Capítulo 23

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Había pasado demasiado tiempo, tanto que su olor había desaparecido de la casa y la rutina se había vuelto tan aburrida que incluso el salir de la cama era un reto.

La mutua compañía que siempre se profesaban así como su empatía suponía una lenta agonía pues mirar la cara triste de su gemelo era igual que mirarse en un espejo, su día a día se había vuelto un infierno.

-Tenemos que reponer las varitas falsas- dijo Fred mientras miraba el albarán.

George asintió con la cabeza sin dejar de servir el café. Eran las tres de la mañana y los gemelos no podían conciliar el sueño, el silencio al que se habían acostumbrado durante el trabajo se había vuelto agobiante, echaban de menos las protestas del rubio así como su constante presencia.

La madrugada no tardo en llegar colando los rayos de sol por la ventana y atrayendo la atención de los gemelos, no por lo rápido que había pasado la noche sino, por la necesidad de ver llegar una lechuza con la contestación de Draco.

El tiempo continuo pasando lentamente, llevaban pocos días en celo por lo que no tenían que abrir la tienda, lo cual suponía un extra a su pequeña tortura. Cuando llego el medio día los gemelos sentían que iban a enloquecer, estaban empezando a odiar la rutina que antes les apasionaba. 

El calor poco a poco los fue inundando, su celo estaba en su punto máximo. Al igual que los demás días, cuando la excitación era dolorosa y su piel ardía hasta querer arrancársela de los huesos se desplazaron lentamente hasta el pequeño cuarto donde había dormido Draco, una vez allí se desnudaron y, entre fugaces besos, comenzaron a masturbarse, era una forma dolorosa de pasar el celo pero no querían estar con otro omega que no fuera el rubio. La necesidad era tan abrumadora que las alucinaciones inundaron sus cerebros llevándoles a ver a Draco frente a ellos, desnudándose lentamente, colándose entre ambos permitiendo que le tocaran cada centímetro de piel  y dejando que se hundieran  entre sus nalgas con profundos gemidos para follarlo fuertemente hasta que la consciencia desapareciera.

El agotamiento inundo a ambos hermanos, pero no querían que su sueño se terminara, por eso a pesar de que las fuerzas se agotaban, continuaron bombardeando dentro del pequeño omega el cual se mantenía sobre ambos cabalgando y marcando un ritmo que les llevaba a la locura. Fred y George intercambiaron besos con el menor mostrando sus sentimientos como no lo habían hecho anteriormente cuando todavía lo tenían ante él y no solo en sueños.

Para cuando la noche volvió a caer, ambos se sentían agotados, durmiendo abrazados a la almohada y con la sensación de la suave piel del joven pegada a las suyas. 

-Joder- susurro George mientras se estiraba golpeando a su hermano en el brazo- creo que voy a perder la cabeza como siga así. 

-Yo ya la he perdido- contesto Fred mientras mecía suavemente a su gemelo en un afán de moverlo- échate para el lado joder.

-Muévete tu- le reprochó- me estas clavando la rodilla en el culo.

-Tu culo esta pegado a mi pierna- continuo la conversación.

-Si me muevo me caigo al suelo.

-Pues yo ya estoy pegado a la pared, mierda, no recordaba tan pequeña esta cama.

-Yo si- dijo una tercera voz- y ahora sino os importa quiero dormir, estoy agotado.

Fred y George se incorporaron rápidamente prestando atención por primera vez a su alrededor. Entre ellos acurrucado en posición fetal se encontraba Draco, su piel pálida estaba cubierta de marcas de mordiscos y temblaba levemente debido al frío de la habitación.

-En vez de mirarme tanto traedme una manta-ordeno-estoy congelado.

George se levanto con rapidez y salió de la habitación para volver minutos después con una manta de algodón que extendió sobre los tres, luego entre su hermano y él abrazaron al pequeño omega sintiendo como su respiración se relajaba poco a poco según iba sumiéndose en el sueño. Los alfas sonrieron, lo vivido la noche anterior había sido real.

Un leve ronquido salió de los labios del dormido omega. Fred y George se mantuvieron observándolo, no hacían falta decir palabras, ahora tenían aquello que habían ansiado durante tanto tiempo junto a ellos y pensaban aprovechar el tiempo.



Lucius caminaba enfadado por el Callejón Diagon, habían tardado un mes en decidirse volver a Londres y ahora lo habían dejado completamente solo. 

Es verdad que él no quería volver pero Severus había insistido y cuando su pequeño dragón acepto en acompañarle no puedo evitar apuntarse a aquella locura de plan, que iba a imaginar él que Draco desaparecería nada más dejar el aeropuerto y Severus sería secuestrado por un pelirrojo que lloraba y gritaba a la misma vez.

-¿Para qué coño habré venido?- protesto- esos dos no me necesitaban para nada, quizás para comprar los billetes de avión pero no para enfrentarse a los imbéciles que han elegido como pareja.

-Tiene una boca demasiado sucia señor Malfoy- susurraron a su oído-quizás deba de darle un mejor uso.

El rubio sintió un escalofrío en su cuerpo, no necesitaba girarse para saber de quien eran esas manos que se paseaban por sus caderas o los labios que rozaban su cuello lentamente.

-Apártate de mi mocoso- ordeno- ya no soy tu puta.

Bill rio fuertemente, se alejo del omega y le miro fijamente con la cabeza levantado y una sonrisa de superioridad. Lucius aparto los ojos sonrojado, el mayor de los Wesley desprendía un aire de sexualidad y salvajismo que le atraía fuertemente provocando que quisiera saltar sobre él.

-¿Qué quieres Weasley?- preguntó al observar que el joven no apartaba su mirada de él.

-Una respuesta a la carta-contesto cambiando su expresión a una seria.

-Siento decepcionarte pero no he venido por eso.

-¿Entonces que hace aquí?- pregunto agarrándolo por el brazo impidiéndole huir- ¿para qué has vuelto?

-Severus necesitaba el apoyo de alguien- contesto- y la manada siempre permanece unida.

Bill gruño levemente provocando un escalofrío en el omega.

-¿Tienes algo  con él?

-No- contesto con rapidez- y si lo tuviera no es de tu incumbencia. 

El pelirrojo agarro con fuerza al rubio y se transporto hasta su casa, precisamente su habitación, en donde lo tiro sobre la cama y comenzó a besar con fuerza. Lucius dejo que la lengua del alfa invadiera su boca y cuando sintió que este  disminuía la fuerza girando sobre él inmovilizándolo sobre la cama.

-Siempre fuiste demasiado posesivo alfa- comenzó con burla mientras paseaba sus labios por su cuello.

Bill gimió lentamente, perfectamente podía cambiar las tornas pero prefirió dejar al omega con el control.

-Te queda bien la ropa muggle- se burlo- ¿ahora nos hemos hecho fan de aquello que odiabas?

-Muy fan- rio- he descubierto cosas muy entretenidas.

Bill se enderezó un poco hasta que su nariz y la del omega estaban a punto de rozarse.

-Te he echado de menos- susurro-no me vuelvas a dejar, por favor.

-Si tanto me quieres a tu lado, ¿por qué te niegas a marcarme?- dijo entre lágrimas- ¿por qué por más que te lo suplique no te convertiste en mi alfa?

-¡Tenía miedo!- grito- tenía miedo de que nunca me quisieras como a Narcisa, de que te aburrieras de mi con el tiempo.

Lucius agarro la cara del joven y le miro fijamente.

-Narcisa solo fue una amiga con la que me obligaron a estar- contesto- solo sentíamos cariño fraternal el uno por el otro.

Bill besó fuertemente a Lucius mientras se volvía a posicionarse sobre él y quitaba poco a poco su ropa.

-Te voy a marcar- le gruño entre besos- nunca más volveré a cometer el error de dejarte ir- Lucius lloró levemente- estaré contigo siempre, lo prometo.

El omega besó con pasión al alfa, había huido de Londres debido a que el joven poco a poco se había ido ganando su corazón y cuando se lo dijo no obtuvo una mísera respuesta. Ahora había vuelto a conseguir su querida presa y no iba a permitir que se marchara. Lucius sonrió cuando fue marcado, una serpiente siempre conseguía lo que quería.


La venganza (Harry Potter)Where stories live. Discover now