13 : eso es lo que hacen los amigos, bro

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Alzina observó cómo su respiración empañaba el alféizar de la ventana, estaba dibujando pequeños garabatos en el cristal empañado sin prestar demasiada atención. Rindiéndose al fin, apoyó sus manos de manicura en su regazo, tratando de resistir el impulso de descascarillar el pintauñas.

¿Por qué tardaban tanto?

Dando toquecitos con el pie contra el suelo, irritada, le echó un vistazo al pequeño archivo frente a ella, escaneando apresuradamente las palabras en busca de algo de lo que no se hubiera dado cuenta.

NOMBRE: Akira Kogane,
EDAD: N/A
F.D.N: N/A

El archivo seguía y seguía, más factores irrelevantes en lugar de información útil.

El sonido de un tintineo hizo que levantara la vista, ojos impacientes analizando la alta figura que había entrado por la puerta. La pequeña cafetería 24/7 estaba vacía, la cajera no estaba prestando atención, lo cual resultaba perfecto para cosas como esta.

Alzina se levantó inmediatamente, su pelo oscilando a juego con su energía renovada mientras le sonreía al hombre, quien se acercaba cada vez más.

―Princesa ―pronunció lentamente. Sus caninos brillaban, sus ojos violetas brillaban con luz tenue. Como Alzina, tenía cabello largo y blanco que formaba una cascada hasta debajo de sus hombros. La púrpura camisa de vestir de diseñador que llevaba parecía ensanchar sus ya anchos hombros mientras se acercaba a ella.

Estirando el brazo, Alzina fue a darle un apretón de manos, solo para terminar sorprendida y ligeramente satisfecha cuando él tomó su mano y le dio la vuelta, dándole un beso en los nudillos.

―Señorita Alzina, es un placer conocerla en persona, es aún más bella de lo que había imaginado.

Alzina entornó los ojos, siendo consciente de la situación mientras alejaba la mano y se sentaba.

Este era el hombre que podía darle más información. Su pesado reloj reluciendo bajo la tenue luz, este hombre valía más que toda la tienda. Se sentó casualmente como si dispusiera de todo el tiempo del mundo, un brazo sobre el respaldo de la silla, una pierna cruzada sobre la otra bajo la mesa mientras escudriñaba a la hija del alcalde.

Este hombre también era bastante peligroso. Era el tipo de persona que ponía sus mejores intereses antes que todo lo demás, podía hacer a personas desaparecer con solo una palabra.

Y Alzina era consciente de lo sola que estaba, se había escabullido para hacer algo tan imprudente como esto y ya le estaba dando mala espina. Pero ignoró el sudor que se deslizaba por su nuca mientras cruzaba sus brazos sobre la mesa, inclinándose. El archivo se abrió de par en par entre ellos dos.

―Lagos, eres un hombre que lo sabe todo. ¿Podrías ayudarme?

Lagos se detuvo y la observó. Una sonrisa se formó en sus labios antes de inclinarse apenas echándole un vistazo al archivo.

―Puedo, pero eso no significa que lo haré. No trabajo gratis, ni siquiera para chicas lindas como tú ―contestó. Pero Alzina ya estaba preparada para esa respuesta.

―Cuánto quieres.

Lagos soltó una carcajada.

―Nada de lo que me ofrezcas satisfará mi parte del trato, querida.

El rostro de Alzina se sonrojó. Le hablaba como si tuviera cuatro años, cuando en realidad solo se llevarían dos años, como mucho.

―¿Hay algo que quieras? ―preguntó Alzina con una mirada de acero, ignorando el matiz de desesperación en su voz. Él se detuvo, pensando un segundo antes de contestar. Sus ojos examinaron el archivo, llegaron a los ojos de la otra y se encogió de hombros.

OH! LEANDRO. leakiraWhere stories live. Discover now