Todo comenzo...

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Era la tercera vez que Jimin era suspendido del colegio.

Seo Joon: ¡¿Qué demonios tengo que hacer para que te dejes de meter en problemas, Jimin?!- El hombre que estaba en sus 46, tomaba su cabello con furia. ¿Qué es lo que tenía que hacer para enderezar a su hijo? - No hay celular y portátil. Ni siquiera te dejare la opción de entrar a tu habitación. Hoy dormirás en el estudio.

-Jimin rodo sus ojos, cruzándose de brazos. - ¿Se te acabaron los castigos, viejo?

Seo Joon: ¡La paciencia es lo que se me acabo, mocoso mal educado! -El hombre tomó del brazo a su hijo, empujándolo hacia el mentado estudio en donde dejo sentado al castaño de mirada penetrante. - Ya que estas suspendido por una semana, creo que es tiempo suficiente para que enmiendes tus actos leyendo todos los libros que están aquí. - El primer libro que saco el hombre del estante fue uno de historia del arte. - Tú profesor de arte dice que eres talentoso en la práctica... pero tu teoría es mediocre. Esto te servirá para el examen que realizaras cuando vuelvas, y espero que lo hagas, Jimin. - Fue lo último que dijo después de cerrar la puerta con llave. -

Jimin aventó el libro en el escritorio, buscando debajo de los sillones la llave de repuesto que tenía en ese estudio. - ¿Dónde demonios?

Ji Hoon: No intentes buscarla. - Una leve voz se escuchó del otro lado de la puerta. - La he tomado antes de que padre te encerrara.

-Jimin se acercó a la puerta, pateándola para asustar a su hermano menor. - Eres un maldito traidor.

Ji Hoon: Estoy preocupado por ti. No eres el mismo, Jimin Hyung. Te la pasas juntándote con las peores personas en el colegio. Es por lo que padre te encerró aquí, puede que te ayude a reflexionar.

Jimin: ¡Tú qué sabes!

Ji Hoon: ¡Nada! ¡Nadie de nosotros sabe nada! -El chico dio un leve puñetazo a la puerta ante su coraje e impotencia. - Pero es porqué tu así lo has querido. - Ji Hoon poco a poco se fue alejando de la puerta. - Y, espero que algún día puedas encontrar a alguien que le puedas decir todo, y que te enseñe a sonreír de nuevo. Eres hermoso cuando lo haces.

-Jimin escuchó todo lo que dijo su hermano menor al estar recargado en la puerta. - Deja de poner lucecitas de colores donde no las hay, Ji Hoon.- El castaño se alejó de su lugar, caminando hacía la silla del escritorio. Subió sus pies mientras veía calladamente los estantes con libros. Al cerrar sus ojos no pudo evitar quedarse dormido, hasta que despertó cuando eran exactamente las siete de la noche.

Su estómago rugió al resentir el salto del almuerzo que, no tardo en llamar su atención al encontrarlo arriba del escritorio. Tomó el emparedado sin dudarlo. Solo que algo llamo su atención después del primero bocado. Debajo del plato había una pequeña hoja de papel con una letra conocida para él: Kai. El chico del que hablo su hermano anteriormente. El único que lo comprendió después de lo que le paso. Sin embargo, el moreno, al meterse siempre en problemas, era considerado una mala persona y por lo mismo él fue juzgado de la misma forma.

Perdón por meterte de nuevo en problema. No te preocupes por mí, encontrare la forma de reunir el dinero y librarme de esta. Así que, se un buen niño y haz lo que dice tu padre en lo que estas suspendido. -Kai-.

¿Y cómo no iba Jimin a preocuparse por su amigo con tal declaración? Tenía que hacer algo. Del escritorio busco un clip, doblándolo de forma que pudiera entrar en la puerta. Aunque puso algo de resistencia pudo abrirla, subiendo a la alcoba que pertenecía a su padre mientras este cenaba con su madre y hermano menor.

Lo único que necesitaba era una de las joyas que guardaba su padre. Si la empeñaba iba a poder conseguir algo de dinero para Kai. Pero para su desgracia, todo lo valioso su padre y madre lo guardaban en la caja fuerte. Maldijo internamente hasta que encontró algo en el fondo del cajón que le pertenecía a su padre. Un anillo de oro. Parecía valioso y caro. No vacilo en tomarlo y guardarlo en su bolsillo.

Reset -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora