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“¿Como es posible? Maldición”
Dices enfurruñado al salir del trabajo y ver cómo el cielo tiene un color grisáceo y casi negruzco por la noche, sumarle a eso las finas gotas que caen de allá arriba.
“Quién lo diría, pensar que en la mañana hacia un calor insoportable”
Habla uno de tus compañeros posicionándose al lado tuyo viendo la llovizna.
“Una lástima...”
Dices sin tanto interés, no es por ser descortés simplemente no tienes nada con que cubrirte y eso mantiene tu cabeza saturada.
“Mmh. Bueno. Hasta mañana, cuídate, no te mojes tanto”
Voltea a verte con una sonrisa, desplegando su paraguas y marchándose del sitio. Frunces el ceño con cierto disgusto por lo último que dijo... «no te mojes tanto» “¿Me estás jodiendo?” piensas. Entrecierras los ojos viéndolo marchar aún incrédulo de su comentario algo fuera de lugar.
“Maldición...”
Hablas para tí mismo. Te apoyas, de espalda, en un pilar, esperando que baje la intensidad del chaparrón, pero en vez de cesar, toma más intensidad al punto de ver todo rayado y escuchar como cae fuertemente el agua contra el suelo. En otras circunstancias disfrutarías del panorama y su característico sonido, pero ahora estás frío como un glacial, que hasta los huesos duelen, y la lluvia sin querer parar.
Frotas tus manos tratando de calentar al menos esa parte del cuerpo y aún así el resultado es casi nulo.
Miras a todos lados tratando de encontrar algo para poder al menos cubrirte, sin embargo todo es desolado y la poca gente que pasa, va corriendo sin niquiera ver bien el camino.
Sacas tu celular para marcar a alguien de tu familia y que te recogieran puesto que no vives en este distrito y llegar a la estación te costaría una odisea pasar.
Casi votas el móvil al suelo al ver su miserable batería vacía. Regañas a tu celular como si este tuviera la culpa mientras lo guardas sin más esperanzas, hasta que recuerdas a un amigo que vive cerca del lugar.
