Capítulo 13

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Narra T/N

El entorno para ser mantenido por un asesino serial, en sí era acogedor. Podría ser una estación de radio, pero hasta el tapiz de las paredes lucía un patrón de rosas rojas con un fondo bordó alrededor de ellas, muy vintage para mi estilo de cultura general.

Adentro de la cabina, dónde la acción verbal tomaba lugar, una silla de oficina diseñada con cuero negro alcanzaba a deslumbrarse desde mi posición. Pues, recientemente había ingresado a dicha habitación por la gentileza del Demonio de la Radio al abrirme la puerta, y cederme el paso como todo un caballero inglés (aunque no lo fuera).

— Como podrás imaginar, a este magnífico establecimiento me declaro orgulloso de llamarlo como mi segundo hogar. ¡Es un encanto! — Exclamó con vanidad ante su propia enhorabuena. Por supuesto, con ambos de sus brazos agitándolos en el aire con dicha.

— Permíteme preguntar porqué es así. — Hablé a la vez que me daba vuelta para observar que había más allá de mi nariz, enfocando principalmente una biblioteca con libros cuyas tapas se caracterizaban por diversos tonos marrones.

— Veraz, en vida, como ya has de saber, fui un memorable locutor de radio. — Se declaró mientras se encaminaba hacia una repisa repleta de, al parecer, periódicos. — Vivía para ese estudio, y me quedo corto diciendo que, mi parte favorita era hablar libremente para un público…

Giré mi cabeza para descifrar la razón por la cuál su voz se dejó oír sin aquella obstrucción de típicas ondas sonoras, provenientes a una radio antigua. El temido demonio se erguía con un porte respetable y su cabeza algo agachada, quizá rememorando su trabajo remoto. Pero, había algo más en ese semblante que, aunque no saliera a la luz por esa presuntuosa sonrisa, no se me iba de las manos.

— ¡Y de mis grandes hazañas! — Se auto idolatró agitando su cabeza de un lado a otro, queriendo probablemente olvidar lo que haya estado pensando.

Sea o no interesante desenmascarar las ideas anarquistas de este sujeto, al igual que llegar al fondo del porqué y cómo se presentó en aquel oportuno santiamén, y se puso a “conversar” con quién recién yo había tratado, me veo en la situación de aún procesar todo el lío en que me he metido.

Ahora soy esclava de un Overlord narcisista y sexista, con el cuál pacté trabajar para él, a cambio de que dejara en paz a Angel; también, me veo contaminada por algún tipo de enfermedad que, jamás había conocido. Pues, los dolores de cabeza y mareos están desestabilizando mi fuerza tanto mental, como física constantemente. Y, para colmo cuento con la incógnita de cómo hice para presenciar el futuro mientras dormía, siendo mi primera vez en el hotel; Cabe a incorporar, el hecho de que, me veo en la imposibilidad de no lograr la redención a causa de, las acciones de Valentino ahora estar ligadas a las mías. Aumentando los pecados que conlleva mi alma… Eran las únicas cuestiones en mi memoria.

Agregando, como si no fuera demasiado lo que ya hay en mi mente, descubrir a qué se debió mi sueño sobre la muerte de Alastor.

¡Ah! ¡Casi se me va de la cabeza! A mi lista se suma indagar más sobre la falacia de aquello que el Demonio de la Radio llama, “El Juicio Final”. Hasta para las hadas suena tonto el nombre, ¿No?
No sé que beneficio querrá sacar al contarme tal artimaña este demonio, así que, deberé desentrañar la fantasía de este idiota a fondo por mi propia cuenta.

— ¿Se encuentra usted bien…? — Llamó mi atención Alastor debido a que, por unos segundos mi mirada se perdió en la preocupación.

No tuve conciencia del momento en que este se había dado vuelto para constatar mi actual ubicación.

— ¿Ah? Eh, sí. Estoy bien. — Me disculpé con algún que otro gesto. — ¿A qué era que veníamos aquí?

— Ohohoh, ¡Qué ansiosa eres querida! — Se recompuso en su eje central para caminar hasta una mesa cerca de mí con periódicos en su mano. Siendo concreto el acto de haber seleccionando con suma determinación antes los indicados, o más bien, los que quería enseñarme.

Directo al Blanco | Alastor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora