había exterminado a aquel que se interpuso en el camino de su disfrute sin excepción.
